Spieth y el viento de Augusta destrozan el Masters

Lleg¨® un momento en lo m¨¢s crudo del vendaval en el que solo el viejo Bernhard Langer, de 58 a?os, era feliz en el imposible campo de Augusta, que hab¨ªa destrozado los nervios de los m¨¢s templados y m¨¢s duros, y su estampa firme en medio de la tempestad, su seca figura tallada por una mente vigor¨¦xica y germ¨¢nica agarra a un putter extralargo, era, evidentemente, un homenaje a su viejo rival Seve Ballesteros, que habr¨ªa cumplido el s¨¢bado 59 a?os si no hubiera muerto prematuramente en 2011. Langer, que entr¨® en el Masters y su lista de ganadores por la puerta que dej¨® abierta el c¨¢ntabro en 1980, es el ¨²nico superviviente deportivo de la generaci¨®n m¨¢s gloriosa del golf europeo, los hermanos de Seve: Nick Faldo se dedica a promocionar vino, Sandy Lyle hace d¨¦cadas que se olvid¨® de ser competitivo y Ian Woosnan pelea con su esp¨ªritu de boxeador contra una artritis que le debilita; Langer, el quinto beatle, se mantiene muy vivo a¨²n 23 a?os despu¨¦s de ganar su ¨²ltimo Masters. Est¨¢ tan fuerte el alem¨¢n (-1) que asusta y es uno del tr¨ªo improbable que m¨¢s cerca estar¨¢ el domingo evitar la victoria de Jordan Spieth, desde el primer d¨ªa l¨ªder (-3), y que conforman con ¨¦l dos jovencitos de 24 a?os: el japon¨¦s Hideki Matsuyama (-1) y el debutante norteamericano Smylie Kaufman (-2 tras firmar la mejor tarjeta del d¨ªa, 69 golpes), los ¨²nicos contendientes bajo el par del campo.

Junto a Langer, solo el l¨ªder sonre¨ªa. Sonri¨® hasta el hoyo 17. En el ¨²ltimo, el 18, un doble bogey, el segundo del d¨ªa, manch¨® una tarjeta impecable, y un trabajo de demolici¨®n sistem¨¢tico.

El resto de jugadores acab¨® destrozado uno de los d¨ªas m¨¢s duros que se recuerdan en la Augusta soleada, y los espa?oles con ellos. Rafa Cabrera Bello, el d¨ªa que m¨¢s a gusto se sinti¨® en el campo, termin¨® con un muy trabajado y exprimido +3 (+6 total); Sergio Garc¨ªa acab¨® en 81 golpes (+9), su peor ronda en sus 18 a?os de Masters. Y aquellos comentaristas que criticaban la facilidad aparente de Augusta, sus calles anchas como avenidas, su pr¨¢ctica ausencia de rough, solo mitigada por la complej¨ªsima geometr¨ªa de los greens, dijeron: ah, el viento.

Cuando Langer toc¨® su segunda chaqueta verde, en abril de 1993, Spieth a¨²n no hab¨ªa nacido, pero, como el juego que despleg¨® en el azotado Augusta National demostr¨®, el tejano, en realidad, naci¨® viejo. Como Langer, a quien la experiencia (el de 2016 es su 33? Masters) le ha hecho conocer todos los Augustas posibles, Spieth, con su jersey de cachemira impecable en el que no aflora ni una gota de sudor, juega con precisi¨®n de cirujano y con decisi¨®n, y con valent¨ªa y conocimiento de los m¨¢s m¨ªnimos recovecos del complicado campo; y con un putt de fuego y una madurez que no admiten vaivenes dictados por el estado de ¨¢nimo. Y cuando al tejano que termin¨® su s¨¦ptima ronda consecutiva como l¨ªder del Masters se le ocurr¨ªa maldecir un mal hoyo (el doble bogey del 11?, por ejemplo) y llegar al borde de perder el temple, ten¨ªa al lado susurr¨¢ndole a su caddie y gu¨ªa espiritual, el barbudo Michael Greller, el profesor de matem¨¢ticas que se ha hecho millonario al lado del jugador (gan¨® solo en porcentaje de premios m¨¢s de un mill¨®n de euros en 2015) y que tiene el campo de Augusta no en la cabeza, sino en su libreta repleta de datos.

Con su conocimiento enciclop¨¦dico y su lenta frialdad de hielo, el juego de hormiga de Spieth, su falta de espectacularidad con el driver y los hierros largos, su esp¨ªritu pr¨¢ctico y su facilidad de churrero fabricando birdies en cualquier situaci¨®n (cinco el s¨¢bado para una tarjeta de 73 golpes, +1), desesperaron en un plis plas a su pareja de juego, el n¨²mero tres del mundo Rory McIlroy, quien comenz¨® el d¨ªa a dos golpes del tejano imbatible y lo termin¨® a cinco tras un d¨ªa de 77 golpes (+5) y ni un birdie que le alejan de la victoria en el ¨²nico grande que no ha ganado. El n¨²mero uno del mundo, Jason Day, est¨¢ a tres golpes, y Dustin Johnson tambi¨¦n.