De Sergio Ramos a Sergio Ramos
El h¨¦roe de Lisboa se convierte en el mejor jugador de la final de Mil¨¢n con una gran actuaci¨®n y un gol en fuera de juego
Sergio Ramos deber¨¢ encontrar un hueco vacante en su piel para dibujarse el minuto 15:27 de la final¨ªsima de San Siro. Ya se hab¨ªa tatuado el minuto 92:48 en el b¨ªceps, herr¨¢ndose como un toro bravo el mito del cabezazo de Lisboa, de forma que la historia contempor¨¢nea del Real Madrid puede leerse o escrutarse en la anatom¨ªa del defensa central sevillano, emulando al protagonista de "Prison Break". Que se hab¨ªa tatuado los planos de la c¨¢rcel para que no se los pudieran requisar los carceleros.
Y no era sencillo escapar de San Siro esta noche, sobre todo porque el campo milan¨¦s hab¨ªa arraigado una leyenda negra como supercher¨ªa a la hegemon¨ªa madridista. Catorce partidos, ninguna victoria. Y un conjuro que hab¨ªa opuesto Ramos en la vigilia, tirando del manual de los grandes t¨®picos: "las estad¨ªsticas est¨¢n para romperlas".
Ramos transit¨® de las palabras a los hechos en el final y en el principio. Porque anot¨® el cuarto penalti del pared¨®n. Y porque hab¨ªa adelantado al Real Madrid en el desenlace de una carambola que requiri¨® la falta de Kroos, la cabeza de Bale, la bota providencial del capit¨¢n madridista y el criterio err¨¢tico de los ¨¢rbitros ingleses. No castigaron el fuera de juego. Premiaron la ubicuidad de Ramos en San Siro, su carisma de condotiero. Y lo indultaron incluso cuando abort¨® por detr¨¢s un slalom de Carrasco que predispon¨ªa el 1-2 en el tiempo de descuento. Podr¨ªa haber sido roja. Pero las botas de Ramos eran verdes, verdes esperanza, e invocaron a su beneficio la fortuna.
Un factor evanescente, abstracto, el de la suerte que acude al rescate de Ramos en los partidos decisivos de la temporada. Y que remedia los episodios de incertidumbre. Estuvo a punto de marcharse al Manchester United en verano, como estuvo cerca de enfrentarse a Ben¨ªtez cuando el "difunto" t¨¦cnico madridista -?qui¨¦n lo recuerda?- le reproch¨® su negligencia en un partido de liga contra el... Atl¨¦tico de Madrid.
Se explica as¨ª que agradeciera la llegada de Zidane. Y que agradeciera todav¨ªa m¨¢s la novedad t¨¢ctica que supuso la apuesta de Casemiro como punto de balance entre la zaga y la vanguardia. Pudo apreciarse anoche en Mil¨¢n la innovaci¨®n. Un equipo construido de atr¨¢s hacia delante. Un galvanizador, Casemiro, que acud¨ªa a resguardo de los defensas centrales. Y que proporcion¨® al Madrid la jerarqu¨ªa de la presi¨®n, del repliegue y hasta la salida del bal¨®n en un partido de crisis para el ego depredador de Cristiano Ronaldo, m¨¢s all¨¢ de que se redimiera en el quinto "penal".
El capit¨¢n levanta la Und¨¦cima
El ¨²nico gol del Madrid lo marc¨® Sergio Ramos. Y la und¨¦cima Champions la recogi¨® Sergio Ramos del Rey, como si fuera la primera medalla del colegio y como si las declaraciones de la vigila -"perder no ser¨ªa un fracaso"- obedecieran a una calculada superstici¨®n. Ya se ocup¨® de desmentirla ejerciendo de comandante en jefe. Un partido superlativo del que se llev¨® todo lo que pod¨ªa llevarse: la Copa, el esqueleto de Juanfran, las maldiciones de San Siro y el premio al mejor jugador de la final.
Lo fue por razones balomp¨¦dicas en su concentraci¨®n y en su eficacia. Lo fue m¨¢s todav¨ªa por cuestiones extradeportivas, aireando los brazos como un telepredicador cada vez que los aficionados merengues incurr¨ªan en episodios de congoja.
Ramos era el capit¨¢n, el lugarteniente de Zidane en el campo, el int¨¦rprete de un planteamiento mitad pragm¨¢tico mitad c¨ªnico que entregaba el bal¨®n al Atleti y que se liberaba al contraataque. No con demasiado acierto porque la BBC emiti¨® esta noche en blanco y negro, pero s¨ª con la constancia en la arenga de Ramos. Que empieza a necesitar un transplante de piel porque ya no le caben los tatuajes en el cuerpo.
Es la primera vez que Sergio Ramos levanta la copa de Europa con los galones y los b¨ªceps de capit¨¢n. Y no parece que vaya a ser la ¨²ltima.
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