El frenazo del Athletic impulsa al Granada
Pe?aranda equilibra el gol de Lekue, despu¨¦s de que Aduriz fallara un penalti
Tiene el Granada una joya, que se apellida Pe?aranda, que no se sabe si bastar¨¢ para salvarle del descenso, pero le asegura un tesoro. Cuando tienes un gran futbolista desconoces el presente, pero imaginas el futuro. El venezolano le dio un punto y le quit¨® dos a un Athletic que sin Laporte tuvo una defensa de servilleta de bar. Decir Athletic en San Mam¨¦s es decir peligro. Dif¨ªcilmente se pueden ver en la Catedral partidos en los que no abunde el peligro, en una u otra porter¨ªa. Los actores del peligro rojiblanco son conocidos, llevan muchas pel¨ªculas a sus espaldas no necesitan extras para rodar las escenas dificultosas. Son Aduriz y Ra¨²l Garc¨ªa. Eso lo sabe todo el mundo. El segundo suele poner la pistola y el segundo dispara. Pero el guionista es Be?at, el que da los giros para que la trama tenga sentido. Todo eso lo sab¨ªa el Granada. Antes de preocuparse por los actores protagonistas, conven¨ªa secar las ideas del autor de a trama. A eso se encomend¨® Doucoure, empe?ado en quitarle el bol¨ªgrafo a Be?at o al menos alej¨¢rselo lo m¨¢s posible del papel. No era cuesti¨®n de perseguirle, sino de acogotarle las ideas antes de que las pudiera esparcir por el folio verde de San Mam¨¦s (menos da?ado de lo que se auguraba).
Al minuto y medio se lesion¨® Sabin Merino, un exterior que estaba en racha goleadora, sustituido por un exterior (curtido en el segundo equipo como lateral) cambiado de banda. Un misterio m¨¢s a a?adir a los que imperaban por el juego alborotado, a¨¦reo, amontonado en el centro del campo, donde los futbolistas parec¨ªan integrantes de una manifestaci¨®n reci¨¦n disuelta por la fuerza. Volaba y volaba el bal¨®n, en cabezazos sucesivos que iban de las nubes al suelo sin aparente soluci¨®n de continuidad. Aduriz, si, Aduriz, era el m¨¢s empe?ado en que la pelota entrara en contacto con el c¨¦sped, acun¨¢ndola con el est¨®mago, con el pecho, llev¨¢ndola de pie a pie, ahora al costado, ahora al centro, luego atr¨¢s.
El Granada ten¨ªa claras sus ideas: sujetar el centro del campo y buscar la movilidad de Pe?aranda y El Arabi a la espalda de los laterales. Y bien que lo hicieron ambos, especialmente el venezolano que rompi¨® varias y le ense?¨® los dientes a Iraizoz y oblig¨® a Etxeita a un cruce providencial cuando y contaba los cuadrados de la red.
Pero hay guiones de trazo grueso. Cuando el hilo no entra en la aguja, la lana entra en el ganchillo. El pase largo no es un mal zurcido para el Athletic. Y uno de ellos lo caz¨® en el aire Aduriz, (se sab¨ªa desde que vol¨® el bal¨®n por la intensidad de su salto), Lekue se interpuso entre dos centrales, lo control¨® con la izquierda, le hizo un sombrero a Babin y remat¨® con la derecha. El bal¨®n bot¨® y Andr¨¦s solo pudo acariciarlo antes de que se alojara en la red. Su primer gol con el Athletic.
Pero hab¨ªa m¨¢s giros en el argumento del partido. Por ejemplo, que Aduriz disparase contra el pecho de Babin y que a rengl¨®n seguido llevase el bal¨®n al travesa?o en un tiro curvado. Y quedaba m¨¢s madera en esta guerra. Lomb¨¢n hizo un penalti de libro al rey del gatillo, que lo busc¨® y lo encontr¨®, y ?zas!, a la madera blanca del poste. S¨ª, los protagonistas tambi¨¦n yerran. Pero yerra tambi¨¦n la defensa. Y la del Athletic cuelga de pinzas desgastadas. Maniobro el Granada con talento y movilidad, se apoder¨® del campo y en una contra muy mal defendida por todo el Athletic, Pe?aranda llev¨® el bal¨®n a la esquina de la red. Un empate que frena al Athletic e impulsa la autoestima del Granada
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