Arbeloa y el concepto
Me gusta imaginar al madridista vestido de azulgrana, aplaudido por un Camp Nou puesto en pie para despedirlo mientras Guardiola lo abraza en la banda
Hace un tiempo, en una entrevista concedida al magazine cultural Jot Down, contaba ?lvaro Arbeloa una an¨¦cdota que resulta muy ¨²til para comprender su paso por el Real Madrid y su peso espec¨ªfico en el vestuario blanco. Sucedi¨® en Innsbruck, durante una de sus primeras concentraciones de pretemporada con el primer equipo, cuando los grandes clubes todav¨ªa se tomaban tan en serio la preparaci¨®n como los balances econ¨®micos y los selfies con ni?os chinos. Al salir del gimnasio, uno de los preparadores orden¨® dar un par de vueltas al campo de entrenamiento antes de irse a la ducha y junto a otros productos de la cantera blanca se puso Arbeloa a trotar sin demasiada tensi¨®n, momento en que Ra¨²l los sobrepas¨® como un caza del ej¨¦rcito y dej¨® un aviso para navegantes que jam¨¢s se le olvidar¨ªa al todav¨ªa capit¨¢n: ¡°Si fuese por m¨ª os ibais todos de vuelta a Madrid¡±.
El pasado domingo jug¨® Arbeloa su ¨²ltimo partido en el Santiago Bernab¨¦u y gran parte de la afici¨®n lo despidi¨® con el cari?o reservado a los buenos hijos que deciden alzar el vuelo y se marchan a vivir fuera, con tristeza pero rebosantes de orgullo por aquel muchacho al que vieron crecer y convertirse en un hombre de provecho. El mismo a quien Ra¨²l abronc¨® en Austria, se convirti¨® con el paso de los a?os en el ejemplo a seguir para los reci¨¦n llegados que aterrizaban en la capital rodeados de flashes, canap¨¦s y preguntando d¨®nde quedaba Joy Eslava. Esfuerzo, sacrificio y compromiso fueron siempre sus se?as de identidad, especialmente despu¨¦s de marcarse un pase de tac¨®n a Zidane en su debut y llevarse la bronca del entrenador que le dio la alternativa: ¡°?F¨¢cil, f¨¢cil!¡±, le gritaba Garc¨ªa Rem¨®n desde la banda.
Demonizado en Barcelona desde los tiempos de la tormenta de cl¨¢sicos, que es al f¨²tbol espa?ol lo que la batalla del Tridente a Juego de Tronos, pocos han sabido valorar la importancia capital de su innegociable lealtad, siempre entregado a la causa de Caparr¨®s, Ben¨ªtez, Pellegrini, Del Bosque o Ancelotti, aunque demasiados se empe?en en reducir todo su curr¨ªculo a la condici¨®n circunstancial de mourinhista. Hace unos a?os, recuerdo, apareci¨® Dani Alves en rueda de prensa para tranquilizar a las masas y casi garantizar la continuidad de su entrenador cuando algunos medios comenzaban a cuestionarla: ¡°Pep nos ha dicho que mientras le sigamos, seguir¨¢¡±. Como cab¨ªa esperar, apenas unos meses despu¨¦s se retiraba Guardiola hacia el exilio dejando por el camino un reguero de sangre que emanaba de profundas heridas abiertas en su espalda.
Quiz¨¢s sea por esa condici¨®n de gato escaldado y los malos recuerdos que cuando bebo demasiado me gusta imaginar a Arbeloa vestido de azulgrana, aplaudido por un Camp Nou puesto en pie para despedirlo mientras Guardiola lo abraza en la banda. Gerard Piqu¨¦ dir¨ªa aquello de que ?lvaro ha disfrutado de la brillante y larga trayectoria que se ha merecido y el madridismo aplaudir¨ªa las palabras de su central luciendo, una vez m¨¢s, el pin del se?or¨ªo. Puede parecer descabellado, lo s¨¦, pero como dec¨ªa Pazos en Airbag: ¡°Hombre, Touri?o; que ando en esto desde rapaz¡±.
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