La vida sin f¨²tbol
Ignacio Camacho es internacional con Espa?a. Pero su vida pudo haber sido otra, por ejemplo la de su hermano Borja. Ambos viajaban en un coche que fue arrollado por un cami¨®n
Juan Jos¨¦ Camacho fue futbolista durante la d¨¦cada de los setenta. Jug¨® en el Zaragoza, el Valladolid y el Gimn¨¤stic de Tarragona. Tuvo tres hijos y dos de ellos siguieron sus pasos. Ignacio Camacho es el mejor jugador del M¨¢laga y Juanjo, el mayor de todos, es el capit¨¢n del Huesca en segunda divisi¨®n. El padre viaja a menudo a cualquier campo de Espa?a para seguirlos de cerca. En las gradas a veces le preguntan de cu¨¢l de ellos est¨¢ m¨¢s orgulloso y siempre tiene a mano la misma respuesta: ¡°De Borja, el ¨²nico que no se dedica a esto¡±.
La de Borja es la historia de una vida sin f¨²tbol a la fuerza. El mediano de los hermanos, destac¨® de infantil en los a?os noventa en las categor¨ªas inferiores del Zaragoza. Era un extremo r¨¢pido, muy t¨¦cnico, goleador. La gente que lo entren¨® en aquella ¨¦poca ve¨ªa a una promesa que, con los pasos adecuados, podr¨ªa llegar a ser un jugador importante. Un grave accidente de tr¨¢fico, sin embargo, le apart¨® para siempre del deporte. Solo ten¨ªa 14 a?os.
Camino al colegio, una ma?ana de abril de 1999, el padre aceler¨® en un cruce de Zaragoza cuando el sem¨¢foro se puso en verde sin darse cuenta de que un cami¨®n de 90 toneladas estaba a punto de embestirles. Borja viajaba de copiloto e Ignacio, que el a?o pasado debut¨® con la selecci¨®n espa?ola de la mano de Vicente del Bosque, en el asiento trasero. Ignacio, que entonces ten¨ªa siete a?os, sali¨® pr¨¢cticamente ileso, lo peor del golpe fue para los que viajaban delante. Juanjo padre y Borja estuvieron en coma. Como muchos de los que han sufrido un golpe traum¨¢tico, apenas recuerdan nada de ese d¨ªa. La recuperaci¨®n ser¨ªa lenta y muy dolorosa porque Borja dir¨ªa adi¨®s al f¨²tbol, el motor de su vida.
¡°A veces le digo a Ignacio que si ¨¦l hubiera ido delante y Borja atr¨¢s todo podr¨ªa haber sido al rev¨¦s. Fue un capricho del destino¡±, cuenta Juan Jos¨¦ por tel¨¦fono. Durante semanas estuvo hospitalizado sin ser consciente de que viajaba con los ni?os. La escena se hab¨ªa quedado recluida en alguna parte del cerebro a la que no quer¨ªa o no pod¨ªa acceder. En cambio cre¨ªa haber tenido el accidente a solas, y al enterarse de que Borja se debat¨ªa entre la vida y la muerte fue como si le pasaran de nuevo por encima.
Borja tendr¨ªa por delante una recuperaci¨®n de cuatro a?os. En ese tiempo pas¨® por momentos muy dif¨ªciles. El chico popular del colegio, guapo, exitoso, promesa del f¨²tbol, pas¨® muchas horas encerrado en una habitaci¨®n de hospital, lejos de las diversiones de un adolescente. Hab¨ªa perdido la funci¨®n del lenguaje. El mazazo definitivo se lo dio un oftalm¨®logo que no se anduvo con muchos rodeos: ¡°Has perdido toda la visi¨®n de un ojo. No puedes volver a jugar al f¨²tbol¡±.
En ese periodo, Juanjo Camacho se consolid¨® como un jugador importante en segunda divisi¨®n, prototipo de esos futbolistas camale¨®nicos que pueden jugar en cualquier posici¨®n. Ignacio pas¨® del Zaragoza al Atl¨¦tico de Madrid, y m¨¢s tarde tuvo la oportunidad de asentarse como mediocentro en el M¨¢laga. Borja vivi¨® el ¨¦xito de sus hermanos con una mezcla de sensaciones, orgulloso y a ratos frustrado, espectador de una vida que le hubiera gustado tener.
Sin embargo, Borja, a sus 31 a?os, parece haber encontrado su sitio en M¨¦xico, ajeno al estrellato que sobre todo rodea a su hermano menor, al que los representantes e intermediarios quieren llevar a la Premier League. La distancia f¨ªsica ha servido para poner tierra de por medio con un pasado del que se ha desligado, sin pena ni nostalgia. Trabaja como ejecutivo en una empresa de m¨¢rketing digital, vive en un bonito barrio de la capital, tiene un perro propenso a engancharse en las piernas de los humanos, una parrilla que compr¨® a trav¨¦s de un argentino que seguramente se llev¨® una comisi¨®n y juega entre semana en una liga de f¨²tbol 7 como defensa, aunque solo vea de un ojo. Al diablo con aquel oftalm¨®logo.
¡°Era un crack, un jugador muy distinto a sus hermanos. Yo me sent¨ªa identificado con su juego. Si Ignacio y Juanjo son muy f¨ªsicos, muy m¨¢quinas, ¨¦l era creativo, de mucha calidad. Es cierto que quiz¨¢ el recuerdo lo agranda todo, en el f¨²tbol base es muy dif¨ªcil asegurar si alguien va a llegar o no a la ¨¦lite. Pero ha pasado a la historia familiar y del f¨²tbol regional como que era el mejor de los tres. Puede ser verdad¡±, dice el padre.
Al pr¨®ximo que le pregunte por el favoritismo entre sus hijos, que le pida que haga una diferencia un tanto inc¨®moda entre los que son conocidos y el que es an¨®nimo, le volver¨¢ a decir lo mismo, con sinceridad, que su orgullo es Borja, porque cay¨® y se levant¨®, conoci¨® la parte menos amable de este mundo y no se hundi¨®. Un verdadero campe¨®n.?
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