Una Am¨¦rica entre Leo y don Alfredo
Menotti, Luis Su¨¢rez, Cappa, Ardiles y Bianchi comparan a Di St¨¦fano, mito del Real Madrid, y a la estrella del Barcelona, en busca de su primer t¨ªtulo con Argentina
Hay quienes piensan en Barcelona que Lionel Messi se levanta por la ma?ana en Castelldefels, va a entrenarse a la Ciudad Deportiva Joan Gamper en Sant Joan Desp¨ª y por la noche apoya la cabeza en la almohada de su casa en Rosario. ¡°Lleg¨® aqu¨ª cuando ten¨ªa 12 a?os y contin¨²a siendo un tipo de Rosario. Habla como la gente de all¨ª y hasta se come la letra s. Eso es muy de santafesino¡±, asegura ?ngel Cappa. ¡°Alfredo era igual¡±, interviene el espa?ol Luis Su¨¢rez; ¡°a pesar de que vivi¨® muchos a?os en Espa?a ¨¦l era cien por cien porte?o. Utilizaba siempre expresiones t¨ªpicas de los argentinos, como quilombo, que en ese momento nadie sab¨ªa qu¨¦ significaban¡±. Cesar Luis Menotti asegura que la ¨²nica palabra que, a veces, se le escapaba era regate, porque ¡°gambeta era muy larga¡±. Y remata Cappa: ¡°Don Alfredo era un tipo muy de barrio, nunca se crey¨® que era Di St¨¦fano. Solo pensaba que era una persona que jugaba bien al f¨²tbol y nada m¨¢s¡±.
Di St¨¦fano lleg¨® a Espa?a con 27 a?os y despu¨¦s de 11 temporadas con la camiseta del Real Madrid dej¨® un inventario de 17 t¨ªtulos (ocho internacionales y nueve locales), entre ellos ocho Ligas espa?olas y cinco Copas de Europa. Messi, que debut¨® en Primera con 17 a?os, acumula 27 trofeos (10 internaciones y 17 locales) en sus 12 campa?as en el Camp Nou. Y el pasado curso igual¨®, una vez m¨¢s, un r¨¦cord de la Saeta Rubia (ya la hab¨ªa robado el del m¨¢ximo goleador de los cl¨¢sicos). Hoy La Pulga buscar¨¢ igualar otra marca de Di St¨¦fano, conquistar la Copa Am¨¦rica. Una deuda pendiente del crack del Bar?a con la Albiceleste, que el exjugador del Madrid sald¨® en Guayaquil en 1947.
¡°Alfredo era un ganador nato, solo pensaba en ganar, ganar y ganar¡±, asegura Luis Su¨¢rez. No es muy diferente Leo. Son conocidas sus pataletas en el Camp Nou cuando el Bar?a se queda sin nada y hasta para su entorno m¨¢s ¨ªntimo es dif¨ªcil de explicar su p¨¦sima relaci¨®n con la derrota. ¡°A veces estamos jugando al tenis, entre la familia para divertirnos, y si pierde se va enojado y no le habla a nadie¡±, aseguran desde el c¨ªrculo cercano del 10 azulgrana.
¡°Alfredo era un adelantado. Ten¨ªa un estado f¨ªsico superior y se cuidaba mucho¡±, interviene Osvaldo Ardiles. ¡°Leo lleg¨® a Europa de muy joven y se educ¨® all¨ª. Est¨¢ adaptado y es donde se siente realizado. Alfredo, en cambio, fue a ense?ar. Les gritaba a los defensores: ¡®Tira la pelota al color verde, la est¨¢s tirando siempre afuera¡±, suma Menotti.
En toda la cancha
¡°Di St¨¦fano jugaba en toda la cancha. Creo que si Messi tuviera que defender lo har¨ªa, pero no le gusta mucho y sus compa?eros no lo dejan. Un poco lo que nosotros hac¨ªamos con Diego [Maradona] para que estuviera fresco cuando le llegaba la pelota¡±, cuenta Ardiles. Cappa analiza el juego del expresidente de honor del Real Madrid: ¡°En River le prohib¨ªan gambetear, era tocar y moverse. ?l ten¨ªa una t¨¦cnica sencilla, no era un tipo florido con la pelota. En las inferiores lo hac¨ªan jugador solo con la izquierda. Cuando lleg¨® a Madrid ya jugaba con los dos perfiles y era un estratega¡±. Para El Flaco Menotti el ¡°reportorio de goles de Messi es infinito, siempre hace un gol diferente¡±. Y remata Cappa: ¡°Leo comenz¨® en la zona de definici¨®n, con una habilidad m¨¢gica, y con el tiempo le fue agregando diferentes facetas a su juego. Hoy aparece cerca del pivote, se mueve en el callej¨®n del ocho. Juega de todo¡±.
