Una Eurocopa sin huella
Cristiano lleva a Portugal a la final y sus compa?eros ganan por ¨¦l un torneo que decidi¨® antes el azar que el buen juego. La voluntad estuvo por encima del estilo
La Eurocopa de Francia no pasar¨¢ a la historia por la trascendencia del juego. Apenas pinceladas, an¨¦cdotas. No dejar¨¢ huella, por mucho que la victoria de Portugal sea hist¨®rica. Donde Eusebio, Coluna o Chalana maravillaron y perdieron, abrieron la puerta de la gloria futbolistas de perfil tan bajo como Fonte, Jo?o M¨¢rio o el mismo ?der, despechado por el Swansea apenas hace unos meses. El torneo deja momentos y goles, y a un campe¨®n merecido, sin duda, que lleg¨® a la final a trompicones y la gan¨® porque se sobrepuso a la desgracia de perder a su m¨¢ximo referente, a su capit¨¢n, al hombre que le rescat¨® por el camino, porque sin los goles de Cristiano Ronaldo, Portugal no ser¨ªa hoy una fiesta. El f¨²tbol, seguramente, le deb¨ªa este t¨ªtulo al delantero; sus compa?eros ganaron por ¨¦l, como tantos partidos ¨¦l gan¨® por ellos.
M¨¢s all¨¢ de cualquier consideraci¨®n, Portugal gan¨® un torneo lleno de desprop¨®sitos, que empez¨® a pu?etazos y termin¨® con Francia llorando otra vez. El domingo, en Saint-Denis, mereci¨® la derrota, producto de la racaner¨ªa de su juego, en el que Umtiti, el central, jug¨® m¨¢s el bal¨®n que Griezmann, su goleador. En la propia sinraz¨®n del torneo ni siquiera ser¨¢ la canci¨®n oficial, This One¡¯s For You, compuesta por David Guetta, la tonadilla m¨¢s recordada; a cualquiera que haya seguido el torneo lo acompa?ar¨¢ por siempre una banda sonora rid¨ªcula, la que honra a un futbolista de Irlanda del Norte, un tal William Griggs, delantero del Wigan, que no disput¨® un minuto en la competici¨®n. Ese es el legado que deja a la historia el rid¨ªculo poso de esta Eurocopa.
Portugal gan¨® un torneo lleno de desprop¨®sitos, que empez¨® a pu?etazos y termin¨® con Francia llorando otra vez
En comparaci¨®n con las dos anteriores, el juego del campe¨®n, Portugal, no lega nada: apenas un impresionante testarazo de Cristiano, una foto de sus calzoncillos al lamentarse de un fallo en un penalti y sus l¨¢grimas en la final al tener que abandonar el campo lesionado ¡ªsufri¨® un esguince del ligamento de la rodilla, que trastoca su calendario de pretemporada con el Madrid y pone en duda su participaci¨®n en el partido de Supercopa de Europa contra el Sevilla, el 9 de agosto¡ª a los 25 minutos del duelo ante Francia, que le humanizan y le despojan de su habitual arrogancia.
El gol de los portugueses, firmado por ?der, un jugador que en el mercado de invierno abandon¨® el Swansea para buscar cobijo en el Lille, otro equipo de segunda fila, este de una Liga a¨²n peor, son un s¨ªmbolo de la mediocridad del torneo, que devuelve al f¨²tbol al 2004, cuando Grecia se convirti¨® en Lisboa en el mejor equipo del continente ¡ªes un decir¡ª con un juego miserable o incluso antes, a 1992 en Suecia, el a?o que Dinamarca triunf¨® desde la casualidad: sus jugadores fueron reclutados en vacaciones porque la guerra de los Balcanes impidi¨® que Yugoslavia participar.
En comparaci¨®n a las que gan¨® Espa?a, ?el juego del campe¨®n, Portugal, no lega nada
De hecho, la singladura de Portugal, que jug¨® mejor cuando perdi¨® y tuvo que cambiar de sistema, que estuvo dos veces eliminada y se deshizo de Polonia en los penaltis, que necesit¨® tres pr¨®rrogas para ganar el t¨ªtulo, levant¨® la copa por ganas antes que por juego. Pero la historia recuerda a los campeones, aunque no dejen juego. Que le pregunten a Italia en el Mundial de Espa?a¡¯82 o en el Mundial de Alemania 2006: tambi¨¦n fueron los mejores.
En una Euro que no dejar¨¢ huella por el f¨²tbol, con tantas prorrogas como en Inglaterra¡¯96, cinco, lo mejor casi siempre, peleas al margen, estuvo en la grada. A diferencia de las dos ¨²ltimas, cuando gan¨® Espa?a marcando estilo, haciendo bueno el gusto por el control del bal¨®n, por el pase y la combinaci¨®n, mand¨® el azar de los penaltis como nunca. Espa?a volvi¨® a casa en octavos y al cierre del campeonato, fue la selecci¨®n que mejor se pas¨® el bal¨®n. No le sirvi¨® de nada. M¨¢s all¨¢ de la m¨²sica del juego, quedar¨¢ la canci¨®n infantil de los polacos a los norirlandeses ¡ª¡°sois un pepino verde, muy verde¡±¡ª por las calles de Niza o la nana de los paisanos del sur en un metro a un beb¨¦. Y por encima de todo, el canto a Willy Griggs. Total, ?para qu¨¦?: Portugal demostr¨® que, con poco y suerte, se puede ser el mejor. De hecho, hay quien piensa, como Guardiola, que lo m¨¢s divertido del torneo han sido los v¨ªdeos de Cantona sentado en un sof¨¢.
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