Nacer ¡®Mohamed¡¯ Bouhanni
El sprinter franc¨¦s rinde homenaje al fallecido Al¨ª al imponerse en la etapa del Dauphin¨¦
Nacer Bouhanni es ciclista y boxeador, que viene a ser lo mismo, un sprinter que se frustra cuando no gana y golpea con los pu?os su pobre bicicleta que le esclaviza, y cuando gana es tan feliz que recuerda sus or¨ªgenes y el p¨®ster de Mohamed Al¨ª, el ¨²nico que mereci¨® su dormitorio de adolescente en la fr¨ªa Francia de los Vosgos, y lanza nada m¨¢s cruzar la meta sus pu?os al aire en una serie de pu?etazos, varios uno-dos fren¨¦ticos, que cierra con un crochet de derecha, homenaje a su ¨ªdolo boxeador muerto el s¨¢bado. Para ganar us¨® la cabeza protegida por su casco negro. Primero como arma f¨ªsica para castigar a los katushas de Kristoff que le empujaban fuera de su tren; despu¨¦s como arma mental veloc¨ªsima pegada al manillar para encontrar hueco como una culebra y la aspiraci¨®n del irland¨¦s Bennet, un armario que le proteg¨ªa del viento del que sali¨® disparado.
La primera etapa del Dauphin¨¦ en el valle del R¨®dano desbordante transcurri¨® apacible y amistosa hasta que quisieron Alberto Contador y su amor por el fragor incompatible con su proclamada indiferencia por la victoria final. Mitchell Docker, un australiano en fuga acompa?ado de un belga, luc¨ªa tranquilo su bigote a?os 80 y sus gafas Boll¨¦ a juego, lo que se lleva en estos tiempos vintages; un par de minutos detr¨¢s, a cola de un pelot¨®n organizado detr¨¢s de los maillots rojos de katushas y cofidis, Dani Moreno y Purito Rodr¨ªguez, ya sin motivos para sentirse celosos uno de otro, charlaban amigos y, no muy lejos, Mikel Landa contaba a sus colegas que seguramente tambi¨¦n le ver¨¢n en el Tour tambi¨¦n al lado de su jefe, Chris Froome; el sol brillaba y, a menos de 10 kil¨®metros para la llegada en Saint Vulbas, las espigas verdes de los campos se agitaban por el viento y el humo blanco de la central nuclear se elevaba tendido, la se?al de la batalla.
Contador, el l¨ªder de amarillo, disfruta tanto escalando un puerto de cuatro kil¨®metros sin sentarse ni un metro que coloc¨¢ndose segundo o tercero de un pelot¨®n chirriante en busca de sangre y abanicos. El chico de Pinto oli¨® la posibilidad de romper el pelot¨®n y se puso al frente de las operaciones, un s¨ªntoma m¨¢s de su vitalidad y la buena forma que mostr¨® en el pr¨®logo en cronoescalada para temor de sus rivales. Del frenes¨ª final no surgi¨® una ruptura sino un ciclista boxeador, que es lo mismo, un sprinter feliz.
Hasta el domingo y su final alpino, el Dauphin¨¦ seguir¨¢ permitiendo divertirse tanto a los Contador y dem¨¢s escaladores con las cuatro llegadas en alto programadas (martes, viernes, s¨¢bado, d¨ªa grande de M¨¦ribel, y domingo), como a Nacer Mohamed Bouhanni y sus amigos sprinters con la llegada del jueves.
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