El Barcelona, campe¨®n de campeones
Los azulgrana, con diez durante una hora, resisten a un Sevilla competitivo y acaban por levantar su 28? Copa del Rey
Un partido crudo, tremendo y variable coron¨® al Bar?a en la Copa, a un Bar?a obligado por las circunstancias a ser otro Bar?a. Apurado por un Sevilla de cuerpo entero, por ese Sevilla de las gloriosas pasarelas europeas, los azulgrana se vieron ante una intriga desconocida. Con Mascherano expulsado poco despu¨¦s de la media hora y Luis Su¨¢rez lesionado de vuelta del descanso, el equipo barcelonista tuvo que tirar de ¨¦pica, aguantar los arrebatos rivales y esperar su momento. Lo encontr¨® en la pr¨®rroga, a la que el Sevilla tambi¨¦n lleg¨® con uno menos por una tarjeta roja a Banega. Y le lleg¨® el brindis con un primer goleador inesperado, Jordi Alba. El lateral puso el acento a un partido en el que colosos como Iniesta, Piqu¨¦ y Busquets quitaron foco a sus distinguidos delanteros. Por supuesto, no falt¨® Messi, autor de las dos asistencias goleadoras, esas diagonales messi¨¢nicas que nadie interpreta mejor que Alba y Neymar, que con su gol postrero baj¨® la persiana a un Sevilla que no supo rentabilizar su momento cuando en ventaja tuvo que llevar el control.
El manual de inicio fue del Sevilla, que impuso el relato del partido. Apareci¨® el Sevilla m¨¢s genuino, el que neg¨® cada bocanada de aire a los azulgrana, siempre apretados, acorralados en cada metro cuadrado. Hay mucho del Atl¨¦tico, azote del Bar?a en m¨¢s de una ocasi¨®n, en este equipo de centuriones forjado por Emery, donde abundan los soldados rasos de fe infinita, todos de suela desgastada. De libro el Sevilla, los barcelonistas vivieron un engorro constante, falto de chispa Neymar ¨Chasta que se encauz¨® en el tramo final-, encapsulado Luis Su¨¢rez y con Messi de jaula en jaula, de carcelario en carcelario. No hubo un Bar?a suelto, sino m¨¢s bien farragoso, neutralizado salvo en alguna arrancada de Leo y los exquisitos pasos del Bolshoi de Iniesta, pero siempre a varias cuadras de Sergio Rico, que no tuvo escenas hasta el final. En este Sevilla hay m¨¢s de una muralla, es un conjunto de alambradas. Menudo hueso para cualquiera, Bar?a incluido.
Segado el Bar?a, el cuadro andaluz se apunt¨® m¨¢s de medio partido. Lo suyo, ante rivales de este calado, es rebajar al adversario. Es su primer reto, y lo consigui¨® con creces, hasta dejar sin tajo a su portero, hasta la pr¨®rroga casi de vacaciones ante una delantera con tantos galones. Del segundo pulso, el de ida, se encargaron Iborra y Gameiro. Una pareja tan b¨¢sica como efectiva, cristalina. Uno las caza al vuelo, el otro, el franc¨¦s, tira de turbo. Ambos protagonizaron la jugada que alter¨® la trama. Iborra pas¨® el peine a un pelotazo, Gameiro meti¨® marcha hace Ter Stegen y Mascherano se colg¨® de la camiseta del galo. Expulsi¨®n o expulsi¨®n, como as¨ª fue. Como m¨ªnimo, al Bar?a le quedaba casi una hora por delante en desventaja. Nunca se hab¨ªa impuesto con once, ahora le tocaba remar con diez. Y al ¨¢rbitro administrar la justicia con el mismo rigor, lo que no siempre hizo a ojos de los cul¨¦s, desquiciados hasta la roja a Banega al considerar un exceso de permisividad con los sevillistas, tipos de corte recio.
La baja de Mascherano condicion¨® por completo el choque. A uno y otro se le cambiaron los papeles. Luis Enrique esper¨® hasta el intermedio para dar pista a Mathieu?por Rakitic, cuyo relevo ya es tradici¨®n en este Bar?a. En mayor¨ªa, al Sevilla le lleg¨® la hora de mutar su papel de resistente. No es equipo que acostumbre a llevar la batuta en las grandes ocasiones, se siente m¨¢s c¨®modo en la sala de espera, siempre en alerta para reba?ar. Por su parte, al Bar?a le correspond¨ªa m¨¢s nunca jugar a la contra, a campo abierto. Conducido por Banega, el conjunto hispalense se orient¨® por los costados, con Iborra en el punto de mira y Gameiro y la segunda l¨ªnea de pesca. Pero a los chicos de Emery les falt¨® convicci¨®n y, salvo un remate de Banega al poste, no lograron superar a un adversario colgado del tendal de Piqu¨¦, inmenso como cortafuegos al igual que Ter Stegen, portero de tan buenas manos como pies. Tampoco falt¨® la asistencia de Busquets, futbolista de todos y para todo. Con uno menos y Luis Su¨¢rez, jugador bandera de la Liga, rumbo a la enfermer¨ªa, para el Bar?a el partido qued¨® supeditado a esos sobresalientes subalternos que no lucen en su delantera de ne¨®n.
La baja de Mascherano condicion¨® por completo el choque
Sometido por el mayor empuje sevillista, los azulgrana se encomendaron al extraordinario respiradero de Iniesta, el calmante de todos, el m¨¢s capaz para estirar al equipo, para sacarle de la cueva. Con su celo con la pelota, que en sus pies resulta invisible para rivales, compa?eros y espectadores, Iniesta sostuvo a los suyos hasta que en el ¨²ltimo suspiro antes de la pr¨®rroga Banega hizo descarrilar a Neymar y tom¨® la direcci¨®n de Mascherano. Al Sevilla se le fue su momento. Igualadas las fuerzas, irrumpi¨® el Messi de estos tiempos, el pasador sublime, el que ha patentado una jugada de autor: sus diagonales a Neymar y Jordi Alba. Una acci¨®n mil veces vista este curso, pero algo tienen los genios que por mucho que se repitan nadie les pilla el truco. Ya en la pr¨®rroga, por en¨¦sima vez en la temporada, Leo conect¨® con Alba, que lleg¨® al ¨¢rea como suele, con el ment¨® en alza y un cohete en las botas. Gol. Como gol fue el Neymar, con otro calco de Messi. Una diana para certificar definitivamente a un campe¨®n de campeones. Lo es por doblete ¨Csu s¨¦ptimo de la historia- este Bar?a que encadena 24 Ligas y 28 Copas. Y lo es este Sevilla de leyenda, un competidor feroz que se las apa?a y se las apa?a cada curso. Gloria para ambos, el trono para el Bar?a y un pedestal para Iniesta.
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