La buena estrella
Los buenos se comportan como los Grizzlies o los Pacers, la vida les sonr¨ªe y no prestan atenci¨®n. Los mejores, los Warriors y los Spurs, son conscientes de su buena ventura y eso les hace mejores

La semana pasada estuve en la boda de mi primo en Chicago. Creo que todo fue bastante bien, aunque no estoy muy seguro porque yo ofici¨¦ la boda, y cuando te toca hablar ante un grupo de personas nunca recuerdas con exactitud qu¨¦ pasa. Al menos puedo afirmar con rotundidad que mi primo est¨¢ casado legalmente porque estoy seguro de que firm¨¦ el acta nupcial.
Al acabar ped¨ª un Uber hasta el aeropuerto Midway de Chicago donde le expliqu¨¦ a mi conductor que volv¨ªa a Los ?ngeles con American Airlines. Al ver su cara supe que la hab¨ªa pifiado. Resulta que el Midway es la sede de Southwest Airlines y mi vuelo sal¨ªa del otro aeropuerto de la ciudad, el O¡¯Hare.
Cruzamos la ciudad a toda pastilla y me col¨¦ por una interminable fila de pasajeros que habr¨ªa sido la delicia de cualquier promotor de eventos. Con todo, cuando llegu¨¦, era lo suficientemente tarde como para haber perdido mi avi¨®n.
Los Grizzlies largaron a Joerger, cuyo ¨²nico crimen fue llevado al equipo a los playoffs tres a?os seguidos. Los Pacers despidieron a Vogel por llevar a su mediocre plantilla al s¨¦ptimo partido ante los Raptors
Providencialmente acumulaba una hora de retraso y regres¨¦ a tiempo para empezar bien mi semana. Me compromet¨ª a, al menos durante un d¨ªa, sentirme agradecido , pero a mitad de la ma?ana del lunes mis buenos prop¨®sitos se hab¨ªan desvanecido en el estr¨¦s del d¨ªa a d¨ªa y ya no me acordaba de lo afortunado que hab¨ªa sido.
Me sent¨ªa como dos franquicias que hace poco despidieron a sus entrenadores. Los Grizzlies largaron a Dave Joerger, cuyo ¨²nico crimen era haber llevado al equipo a los playoffs tres a?os consecutivos (los tres a?os que se sent¨® en el banquillo). Por su parte, los Pacers, despidieron a Frank Vogel por haber logrado que su mediocre plantilla llevase a los Raptors, segundos en su conferencia, al s¨¦ptimo partido en su eliminatoria. Ni que decir tiene que ambas decisiones son rid¨ªculas. Incluso a¨²n sabiendo que ninguno de los dos es el entrenador perfecto, parece poco probable que ni uno ni otro equipo hubiesen podido hacerlo mejor. Tuvieron suerte de que las cosas salieran as¨ª y lo olvidaron.
Mi comportamiento, el de los Grizzlies y el de los Pacers, es bastante com¨²n. De hecho, la mayor¨ªa solemos dar por descontada nuestra buena suerte cuando las cosas van bien.
Lo que resulta interesante es que no todo el mundo es as¨ª. Las dos franquicias modelo de la NBA (Warriors y Spurs, pese a caer ante los Thunder) est¨¢n bajo la batuta de dos hombres (Steve Kerr y Gregg Popovich) que entienden que su magia funciona con algo de estrella. Su actitud encaja con el ¨²ltimo art¨ªculo de Robert Frank para la revista Atlantic en el que escribe que ?reconocer nuestra buena suerte aumenta nuestra buena fortuna?.
Es decir, los buenos se comportan como los Grizzlies, los Pacers o yo mismo: la vida nos sonr¨ªe y no prestamos atenci¨®n. Los mejores, los Warriors y los Spurs de este mundo, son conscientes de su buena ventura y eso les hace mejores.
Una importante lecci¨®n de vida que probablemente olvidar¨¦ tan pronto como entregue este texto a los editores que tengo la suerte de tener.
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