Esteban Chaves gu¨ªa la rebeli¨®n de los escaladores en los Dolomitas
Se hunde Valverde, sufre Nibali y emergen Chaves, ganador de la etapa, y Kruijswijk, holand¨¦s de rosa
Como dir¨ªa Jacques Anquetil, los escaladores son felices sobre todo cuando descienden hacia hasta el pie de un nuevo puerto que deber¨¢n escalar, hacia un tormento que, como el de S¨ªsifo, h¨¦roe tr¨¢gico, no tendr¨¢ fin. Solo ah¨ª, a?adir¨ªa Albert Camus, otro franc¨¦s amante de la paradojas y de la belleza, se sentir¨¢n superiores a los dem¨¢s, due?os de un destino que dominan. Andrey Amador no llega a ese nivel, no es un escalador sino un ciclista que sufre y se sacrifica para serlo sabiendo que nunca lo ser¨¢, pero goz¨® de la misma alegr¨ªa silenciosa descendiendo sin frenos hacia el fondo de un valle de los Dolomitas hermosos extra?amente soleados por una cinta gris de asfalto, gris como las monta?as p¨¢lidas en sus cimas donde nubes de un gris m¨¢s oscuro a veces amenazan con esconderlas, gris como las fotograf¨ªas en blanco y negro del ciclismo antiguo, heroico, el ciclismo de cuando las luci¨¦rnagas de Pasolini, las de la ingenuidad preindustrial y alegre, a¨²n luc¨ªan como los reflejos p¨²rpuras de las piedras de las monta?as recortadas sobre un cielo azul azul y la nieve que no se va, tan blanca en las cunetas y s¨®lida.
Clasificaciones
ETAPA:
1. Esteban Chaves (COL/OGE) 6h 06m 16s
2. Steven Kruijswijk?(HOL/LNL) mt.
3. Georg Preidler (AUS/GAL) mt.
4. Darwin Atapuma (COL/BMC) a 6s
5. Vincenzo Nibali (ITA/AST) a 37s
GENERAL:
1. Steven Kruijswijk (HOL/LNL)?60h 12m 43s
2.?Vincenzo Nibali (ITA/AST) a?41s
3. Esteban Chaves (COL/OGE) a 1m 32s
4. ALEJANDRO VALVERDE (MOV) a?3m 06s
5. Andrey Amador (CTR/MOV) a 3m 15s
Todo ocurri¨® antes de la rebeli¨®n de los escaladores, que tomaron el poder, que acabaron con las ilusiones rosas de Alejandro Valverde ¨¢tono en las alturas, que hicieron sufrir a Vincenzo Nibali, que a veces se siente uno de ellos, que hicieron del Giro cosa suya, due?os, tan magn¨ªfica y dolorosa fue la etapa. Ellos se llaman Esteban Chaves y Steven Kruijswijk. Uno, el colombiano espl¨¦ndido de Bogot¨¢ y sus ojos verdes luminosos y sonrisa dulce, gan¨® la etapa; el otro, el reservado holand¨¦s pelirrojo y claro y tan serio que ama Italia y su carrera, visti¨® la maglia rosa al terminar el d¨ªa. Ambos pelear¨¢n por la victoria final, que un holand¨¦s nunca ha logrado y un colombiano, Nairo Quintana, s¨ª. El domingo ya, son favoritos de la cronoescalada.
Chaves grit¨®: ¡°?He ganado la etapa reina, mamma mia!¡±, y toda Italia, que ama a los que la veneran, aplaudi¨® y sonri¨®.
Amador, oscura su mirada y su maglia rosa abierta sobre un pecho blanco, asfixiado, aguant¨® hasta mediado el Giau matador, el puerto m¨¢s duro de los seis del d¨ªa, incluido el Pordoi de Coppi, en el que en los 210 kil¨®metros de etapa que recorri¨® Chaves en poco m¨¢s de seis horas los corredores debieron superar un desnivel de m¨¢s de 5.000 metros. Y 130 kil¨®metros se disputaron a una altitud superior a los 1.600 metros y llegando hasta 2.200. Se descolg¨® pero no se abandon¨®. No abandon¨® su orgullosa rosa, no abandon¨® a su jefe, al Valverde que entonces parec¨ªa algo y hac¨ªa dudar a Nibali, que quer¨ªa atacar y no se atrev¨ªa porque le ve¨ªa bien al murciano, al que entonces consideraba su gran enemigo. En el descenso hacia el siguiente puerto, en una secuencia de movimientos extraordinarios y seguros en los que traz¨® las curvas como un equilibrista, en el que us¨® su cuerpo como freno erguido o como acelerador acostado sobre la barra, el costarricense recuper¨® el tiempo perdido con el grupo de favoritos que bajaron como estrategas pensando en sus siguientes movimientos y los de sus rivales, no jug¨¢ndose el destino en las curvas, y con ellos, al ritmo de Michele Scarponi, el fiel de Nibali que le aceleraba o le frenaba seg¨²n le conven¨ªa, comenz¨® a escalar el Valparola, el menos temido de los pasos monta?osos, el m¨¢s mortal de todos, el ¨²ltimo. En un trecho suave, m¨¢s falso llano que puerto, Nibali oy¨® jadear a Valverde a su espalda y, coincidiendo con la aceleraci¨®n de una moto por su izquierda atac¨® seco y fuerte. Valverde ni se inmut¨®. Mir¨® a su derecha y se puso a rueda de Scarponi, el ritmo que no le romp¨ªa, mientras por todas partes, los escaladores agazapados como cazadores al acecho espetando que la presa se dejara ver se lanzaron felices a por el siciliano. Kruijswijk, impresionante, impaciente, lleg¨® de un brinco, de dos pedaladas largas; Chaves, m¨¢s cerebral y anal¨ªtico pese a las apariencias que le ven como un chiquillo despreocupado feliz de revolotear por ah¨ª, midi¨® sus movimientos y se enganch¨® m¨¢s tarde. Los dem¨¢s escaladores, Majka, Zakarin, Ur¨¢n, tambi¨¦n huyeron de Valverde clavado (perdi¨® 3m en la meta), pero, faltos de la fuerza y del jump y de la velocidad de los mejores, se quedaron juntos, en tierra de nadie. Poco despu¨¦s, Kruijswijk y Chaves, en un uno-dos estudiado, acabaron con Nibali, al que obligaron a hacer solo el final de etapa.
Para sentir que todo el universo gira a su alrededor, lo que Chaves siente cuando es feliz, lo que, dijo, sinti¨® llegando a Corvara, los escaladores necesitan ir solos como los m¨¢s grandes. En este primer d¨ªa de su rebeli¨®n, Chaves y Kruijswijk colaboraron, fueron en pareja, para desgracia el otro colombiano del d¨ªa, el largamente fugado Darwin Atapuma, al que que quebraron su felicidad alcanz¨¢ndole y abandon¨¢ndole derrotado a dos kil¨®metros de la llegada.
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