Nadal, el mito artesanal
A diferencia de otros campeones de la raqueta que precisan la reinvenci¨®n, el balear mantiene el viejo sello y los mismos h¨¢bitos de siempre. ¡°Es un tenista que tiene un molde ¨²nico¡±, dice su amigo Moy¨¤
En t¨¦rminos de habitabilidad, la vida ofrece dos perfiles de personas. Por un lado, aquellas que se desenvuelven una zona de confort, las que se rigen por una serie de comportamientos lineales y met¨®dicos, generalmente en contextos familiares y entornos m¨¢s cercanos; el costumbrismo, el h¨¢bito y los v¨ªnculos tradicionales son su fuerza tractora; todo lo que obligue a abandonar ese marco se percibe como un movimiento inevitable e inc¨®modo. Por otro, est¨¢n esas otras que encuentran en el cambio la mejor manera de multiplicar su rendimiento; rechazan las din¨¢micas estancas y conciben el bandazo como la mejor v¨ªa para reactivarse.
Rafael Nadal, uno de los iconos m¨¢s importantes de la historia del deporte espa?ol, ya uno de los s¨ªmbolos hist¨®ricos del tenis, pertenece al primer grupo. Estos d¨ªas, en Par¨ªs, el de Manacor mantiene exactamente la misma rutina diaria que inici¨® hace 11 a?os, cuando se coron¨® por primera vez en la capital francesa . El espa?ol se aloja en el hotel de siempre (el Royal Alma), muy cercano a los Campos El¨ªseos; si el tiempo se lo permite, suele pasear por all¨ª junto a sus allegados y por esa zona tambi¨¦n se deja caer con asiduidad en algunas pizzer¨ªas italianas; el Caf¨¦ de la Paix, en la Place de l¡¯Op¨¦ra, es otro punto fijo.
Ayer sigui¨® el mismo esquema. Se ejercit¨® por la ma?ana en el Club Jean Bouin, a medio kil¨®metro de los terrenos de Roland Garros, y por la tarde se retir¨® a sus aposentos. Nadal, nada nuevo, es un hombre de ideas fijas, aunque dentro del personaje existan infinidad de aristas. Es igualmente Nadal un tenista rom¨¢ntico, a contracorriente en un deporte que en estos tiempos de modernidad y tecnolog¨ªa exige la reinvenci¨®n permanente. Porque, en los buenos y los malos tiempos, como el des¨¦rtico a?o pasado, ha conservado el viejo patr¨®n, aunque haya experimentado con ligeros retoques en el juego y su raqueta.
Mismo preparador, una herramienta utilitaria, misma alimentaci¨®n. Nada que ver con los golpes de tuerca que han ido dando Novak Djokovic, Roger Federer o Andy Murray a sus respectivas carreras. El primero se fio a la ausencia de gluten o el yoga, al matrimonio como elemento estabilizador y a Boris Becker para potenciar su tenis; el segundo, padre de cuatro ni?os, a la varita de t¨¦cnicos de perfil muy distinto (entre otros, Peter Lundgren, Jos¨¦ Higueras, Paul Annacone, Stefan Edberg e Ivan Ljubicic); y el tercero, casado y con biber¨®n en la mano, tambi¨¦n a los cambios en su banquillo (Mark Petchey, Brad Gilbert, Miles Maclagan, Ivan Lendl, Am¨¨lie Mauresmo, Jonas Bj?rkman¡).
Costumbrismo y el reflejo familiar
¡°Rafa tiene un molde ¨²nico¡±, describe su amigo Carlos Moy¨¤, campe¨®n de Roland Garros en 1998; ¡°desde ni?o ha seguido las mismas directrices y continuar¨¢ as¨ª hasta el final. Por ejemplo, Murray o Federer probablemente se hubiesen estancado de no haber hecho modificaciones. Hay deportistas que necesitan cambios bruscos y golpes de efecto; Rafa, sin embargo, no; es, al fin y al cabo, el reflejo de su familia, que siempre ha sido muy tradicional. Su gente se lo inculc¨® desde peque?o y ¨¦l lo ha respetado¡±.
¡°Tiene ese San Benito de la fuerza y el f¨ªsico, pero su tenis ha evolucionado mucho¡±, agrega Xavi Segura, su encordador y confidente; ¡°pero la base sigue siendo la misma¡±. Apunta este ¨²ltimo adem¨¢s a otro factor: ¡°La base de todo ha sido Toni¡±. El entrenador, muy cuestionado el a?o pasado, cuando ven¨ªan muy mal dadas y figuras como John McEnroe le ped¨ªan abiertamente que diera un paso a un lado, ha sido al fin y al cabo quien ha moldeado al campe¨®n y el que le inculc¨® un modo de ver el deporte y muchos otros aspectos de la vida.
¡°La gente que ped¨ªa cambios tendr¨ªa sus razones y a lo mejor estaba en lo cierto, pero nosotros hemos seguido trabajando como lo hemos hecho todos los d¨ªas, desde que ten¨ªa tres a?os, y no nos ha ido muy mal. ?Por qu¨¦ raz¨®n vamos a cambiar m¨¢s de la cuenta?¡±, esgrime el t¨¦cnico, hoy d¨ªa m¨¢s supervisor que profesor, consciente de que su papel ya es otro. La demanda va cambiando, pero Nadal, artesano del tenis, conserva el viejo sello. Y as¨ª lo har¨¢, hasta el final.
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