¡°Los dos tuvieron una gran suerte¡±, conviene Carlos Bianchi; ¡°jugaron rodeados de excelentes jugadores. Puskas y Gento eran dos grandes. No es lo mismo que la pelota te la devuelva Neymar o Iniesta a que lo haga P¨¦rez o Gonz¨¢lez, para decir dos nombres cualquiera¡±. Luis Su¨¢rez no tiene dudas de que el f¨²tbol es una cuesti¨®n de momentos, pero, sobre todo, de gustos. ¡°Habr¨¢ quien se sienta m¨¢s identificado con uno que con el otro, pero si tiras una moneda al aire no te vas a equivocar. Son dos fen¨®menos¡±, subraya el gallego. ¡°Pel¨¦, Maradona y Di St¨¦fano fueron constructores de equipos, ahora Messi, que comienza su madurez, tambi¨¦n lo empieza a ser¡±, completa Menotti.
Sin embargo, a diferencia de Maradona y Pel¨¦ a Messi y a Di St¨¦fano hay quienes les recuerdan que tienen una cuenta pendiente con la Copa del Mundo. ¡°Eso es una estupidez¡±, concluye Menotti; ¡°Cruyff no gan¨® un Mundial y qui¨¦n se atreve a discutir a El Flaco¡±. Ardiles se suma a su seleccionador en Argentina 1978: ¡°Best jugaba con Irlanda del Norte, ?c¨®mo iba a ganar un Mundial?¡±. Su¨¢rez coincide: ¡°El Mundial es una circunstancia, Alfredo los mejores a?os de su carrera, no estuvo en Argentina, primero estaba en Colombia y luego en Espa?a¡±. Y remata Cappa: ¡°Messi todav¨ªa lo puede ganar¡±. Pero mientras Leo espera a Rusia 2018, tiene en Estados Unidos una nueva posibilidad de sacarse las ganas de levantar una Copa con la absoluta. Y de paso, en Nueva York aunque siempre cerca de Rosario, tiene la oportunidad de atrapar una vez m¨¢s a Don Alfredo.
La vieja de trapo
¡°A m¨ª se me hace cuento que empez¨® Buenos Aires: la juzgo tan eterna como el agua y como el aire¡±, concluy¨® Jorge Luis Borges. El escritor sol¨ªa realizar largas caminatas por las calles de la ciudad porte?a, que inclu¨ªan paseos desde el centro hasta los barrios de San Telmo, Boedo o Barracas. ¡°Buenos Aires siempre fue una ciudad hermosa. Era moderna para la ¨¦poca y, en nuestro barrio, Flores, todav¨ªa quedaban algunas quintas con canchas de tenis y de f¨²tbol¡±, cuenta el periodista Enrique Macaya M¨¢rquez, vecino y amigo; sobre todo admirador de Alfredo Di St¨¦fano.
Las calles, todav¨ªa adoquinadas, con el tranv¨ªa como emperador, dibujan el paisaje de la infancia de Macaya M¨¢rquez. ¡°Parte de la familia de Alfredo segu¨ªa viviendo en Flores. Yo trabajaba en el quisco de revistas y ¨¦l ven¨ªa a leer la prensa¡±, recuerda. ¡°Ten¨ªa preparada un pelota hecha con papel de diario y atada con hilos y cuando llegaba Alfredo le dec¨ªa: ¡°Vamos a jugar¡±. Di St¨¦fano no dudaba: ¡°ponete ah¨ª pibe¡±. Y entre la pared y un ¨¢rbol imaginaban una porter¨ªa. ¡°Alfredo tiraba la pelota al aire y le pegaba con un efecto extraordinario¡±.
¡°Di St¨¦fano era un personaje diferente. No ten¨ªa la necesidad de trabajar porque su familia ten¨ªa dinero. ?l era un futbolista sin potrero, se cuidaba. Es como si ¨¦l hubiese sabido que su destino era ser un triunfador en el f¨²tbol profesional¡±, asegura Macaya M¨¢rquez. Obsesionado con evitar patadas, Di St¨¦fano hizo un culto de su velocidad. ¡°Los grandotes no me van a agarrar¡±, sol¨ªa decir. ¡°Jam¨¢s dio ventaja gambeteando, la tiraba por un lado y la cog¨ªa por el otro. Eso lo hac¨ªa Pel¨¦¡±. Para eso ten¨ªa que volar. ¡°Lo de la saeta no era un capricho, Alfredo te met¨ªa 100 metros en 10 segundos¡±, cierra Enrique Macaya M¨¢rquez.
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