Que nadie jam¨¢s olvide Heysel
Los abyectos sucesos de estos d¨ªas destilan, de momento, una cierta laxitud de las autoridades, civiles y deportivas y no estamos ante un virus desconocido
A la vieja y extraviada Europa le ha estallado en los morros una epidemia que se cre¨ªa casi erradicada. La barbarie social de estos d¨ªas en Marsella, con guerras y guerrillas urbanas entre rusos e ingleses solo ha hecho brotar el lado m¨¢s nauseabundo del f¨²tbol, v¨ªctima de estas escorias. Un f¨²tbol que sirve de excusa para las inmundicias de esos indeseables, no como mecha. Los abyectos sucesos de estos d¨ªas destilan, de momento, una cierta laxitud de las autoridades, civiles y deportivas. No estamos ante un virus desconocido. Si parec¨ªa extinguido en su mayor parte es porque ante semejante vandalismo jam¨¢s hay que bajar la guardia, y mucho menos cuando ya eran palpables algunos rebrotes en los pa¨ªses del Este, caso de Rusia, por ejemplo. Que el nacionalismo ruso se hooliganice a dos a?os de su Mundial es una se?al m¨¢s que inquietante.
La vileza de Marsella revela que se han aflojado los controles. Por un lado, corresponde a cada pa¨ªs vetar, o al menos informar, a todos aquellos indecentes ya fichados que pretenden cruzar fronteras hacia el torneo. O no lo han hecho con diligencia los responsables ingleses y rusos, o algo ha fallado estrepitosamente en su coordinaci¨®n con la seguridad francesa, que, para su desgracia y la de todos, ahora debe desviar m¨¢s fuerzas de las que preve¨ªa para estar en alerta no solo con la amenaza terrorista.
Que el nacionalismo ruso se 'hooliganice' a dos a?os de su Mundial es una se?al m¨¢s que inquietante
Tampoco se entiende que, con su historial de fechor¨ªas, la UEFA reuniera a ingleses y rusos en Marsella, uno de los principales focos conflictivos, si no el que m¨¢s, de Francia. Como no se entendi¨® en su d¨ªa que en la Eurocopa de 2000 de B¨¦lgica y Holanda convocara en las ratoneras calles de Charleroi a ingleses y alemanes, donde se retaron en batalla campal por todos los rincones durante horas y horas. Tampoco cabe en l¨®gica alguna que en el Vel¨®dromo marsell¨¦s un sector de rusos e ingleses estuvieran tan cercanos, como si el recuerdo de Heysel se hubiera borrado. Los filtros de venta de entradas no funcionaron. La UEFA, ahora con ?ngel Mar¨ªa Villar al frente, advirti¨® ayer de que no vacilar¨¢ en descalificar a equipos si prosiguen los graves incidentes. El reglamento disciplinario de la UEFA lo permite de acuerdo con su art¨ªculo 6. No deber¨ªa dudar lo m¨¢s m¨ªnimo, ni un segundo. El triste pasado del hooliganismo as¨ª lo recomienda. Que ayer tambi¨¦n hubiera palos y palos entre norirlandeses y polacos, y entre alemanes y ucranios hace tiritar ante la posibilidad de que los machotes hayan decidido jugar su propia Eurocopa hooliganiana.
El hooliganismo encontr¨® caladero en el f¨²tbol en los a?os ochenta y origin¨® una hemorragia que solo se ataj¨® cuando los muertos y m¨¢s muertos ya resultaron incontables. La atrocidad de Heysel, en Bruselas, con 39 fallecidos en la final de la Copa de Europa de 1985 entre la Juventus y el Liverpool, por fin agit¨® la conciencia de los gobernantes. De ello puede dar fe como nadie Michel Platini, presente en aquel infame partido y autor del ¨²nico gol. El f¨²tbol qued¨® manchado para siempre. Inglaterra, vivero del repugnante fen¨®meno, actu¨® entonces con firmeza, lo mismo que las autoridades deportivas, caso de la UEFA, que expuls¨® a los clubes de la Premier de las competiciones europeas durante cinco a?os. Desde entonces, el hooliganismo qued¨® limitado a algunos incidentes epis¨®dicos, como aquel infame linchamiento de salvajes alemanes al polic¨ªa franc¨¦s David Nivel durante el Mundial de 1998, que estuvo ocho semanas en coma.
La contundencia de entonces deber¨ªa doblarse ahora para atajar de ra¨ªz el m¨¢s m¨ªnimo repunte. Tolerancia bajo cero o se corre el riesgo de que la onda vuelva a ser igual de expansiva, lo que ser¨ªa imperdonable. M¨¢xima contundencia ya. Por parte de las autoridades y de la UEFA. Si hay que expulsar a una selecci¨®n, que se la expulse de inmediato. Fue la ¨²nica receta que en su momento funcion¨® con los ingleses. Ante precipicios extremos como este no hay tibieza que valga. Europa sabe como nadie de d¨®nde viene. Que nadie jam¨¢s olvide Heysel.
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