Gan¨® el mejor (o no)
Ya lo dijo Mariano Rajoy antes del partido, en una de esas m¨ªticas frases que vienen a significar ¡°mire usted, no s¨¦ muy bien lo que estoy diciendo¡±: ¡°Tiene que ganar el mejor y todo el mundo sabe qui¨¦n es el mejor, aunque a lo mejor no coincide todo el mundo¡±. Resumiendo: que gan¨® el mejor (o no), que todo el mundo sabe qui¨¦n es el mejor (o no) y que a lo mejor no coincide todo el mundo (o vaya usted a saber). Gan¨® el Madrid, mejor o peor, y toda la crueldad del mundo se le volvi¨® a hacer presente al Atl¨¦tico, el equipo con la trayectoria m¨¢s brutal de cuantos disputaron esta Champions, que le ha llevado a medirse con los tres conjuntos m¨¢s potentes del planeta (Bar?a, Bayern y Madrid). Se qued¨®, de nuevo, a un mil¨ªmetro de la gloria, esa gloria que se le resiste, una, dos, tres veces. Su t¨¦cnico, Diego Simeone, dijo tras el partido que perder dos finales en tres a?os es un fracaso. No cree uno que esa palabra le encaje bien al Atl¨¦tico. As¨ª lo dicta la memoria, que recuerda, por si a alguien se le ha olvidado, que hace solo cinco a?os este equipo ve¨ªa los partidos de la Champions por televisi¨®n. Y ahora juega las finales.
El Atl¨¦tico tuvo al Madrid en la lona y le dejo levantarse, aunque fuera con muletas
Dicen las estad¨ªsticas, tan exactas como se las suponga, que el equipo de Simeone tuvo el control del bal¨®n (hasta un 55%), que dio m¨¢s pases que el Madrid y que mand¨® m¨¢s centros al ¨¢rea. Pero tambi¨¦n dicen que el Madrid remat¨® en 24 ocasiones por 17 de su rival. Acaparar el control del bal¨®n est¨¢ muy bien, pero no garantiza nada. Que se lo digan al Rayo. El Atl¨¦tico tuvo al Madrid en la lona y le dejo levantarse, aunque fuera con muletas. La entrada de Carrasco, un jugador estratosf¨¦rico, el mejor del partido junto a Bale, Casemiro y Gabi, le puso como una moto. Lleg¨® su gol, pero fue entonces cuando se olvid¨® de noquear al Madrid. Y al Madrid hay que noquearle. Sin compasi¨®n. A la m¨ªnima oportunidad. La historia, en Europa, est¨¢ llena de episodios en los que un equipo casi gana al Madrid. Lleg¨® la pr¨®rroga. El Atl¨¦tico a¨²n ten¨ªa dos cambios por hacer. El Madrid ninguno. All¨ª todo hijo de vecino cojeaba, se acalambraba, almas en pena sobre un rect¨¢ngulo verde. Pero en esa media hora de pr¨®rroga, el Atl¨¦tico dispar¨® una sola vez a porter¨ªa. El Madrid, el noqueado imaginario, cinco.
Quedan consuelos para el no ganador, claro. El de la justicia divina es muy socorrido. Pero la justicia divina, como la terrenal, tiene muchas causas abiertas, am¨¦n de que Keylor escucha el nombre de Dios y entra en trance. Queda tambi¨¦n agarrarse a la mala suerte, al penalti fallado por Griezmann, al gol en fuera de juego de Ramos con agarr¨®n a?adido de Savic. Pero esas excusas s¨ª sonar¨ªan a fracaso en un equipo, el Atl¨¦tico, que ha hecho todo menos fracasar. Porque la palabra fracaso, en este partido, solo es aplicable a Pepe, decidido a fingir y llenar de mierda un choque emocionalmente colosal.
Escrib¨ªa as¨ª Jorge Valdano en un relato sobre el que fuera su equipo: ¡°El Madrid se ven¨ªa encima con toda la fe de su historia. Y esa es mucha fe¡±. Porque la fe ni se estudia en una pizarra ni tiene que ver con Keylor y sus padrenuestros. La fe es esa imagen en el descanso de la pr¨®rroga que mostraba a Zidane ri¨¦ndose con Cristiano. El Madrid cierra una temporada que parec¨ªa ideada por M¨ªster Bean con un ¨¦xito may¨²sculo. Y al Atl¨¦tico, entre l¨¢grimas, le queda el consuelo de haberse convertido en el equipo m¨¢s dif¨ªcil de derrotar del mundo. Pero que nadie sufra ni celebre, pues ya lo dijo el siempre preclaro Luis Enrique: ¡°La Liga es la que marca una temporada. La Champions depende m¨¢s de momentos puntuales, de los sorteos, de la suerte¡¡±. As¨ª las cosas, ?a qui¨¦n le importa una Copa de Europa? Y en el caso del Madrid, ?qu¨¦ es una raya m¨¢s para un tigre? Once rayas lleva ya.
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