El acorde¨®n chileno
Pizzi ha dado con la tecla que une a La Roja con el pasado reciente de Sampaoli y Bielsa
Las bases de datos echaban humo buscando marcha atr¨¢s un resultado similar de Chile (0-7 a M¨¦xico) en un torneo internacional de car¨¢cter oficial. Desde que los goles no abundan por el tacticismo del juego (tres tantos ya se consideran goleada), conseguir siete dianas en los cuartos de final de una Copa de Am¨¦rica y ante un rival ilustrado como M¨¦xico (m¨¢s de un a?o sin conocer la derrota) autom¨¢ticamente adquiere la condici¨®n de hecho hist¨®rico.
Pero la victoria de Chile fue mucho m¨¢s que una sucesi¨®n de goles por larga que esta fuera. Una misma noticia puede ser buena o mala seg¨²n quien sea el protagonista. Si se mira a Chile, es casi imposible destacar a uno sobre los dem¨¢s. Lo mismo le ocurre a M¨¦xico, pero en sentido negativo. Chile fue un acorde¨®n perfecto que tocaba muchas notas a la vez, pero todas en sentido l¨®gico hasta conseguir que el pentagrama fuera lo m¨¢s parecido a una obra maestra. Puede uno quedarse con el papel de tenor de Vargas con su p¨®ker de goles, dando cuatro veces la ¨²ltima nota, un ariete avispado y ¨¢gil que aclara su espacio como quien pasa un pa?o h¨²medo sobre el cristal. O elegir la potencia descomunal de Alexis, que cuando encara invita al rival a apartarse de su camino. O a Edson Puch, una especie de microondas que se mueve por todas las posiciones, m¨¢s dif¨ªcil de fijar que una melena al viento. O con la sabidur¨ªa de Marcelo D¨ªaz, o el cuentakil¨®metros inagotable de Vidal, o la laboriosidad oscura de Aranguiz. O Fuenzalida y Beausejour, laterales con cualidades de extremo o extremos con capacidad de retorno. O el conocimiento exhaustivo del f¨²tbol de barrio de Gary Medel, la veteran¨ªa de Jara (hasta ahora el m¨¢s d¨¦bil de la defensa) o el instinto de superaci¨®n de Claudio Bravo para sobreponerse a errores anteriores. Algo as¨ª como elegir entre la zampo?a, el charango, la quena, la ocarina o el bombo, de entre los instrumentos t¨ªpicos de Chile. El acorde¨®n los resume.
Si se mira a Chile, es casi imposible destacar a uno sobre los dem¨¢s.
Cada uno tocaba una nota y entre todos construyen un f¨²tbol sinf¨®nico. Todas las dudas que amenazaba a Chile en sus dos partidos anteriores saltaron por los aires como si M¨¦xico fuera un p¨¢jaro aturdido por los disparos del cazador. Juan Antonio Pizzi viv¨ªa oscurecido por la sombra alargada de Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli. El primero le dio a Chile organizaci¨®n frente a la anarqu¨ªa reinante en La Roja y consigui¨® que creyeran en s¨ª mismos. Entendi¨® el esp¨ªritu del jugador chileno y lo organiz¨® al conocido estilo Bielsa. Sampaoli ¡ªque lo hizo campe¨®n de Am¨¦rica¡ª intensific¨® esos valores recuperados, haciendo de la organizaci¨®n el fundamento de sus ¨¦xitos. A Pizzi le faltaba agarrarse al palo de esa bandera, escribir su l¨ªnea particular en el curr¨ªculo de la selecci¨®n. Las cr¨ªticas le persegu¨ªan y el inmediato pasado parec¨ªa caerle encima en lugar de impulsarle m¨¢s alto. Perdi¨® ante Argentina y cometi¨® m¨¢s errores de los esperados ante la d¨¦bil Panam¨¢. Su defensa era un mar de dudas en el juego a¨¦reo.
M¨¦xico fue el ansiol¨ªtico y la vitamina que necesitaba. Amarrado en el centro del campo, sus dos laterales (se cay¨® Isla, poco productivo en ataque) entendieron que su papel es b¨¢sico en un sistema y un juego tan total. La pelea va por dentro, las autopistas van por fuera. Llegados arriba, el talento hace el resto. La presi¨®n, hist¨®ricamente menos apreciada en Am¨¦rica que en Europa (m¨¢s rom¨¢ntica la primera, m¨¢s industrial la segunda), es la base de Chile, los pilares de su tierra prometida. Presi¨®n alta, intensa, sin desmayo, sin divismos, sin futbolistas que hagan novillos cuando de recuperar el bal¨®n se trata.
Todo eso signific¨® m¨¢s que los siete goles como siete plagas que le cayeron a M¨¦xico. Siete goles que ya est¨¢n escritos en may¨²scula en las bases de datos futbol¨ªsticos de Am¨¦rica. Pero la historia es otra cosa: esa se escribir¨¢ el 26 de junio en la final en Nueva York, con Argentina y Chile como favoritos, con el permiso de EE UU y Colombia, que est¨¢n muy vivos.
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