Curry, Thompson y los privilegios
Los lazos familiares de los jugadores de la NBA con deportistas de ¨¦lite les conceden ventajas que no se corresponden con la meritocracia
Me deber¨ªan gustar los Golden State Warriors. Juegan al baloncesto con fluidez, con jugadores intercambiables y un entrenador que ocasionalmente dice cosas inteligentes, y eso encaja con mi manera de entender el baloncesto. No obstante, no me gustan los Golden State Warriors.
Durante toda la temporada, este desagrado me ha remordido mi conciencia, como si me hubiera olvidado un tiquet de aparcamiento. Pero ahora, al fin, y con la temporada casi acabada, creo que lo he descubierto. Mi problema con los Warriors comienza con mi propio complejo de inferioridad y acaba con Klay Thompson y Steph Curry y lo que me empujan a pensar acerca de los privilegios.
The Wall Street Journal publica que el 49% de los jugadores de la NBA tienen un familiar cercano que tambi¨¦n es atleta de ¨¦lite. Es el caso de Thompson y Curry, cuyos padres jugaron en la NBA, una muy buena ventaja gen¨¦tica para empezar. Pero la gen¨¦tica no me molesta. Lo que me molesta son las conexiones que ambos jugadores (probablemente) usaron en sus respectivos caminos hacia la cima.
Vi muchos que no sufrieron para encontrar un lugar para jugar. La mayor¨ªa fueron a grandes universidades privadas en grandes ciudades y contaron con padres o asesores con contactos
Cuando estaba en el instituto, los entrenadores universitarios se fueron alejando del scouting de los institutos e incrementaron la atenci¨®n que prestaban al baloncesto de verano. Esto complic¨® bastante el proceso de encontrar el propio camino hacia un equipo universitario a jugadores como yo, que hab¨ªamos crecido en diminutos pueblos de Kansas y que confi¨¢bamos en el ¡°viejo¡± m¨¦todo para impresionar a los entrenadores universitarios.
Di tumbos de uno a otro equipo de la liga de verano, sin ninguna idea real de lo que pod¨ªa ser eficaz. Al final, recorr¨ª mi propio camino en un equipo adecuado y todo sali¨® bien: llegu¨¦ a jugar en el baloncesto universitario. Pero en el camino, vi un mont¨®n de jugadores que sufrieron muchos menos problemas para encontrar un lugar para jugar. La mayor¨ªa fueron a grandes universidades privadas en grandes ciudades y contaron con padres o asesores con contactos, ya fuera con los entrenadores de aquellos equipos de las ligas de verano o con los propios organizadores. Odiaba a aquellos jugadores. Y eso es lo que Curry y Thompson me recuerdan.
Es indiscutible que Curry y Thompson son fant¨¢sticos jugadores. Pero tambi¨¦n es indiscutible que han tenido todas las ventajas en su camino a la NBA y que hubo multitud de ocasiones en las que ambos pudieron decir: ¡°Vale, t¨² puedes apostar por los chicos cuyos padres no jugaron en la NBA, pero ?por qu¨¦ lo har¨ªas?¡±
Esto me afecta de lleno por el proceso enloquecedor por el que pas¨¦ como jugador. Pero pienso que tambi¨¦n puede afectar a todo aqu¨¦l que alguna vez haya sentido que estaba empujando sin parar contra una fuerza incomprensible, la que representan las conexiones familiares, y lo que esas conexiones afectan a nuestra esperanza de que el mundo deber¨ªa ser una meritocracia. No lo es, por supuesto, y que no me gusten los Warriors no va a cambiar este hecho. Pero eso no detendr¨¢ mi intenci¨®n de intentarlo.
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