Un Madrid parvulario
Diez Copas de Europa en la mochila no siempre te liberan de esperpentos. Un retrato, el segundo gol del Wolfsburgo, colegial. Draxler, que no es extremo, recibi¨® la pelota en la izquierda y ante sus incr¨¦dulos ojos vio un pase¨ªllo torero, as¨ª que pl¨¢cidamente arranc¨® en diagonal. Eran los cuartos de final de la Champions, cosa seria, pero lo mismo dio: se desatendi¨® Danilo, su supuesto carcelero; no se aplic¨® Modric, el volante que deb¨ªa auxiliar en ese costado; y no se corrigi¨® Casemiro, el bombero del eje central. Justo a esa zona lleg¨® el joven jugador alem¨¢n, con todo el tiempo del mundo para divisar a Bruno Henrique, que iba a su bola por la derecha, donde no estaba Marcelo, al que le dio por ser central en la jugada. Y tampoco hab¨ªa migas de Kroos, el volante guardi¨¢n por esa orilla. Por supuesto, no socorrieron Cristiano o Bale. Al c¨®modo centro de Henrique lleg¨® Arnold desde la segunda l¨ªnea para embocar en el ¨¢rea peque?a como si nada. De traca.
?Diez Copas de Europa no legitiman la par¨¢lisis de un entrenador. Draxler le hizo un nudo tras otro a Danilo, ante la pasividad de Zidane, que no rectific¨® y consinti¨® la escabechina hasta el final. Mientras, Carvajal, secante de Neymar en el Camp Nou, un futbolista con colmillo para defender y piernas y cabeza para atacar, a la sombra.
Zidane y sus chicos tuvieron fallos infantiles, impropios de quienes representan a un club con diez Copas de Europa
Diez Copas de Europa no siempre agudizan la inteligencia colectiva. Para el Madrid, Bale ante Vieirinha era lo que Draxler frente a Danilo. Los compa?eros del gal¨¦s no se percataron y no hubo Zidane que se lo hiciera ver. Hasta el punto de que el gal¨¦s dimiti¨® y acab¨® fuera de foco, enredado en otras posiciones que no le convienen.
Diez Copas de Europa no justifican aguantar a un jugador cojo durante m¨¢s de veinte minutos. Sucedi¨® con Benzema, que se tom¨® ese tiempo en la sala de espera para vencer a una rodilla con la que no pudo. Zizou, como una estalactita, dej¨® pasar minutos y minutos como si nada .
Diez Copas de Europa no siempre anticipan la victoria si falta chicha. Ni siquiera en una plaza sin rango y ante un rival de poco hueso. No importa que accidentalmente se empine el resultado. Desde el 2-0 el Madrid tuvo 70 minutos para salir a flote, pero se qued¨® en una sola ocasi¨®n, la que Benaglio desbarat¨® a CR. Por cierto, en el ¨²nico pase bien filtrado de toda la noche, con Isco de autor.
Diez Copas de Europa jam¨¢s debieran amparar a un equipo que, por lo visto en sus dos ¨²ltimos retos, parece navegar mejor desde la inferioridad, como en el Camp Nou, que desde la superioridad, como en Alemania. Precisamente, esa decena de Orejonas tendr¨ªan que obligar a no achicarse jam¨¢s, a que el Madrid fuera siempre el Madrid, al menos como punto de partida.
Ahora, mientras unos invocan a Juanito y otros rebobinan al M¨®naco de 2004, un Wolfsburgo de la ¨¦poca que desti?¨® la etiqueta de los gal¨¢cticos, bien le vendr¨ªa al Madrid apelar solo al f¨²tbol. No hay mejor rescate. Con diez Copas de Europa ya deber¨ªa saber qui¨¦n es y c¨®mo debe ser. El Madrid de Alemania fue parvulario: en el banquillo y en el c¨¦sped.
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