Colombia, el d¨ªa que ya pas¨®
La mirada debe plasmarse en el futuro de un equipo capaz de instantes de absoluta brillantez
Las tormentas se pueden predecir. Al menos eso demostr¨® el eficiente servicio meteorol¨®gico de Chicago. Ya con el partido m¨¢s largo disputado en esta Copa Am¨¦rica Centenario agonizando, las tormentas de la selecci¨®n de Colombia tambi¨¦n ten¨ªan f¨¢cil predicci¨®n. La sangre nacional, siempre en permanente estado de ebullici¨®n, no se enfri¨® a pesar de la borrasca, el diluvio y el chubasco ca¨ªdo sobre las cabezas de los hinchas y periodistas que con paraguas y pararrayos en la mano presenciaron la mediocre performance del equipo de P¨¦kerman contra Chile.
Y volvi¨® el discurso trasnochado de cierto sector de la prensa sobre haber hecho esto o lo otro; sobre lo que es y lo que deber¨ªa ser; sobre la facilidad de apuntalar juicios sumarios con el peri¨®dico del lunes; sobre elucubrar por qu¨¦ no jug¨® mengano y s¨ª zutano. O por qu¨¦ fulano no estuvo, como si esas f¨®rmulas de alquimistas fueran el t¨®nico y la p¨®cima capaz de haberle dado la vuelta a un partido plagado de nubarrones y de truenos, futbol¨ªsticamente hablando. Tambi¨¦n, como no pod¨ªa ser de otra manera, se invoc¨® el alma de los ausentes, como si en ellos hubiera estado una soluci¨®n segura. Es un mal com¨²n. Cada vez que la derrota llega, siempre se extra?ar¨¢ a los que no hicieron parte de ella.
Por eso m¨¢s que gastar materia gris en lo que pudo ser y no termin¨® siendo, la mirada debe plasmarse en aquello que se viene en el camino de este equipo, todav¨ªa inconexo por momentos pero capaz de tener instantes de absoluta brillantez como aquel primer tiempo arrasador frente a los paraguayos.
Hay varias certezas: una, que parte de los grandes dolores de cabeza pensando en Rusia 2018 ¡ªque debe ser la verdadera meta, el verdadero objeto de deseo de P¨¦kerman y 40 millones m¨¢s¡ª est¨¢n cimentadas ya casi que como un problema secular, en el sector izquierdo de la defensa. Los ensayos no han sido pocos (Pablo Armero, Farid D¨ªaz, Frank Fabra, Darwin Andrade¡) y los errores han sido crasos. Ese es el primer sitio en el que se debe trabajar, seguramente con esos mismos nombres porque en la alacena no hay muchos m¨¢s ingredientes.
Tambi¨¦n es una verdad que el ensamblaje de la dupla de centrales Murillo-Zapata da seguridad junto con David Ospina a los gelatinosos predios colindantes en los costados. Y cuando ?scar Murillo se recupere de la lesi¨®n que lo dej¨® fuera, hasta podr¨ªa ensayarse una l¨ªnea de tres ¡ªOscar la supo jugar en Nacional, asimismo Zapata en Udinese¡ª y tal vez, por qu¨¦ no, convertir esa falencia por los costados en una fortaleza a partir de un cambio de esquema, lo que requerir¨ªa de trabajo extra para ensamblar las piezas. Pero no deja de ser una opci¨®n.
Se confirm¨® otra dupla de trabajo que se entiende bien en la cancha: la de Daniel Torres, volante que juega en el f¨²tbol local pero que cuenta con personalidad suficiente como para dar gritos a sus compa?eros m¨¢s refinados y que juegan en clubes de gran post¨ªn, y Carlos S¨¢nchez, expulsado frente a los chilenos, pero que le dio criterio y quite a un mediocampo algo revoltoso y sin tantos cargos de conciencia por obviar la labor de marca en los primeros encuentros. Falta que se vuelva a encontrar consigo mismo Sebasti¨¢n P¨¦rez ¡ªcosa que ocurrir¨¢ en cualquier momento¡ª y as¨ª el medio quedar¨¢ m¨¢s que asegurado. Y esperar a que las individualidades brillen m¨¢s: que Cuadrado vuelva a ser el de la Fiorentina y James, el de la primera campa?a con el Real Madrid, ya que no basta que el genio simplemente salga de la l¨¢mpara cuando se le requiere; tambi¨¦n la idea de contar con un genio al lado es que en lo posible trate de cumplir los deseos.
Duele no alcanzar la final del torneo. Duele saber que la historia se repiti¨® porque los chilenos llevaron a cabo el mismo plan en 1987 y quitaron del camino hacia el partido definitivo de la Copa a los que entonces dirig¨ªa Francisco Maturana. Pero la memoria a veces juega malas pasadas: el torneo iba a servir para explorar nuevas f¨®rmulas y, de paso, ir avanzando fases. A ese ritmo sosegado se alcanzaron las semifinales.
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