Muere Johan Cruyff, viva el ¡®cruyffismo¡¯
?nico como jugador y revolucionario desde el banquillo, el holand¨¦s cambi¨® la mirada sobre el f¨²tbol y la historia del Ajax y del Bar?a
Johan Cruyff ha muerto deprisa, que no corriendo, y sin avisar pero tampoco de improviso, de la misma manera que viv¨ªa el f¨²tbol y entend¨ªa la vida, con una sonrisa, un Chupa-Chups en la boca y un c¨¢ncer en el pulm¨®n, siempre arrebatador y a veces tan obvio que daban ganas de llevarle la contraria, simplemente para discutir, como cuando contaba que el blanco es un color que solo funciona por oposici¨®n, y no se refer¨ªa necesariamente al Madrid.
Quien m¨¢s quien menos, le acababa de ver, paseando por la calle o en el aeropuerto, convencidos todos de que estaba ganando el partido por 2-0, porque as¨ª lo hab¨ªa dicho, y la mayor¨ªa le cre¨ªa, por m¨¢s que en cada conversaci¨®n siempre aparec¨ªa el rompepelotas que aseguraba saber de cierto que conven¨ªa prepararse m¨¢s pronto que tarde para el adi¨®s del Flaco. Y se ha ido en Jueves Santo seguramente porque sab¨ªa que el viernes no salen los diarios en Catalu?a.
As¨ª de singular era Cruyff. Igual no quer¨ªa necrol¨®gicas, ni en el papel ni en internet, tampoco pretend¨ªa que se organizara un cortejo f¨²nebre, y menos le apetec¨ªan las pla?ideras, alegre y directo como era, portavoz incluso de sus noticias, a su manera incluso de una muerte que ahora hasta se anuncia en los paquetes de Camel. Nadie habl¨® nunca tan claro como Cruyff. No dominaba ning¨²n idioma y sin embargo le entend¨ªan en todos los sitios, circunstancia que le dispens¨® de expresarse en catal¨¢n, incluso en la Pla?a Sant Jaume.
El lenguaje de Cruyff es tan universal como su l¨®gica, as¨ª que su obra trasciende a su persona, hasta convertirse en una religi¨®n cuya arma es inocua: se explica a partir de un bal¨®n y de un rondo de la misma manera que el juego depende de un cent¨ªmetro y de un segundo, como se advierte en cada partido del Bar?a. El cruyffismo est¨¢ m¨¢s expandido que nunca desde que no est¨¢ Cruyff. No hay un entrenador m¨¢s cruyffista que Guardiola. Hasta Messi tira los penaltis como Cruyff.
No se sabe de nadie que hubiera preguntado si un penalti indirecto era reglamentario hasta que lo tir¨® Cruyff y no le desautoriz¨® ni la FIFA. No se sab¨ªa que se pudiera meter un gol con la punta de la bota paralela a la escuadra de la porter¨ªa hasta que un As volador bati¨® a Reina. Tampoco constaba que el Bar?a pudiera ganar al Madrid sin que pasara nada hasta el 0-5 del Bernab¨¦u. Cruyff cambi¨® la historia del Bar?a como jugador y despu¨¦s entrenador del Dream Team.
Quiz¨¢ porque era un radical irreverente y contrario al poder, siempre subversivo, se acabaron las penosas transiciones en el Camp Nou. El cambio de ritmo de Cruyff descoloc¨® a los rivales y anim¨® el paso del Barcelona. El barcelonismo ya no solo se aliment¨® de su relato, especialmente c¨¦lebre en la derrota, sino que pas¨® a tener una marca ganadora que hoy est¨¢ en boca del Ajax, del Bayern, del Manchester City, de la Champions. Hay un antes y un despu¨¦s de Cruyff en el Camp Nou: 44 t¨ªtulos hasta 1988 y otros 44 y, por supuesto, desde su llegada la Copa de Europa.
El barcelonismo supo a partir de Cruyff que la Copa de Europa no se perd¨ªa en los penaltis ni por culpa de los postes sino que se ganaba en la pr¨®rroga con un gol de falta en Wembley. Tambi¨¦n entendi¨® el culer que las Ligas no se escapaban a ¨²ltima hora en C¨®rdoba por un 1-0 sino que se ganaban en el tiempo a?adido y sin jugar en A Coru?a y Tenerife. Ya entonces cualquier aficionado al f¨²tbol era consciente de que Holanda hab¨ªa ganado la Copa del Mundo de 1974 pese a perder con Alemania. El f¨²tbol total de la oranje y del Ajax cautiv¨® incluso a los que no les gustaba el f¨²tbol a partir de la elegancia, la velocidad y la plasticidad de Cruyff. El Flaco marc¨® ¨¦poca como Pel¨¦, Di St¨¦fano y Maradona.
Dif¨ªcil para los directivos
Cruyff dinamiz¨® el f¨²tbol en la cancha y revolucion¨® desde el banquillo del Camp Nou. El equipo atacaba de forma incontenible, despiadada y ganadora, hasta que Cruyff discuti¨® por ¨²ltima vez con N¨²?ez. Nunca fue f¨¢cil para los directivos del Bar?a ni del Ajax ni de la federaci¨®n de Holanda. Cruyff acab¨® su vida profesional como seleccionador de Catalunya. ¡°Chicos¡±, advirti¨® a sus jugadores catalanes en un partido, ¡°hoy ten¨¦is que chutar cada vez que llegu¨¦is a porter¨ªa¡±.
Cruyff era muy directo cuando se le preguntaba por Catalu?a: si los jugadores chutan, los ciudadanos tambi¨¦n deben decir lo que quieren ser ¡ª dec¨ªa¡ª, sin miedo, de manera desacomplejada, optimista, como en el f¨²tbol, igual que el Bar?a. Amigo de Laporta, y piedra filosofal del equipo que armaron Rijkaard y Guardiola, Cruyff discuti¨® con Rosell y manten¨ªa una relaci¨®n correcta con Bartomeu. Al club, igual de aturdido que la afici¨®n, tambi¨¦n le cost¨® reaccionar a la noticia del adi¨®s de Cruyff a los 68 a?os. No se sabe de nadie que lograra seguir al Flaco de tan inteligente, rotundo y r¨¢pido como era, incluso el d¨ªa de su muerte, sorprendidos todos porque anunci¨® que la vencer¨ªa y nadie dud¨® de la palabra de Cruyff. Hasta las necrol¨®gicas no se lo acaban de creer y tardar¨¢n en salir en los diarios de Barcelona. El cruyffismo est¨¢ m¨¢s vivo que nunca en el mundo y en el Bar?a.
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