F¨²tbol en la capital del exilio espa?ol
Toulouse, la ciudad francesa m¨¢s espa?ola, acoge el debut de la selecci¨®n entre la nostalgia y la ilusi¨®n de ver ganar a La Roja
¡°Como dec¨ªan nuestros padres, nunca hemos deshecho las maletas¡±, relata con nostalgia Jos¨¦ Mart¨ªnez Cobo sentando en un banco de la plaza Wilson de Toulouse. El coqueto lugar, presidido por una fuente que conmemora al poeta franc¨¦s Pierre Goudoulim, fue el ¨¢gora de los primeros exiliados espa?oles que cruzaron la frontera hacia Francia al finalizar la Guerra Civil. ¡°Se le puso el nombre del Parlamento porque los s¨¢bados por la tarde ven¨ªan aqu¨ª a sentarse a discutir y a exponer sus ideas los socialistas y los anarquistas. Era el ¨²nico sitio donde se romp¨ªan los guetos y donde se mezclaban espa?oles de distintas ideolog¨ªas¡±, explica Mart¨ªnez Cobo, pediatra e hist¨®rico miembro del PSOE que presidi¨® el m¨ªtico congreso de Suresnes de 1974.
Desde la plaza situada en el coraz¨®n de la capital del exilio republicano, Mart¨ªnez Cobo explica el porqu¨¦ hoy la selecci¨®n juega en la ciudad m¨¢s espa?ola de Francia. ¡°Es la gran ciudad m¨¢s cercana a Espa?a y luego, cuando comienza la II Guerra Mundial, est¨¢ en la parte de Francia no ocupada por los alemanes. Aqu¨ª se produjo un reagrupamiento¡±. En 1944, Toulouse contaba con 200.000 habitantes y 20.000 de ellos eran refugiados pol¨ªticos. ¡°Al principio, la acogida en Toulouse a los exiliados no fue buena, pero luego se dieron cuenta de que hab¨ªan acogido a una generaci¨®n muy buena, muy generosa, con mucha dedicaci¨®n e ilusi¨®n por el trabajo. Cuando la retirada se hablaba de los rojos, a?os despu¨¦s ya nos llamaban los republicanos y eso es significativo¡±, prosigue Mart¨ªnez Cobo, que cifra en 8.000 los espa?oles registrados actualmente en el consulado. ¡°En Toulouse se puede hablar de tres oleadas de inmigraci¨®n. La primera, la pol¨ªtica, que lleg¨® al acabar la Guerra Civil, la segunda es la econ¨®mica, en los a?os 50 y 60, que abandon¨® Espa?a para buscar trabajo y la tercera es la actual, tambi¨¦n con ese objetivo, pero formada acad¨¦micamente¡±, apunta la directora del Instituto Cervantes de Toulouse, Mar¨ªa Jes¨²s Garc¨ªa.
¡°Mis amistades tanto francesas como espa?olas se hicieron tanto en torno al f¨²tbol. Yo jugu¨¦ de portero en el equipo de las Juventudes Socialistas de Toulouse. Particip¨¢bamos en el campeonato franc¨¦s de aficionados. Ten¨ªamos derecho a incorporar a dos franceses porque ellos pod¨ªan incluir a dos extranjeros. Recuerdo que el Racing de Toulouse vino a ver a dos jugadores que ten¨ªamos porque estaban interesados en ellos. Los anarquistas tambi¨¦n formaron un equipo y hab¨ªa otro solo de catalanes. El m¨ªo jugaba bien, ¨¦ramos directos y trajimos aqu¨ª algo que no se ve¨ªa mucho, el juego con la cabeza¡±, recuerda Mart¨ªnez Cobo.
¡°Me hace mucha ilusi¨®n que Espa?a juegue aqu¨ª", dice un inmigrante espa?ol
En el campo de concentraci¨®n de Bram, situado a 50 kil¨®metros de Toulouse, anarquistas, socialistas y comunistas organizaban torneos, tal y como recoge el libro La Retirada. Mots e images d¡¯un exode de V¨¦ronique Moulini¨¦ (Ed. Garae H¨¦siode, 2009), que forma parte del rico fondo hist¨®rico sobre el exilio guardado en la biblioteca del Instituto Cervantes.
En Toulouse tambi¨¦n residi¨®, antes de ser detenido y trasladado al campo de concentraci¨®n de Mauthausen, en Austria, Saturnino Navazo Tapia, jugador del Club Deportivo Nacional, cinco temporadas en Tercera Divisi¨®n y dos en Primera. Saturnino fue campe¨®n de la Copa de Castilla en 1934 y tuvo que exiliarse tras la guerra. En Mauthausen, Navazo protagoniz¨® una historia conmovedora al adoptar a un ni?o jud¨ªo al que salv¨® de la muerte. La historia la narra en su autobiograf¨ªa, Mi resiliencia. Siegfried Meir, el ni?o que tuvo que falsear su nombre y cambiarlo por el de Luis Navazo para poder salir junto a su padre adoptivo de la Alemania ya liberada porque era menor de edad.
Los alrededores de la plaza Wilson poco a poco se van llenando de camisetas de La Roja. ¡°Me hace mucha ilusi¨®n que Espa?a juegue aqu¨ª, pero es un placer y una angustia a la vez porque me duele mucho cuando perdemos. Ver¨¦ el partido solo en mi casa, en una butaca, sin nadie al lado que pueda presenciar mis emociones. Llegu¨¦ aqu¨ª con cinco a?os y me he educado en Francia, pero me siento espa?ol y tengo la necesidad de demostr¨¢rmelo todos los d¨ªas¡±, concluye Mart¨ªnez Cobo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.