El Madrid echa fuego por la boca
El equipo de Zidane elimina al City sin velocidad, sin mucho juego y sin mordiente, sacando el oficio de rey de Europa
El Madrid, s¨®lo con aristocracia y veneno, tanto como para no necesitar una ocasi¨®n para hacer un gol, levant¨® de las semifinales al City con un tanto que ni siquiera quer¨ªa serlo. Defini¨® el partido: el Madrid si¨¦ndolo sin querer, de forma involuntaria, como el escorpi¨®n que se ofrece a cruzar la charca a un sapo; gan¨® por naturaleza. El Madrid entreg¨¢ndose a la enorme pared blanca del Santiago Bernab¨¦u, que antes del partido se desparram¨® como nunca por el r¨ªo esperando a Bale como a Mois¨¦s.
Todo lo hizo sin velocidad, sin mucho juego y sin mordiente, sacando el oficio de rey de Europa, que es un oficio arriesgado que en ocasiones hace morder claveles podridos. No contra el City, que jam¨¢s crey¨®, que jam¨¢s se acerc¨® al ¨¢rea del Madrid con la confianza del vecino que trae una tarta envenenada. Para eso bast¨® Bale, un delantero en estado de gracia, que en Vallecas y en Donostia se elev¨® como un drag¨®n, subi¨¦ndose a los cielos para mantener al Madrid en la Liga y en el Bernab¨¦u, pendiente de un gol decisivo en Champions: ah¨ª coloc¨® una de esas pelotas que nadie sabe para qu¨¦ son hasta que se cuelan en la porter¨ªa.
Fue un gol ambiguo, en la mejor tradici¨®n de los centros que se escapan de su ruta y cogen aire ellos solos, inconscientes: se meten para adentro con una especie de alergia y terminan pillando un arco terrible hasta colarse en una escuadra. Fue una especie de jugada de fe, algo inesperado y casi inmaculado, como deshacer un misterio en el que no se cre¨ªa. El City reaccion¨® como al principio, con el mismo estupor rom¨¢ntico con el que se acerc¨® al Bernab¨¦u, incapaz de entender las claves de un equipo al que a veces se le da ganar por ganar, sin m¨¢s destino que eso, como si el bal¨®n no existiese y los jugadores fuesen parte de un poblado de ficci¨®n con el que aparentar una semifinal de Champions.
Se hac¨ªan vaticinios oscuros en el Bernab¨¦u con la baja de Casemiro, el im¨¢n de todos los metales, y la disoluci¨®n en ¨¢cido de Benzema, el delantero que pone a funcionar el reloj de ataque. Y sin embargo el City no amenaz¨®, salvo un tiro con mando a distancia de Ag¨¹ero, pero s¨ª que ech¨® de menos el Madrid a alguien arriba que pusiera orden a dos gacelas desbocadas, Cristiano y Bale, que pasaron a depender directamente de un mediocampo que jug¨® entre el humo que le sal¨ªa por el escenario al estilo Europe. Esa fue la mejor noticia: que el Madrid gan¨® a ciegas. Ech¨® una vez fuego por la boca y acert¨®: calcin¨® al City, se elev¨® sobre las cenizas. Y se fue a Mil¨¢n, capital de la moda mundial. Una vez m¨¢s, otra vez. A la final de la Copa de Europa.
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