No me gusta la pol¨ªtica
Los grandes d¨ªas del f¨²tbol nuestra querida ley contra la violencia en el deporte se va de vacaciones y lo deja todo en manos de la providencia
Horas antes de disputarse el ¨²ltimo Cl¨¢sico, a principios de febrero y de cuyo resultado no quiero acordarme, las redes sociales y algunas webs de diferentes medios se llenaron de v¨ªdeos en los que se pod¨ªa contemplar el desfile de aficionados radicales del Bar?a hacia los aleda?os del Camp Nou. A la escena no le faltaba de nada, al menos desde el punto de vista puramente est¨¦tico: bengalas humeantes, canticos de diferente inspiraci¨®n, pasamonta?as caseros y de dise?o, grandes banderolas con simbolog¨ªa de todos los pelajes y el pertinente cord¨®n policial escoltando a tan animosa jaur¨ªa por las calles de la ciudad. Aquel d¨ªa se le muri¨® un gatito a la estupend¨ªsima ley contra la violencia en el deporte, hoy tan en boca de todos.
Algo similar viene sucediendo en Madrid cuando alguno de sus equipos punteros se dirige hacia el estadio para enfrentar un duelo de prestigio: avalanchas de aficionados armados con sus bufandas, banderas, botellines, bengalas y cuanto se tercie, asaltan la calle y rodean el autob¨²s del equipo para insuflar fuerza y ¨¢nimo a sus jugadores, que alguna vez me he llegado a preguntar de qu¨¦ ser¨ªa capaz esta gente si tuviesen que ir a despedir a un familiar que se marcha a la campa?a del bacalao en Gran Sol o Terranova. Esos d¨ªas, entiendo, nuestra querida ley contra la violencia en el deporte y alguna otra que no voy a nombrar se van de vacaciones y lo dejan todo en manos de la providencia que, para estas cosas del f¨²tbol, pensar¨¢n los responsables de guardia, bien que se basta ella sola.
El f¨²tbol espa?ol lleva mucho tiempo convertido en un agujero negro donde se cuelan las m¨¢s lamentables representaciones de la conducta humana: se vitorea a un futbolista acusado de agredir a su pareja, se insulta a un colegiado por su condici¨®n sexual, se arrojan pl¨¢tanos a un futbolista negro, se consienten tifos de dudoso mensaje y amplio espectro¡ Y nunca pasa nada. Los hay que incluso jalean este tipo de comportamientos y los llaman la salsa del f¨²tbol mientras otros argumentan que puede ser inc¨ªvicos e incluso ilegales pero dan mucho ambiente, como qui¨¦n habla de una alfombra en su sal¨®n.
Con la prohibici¨®n de portar banderas esteladas en la final de la Copa del Rey el pr¨®ximo domingo se da una vuelta de tuerca m¨¢s al circo de los quietos. Asegura la delegada del Gobierno en Madrid que no se consentir¨¢ ning¨²n s¨ªmbolo que pueda generar violencia pero no que a nuestro lado se siente un violento con pedigr¨ª, un habitual de las broncas y las comisar¨ªas de su ciudad. Sin ir m¨¢s lejos, tengo yo un primo que se fue a Madrid no hace tanto para ver un partido de Liga de Campeones, mientras cumpl¨ªa arresto domiciliario por agredir a varios clientes de una discoteca. Regres¨® presumiendo de haberse peleado con dos aficionados turcos, de robar al taxista que lo acerc¨® al estadio, y de una foto en la que posaba sonriente junto a uno de los candidatos a presidente del pr¨®ximo Gobierno. ¡°Y eso que a m¨ª no me gusta la pol¨ªtica¡±, dice siempre que la ense?a. A otros s¨ª y, por desgracia, m¨¢s que el propio f¨²tbol.
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