Contador: ¡°Me duelen m¨¢s los golpes que el tiempo perdido¡±

Aunque el Tour parezca desamarle cada d¨ªa, Alberto Contador quiere mantenerse fiel a la carrera que le ha hecho grande y tambi¨¦n desgraciado. Con una m¨¢scara que quiere ser estoica, sale del autob¨²s en Saint L?, en la Normand¨ªa inh¨®spita de viento y lluvia siempre, mira el agua, la humedad que no ayuda a su curaci¨®n, se mira el hombro derecho y dice que ha pasado una noche horrorosa, que apenas ha podido dormir, que los golpes duelen, pero que piensa que no estar¨¢ mal pese a que la etapa ser¨¢ dura. ¡°Tratar¨¦ de perder el menor tiempo posible¡±, dice, dando ya por seguro que no estar¨¢ con los mejores al final de la cuesta que sube desde el puerto hasta La Glacerie de Cherburgo, donde trotan y cabalgan los caballos en el hip¨®dromo au grand galopcomo canta Paco Ib¨¢?ez.

Casi cuatro horas y media m¨¢s tarde, y a 183 kil¨®metros de Saint L?, la seriedad triste de Contador se ha acentuado, y su dolor tambi¨¦n, pues en el camino ha recibido m¨¢s golpes, como condenado a repetir ha vuelto a chocar contra el asfalto.

Quedaban 120 kil¨®metros para la meta. El pelot¨®n marchaba a¨²n tranquilo, quiz¨¢s demasiado, cuando el alem¨¢n Tony Martin, que iba delante de Contador y despistado en su mundo de penaltis e Italia derrotada, pill¨® un bache llevando las manos casi sueltas. Se fue al suelo y el ciclista espa?ol se lo trag¨® a la fuerza. Volvi¨® a golpearse en el hombro derecho, el de la v¨ªspera, y en la rodilla izquierda. Termin¨® la etapa voluntarioso y, como ya hab¨ªa previsto en las horas de insomnio, lejos de los mejores, de los rivales, a los que cedi¨® 48s, y delante de ¨¦l entraron al final de la cuesta 60 corredores, y muchos aficionados alrededor mov¨ªan la cabeza y dec¨ªan: ¡°Ha perdido el Tour antes de empezarlo; tanto amor y no poder hacer nada contra el infortunio, contra el destino¡±, y le aplaud¨ªan con cierta l¨¢stima, como se aplaude a los derrotados y le gritaban: ¡°??nimo!¡±

¡°Pero no me duele tanto el tiempo perdido como los golpes que me he dado¡±, dice Contador, que no quiere decir si siente que el Tour se le va. ¡°Esta no es la situaci¨®n ideal, claro, pero hay que recuperarse¡±.

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Un checo y un eslovaco

Delante del autob¨²s de Contador, que sube sin mirar atr¨¢s, hace rodillo Roman Kreuziger, el checo que habr¨ªa hecho feliz a Vaclav Havel, pues su trabajo ha ayudado a un eslovaco a ganar, y durante unos minutos de esfuerzo y sudor, en las alturas de Cherburgo, Checoslovaquia, o Kreuzigsagan, ha vuelto a ser un pa¨ªs unido. ¡°Es una l¨¢stima lo de Alberto¡±, dice como el profesional que es el que fue su mejor gregario en la monta?a de los ¨²ltimos Tours y tambi¨¦n en la ¨²ltima Dauphin¨¦. ¡°Pero al menos podemos celebrar que hemos ganado la etapa, que era muy importante para nosotros. Lo de coger el maillot amarillo ya no me gusta tanto: nos va a tocar trabajar m¨¢s¡±.

Abatido, a su lado, Patxi Vila, su director en el Tinkoff, no encuentra consuelo en la victoria de Sagan, ni en el le¨®n de peluche que adornar¨¢ su autob¨²s. ¡°Llevo todo el a?o trabajando con Alberto, prepar¨¢ndonos para el Tour¡±, dice el exciclista de Bera de Bidasoa. ¡°Una victoria de etapa no me puede quitar esta tristeza¡­¡±.