La gran apuesta de los rom¨¢nticos del 76
EL PA?S junta a los palistas del K4-1000, plata en los Juegos de Montreal, quienes dejaron todo por el deporte cuando no estaba profesionalizado


¡°Me vas a reconocer por feo, fuerte y formal. Y con bigote¡±, es el mensaje que Jos¨¦ Mar¨ªa Esteban Celorrio env¨ªa a esta periodista. Es domingo 22 de mayo y el AVE que cogi¨® en Zaragoza llega a Madrid lleno de cul¨¦s que van a la final de Copa. A Celorrio, el primero en llegar, con el Heraldo de Arag¨®n bajo el brazo, le esperan en la residencia Blume Jos¨¦ Ram¨®n D¨ªaz Flor, Herminio Men¨¦ndez y Luis Gregorio Ramos Mision¨¦, los tres compa?eros del K4-1000 con los que consigui¨® la plata en los Juegos Ol¨ªmpicos de Montreal 1976. Antes de llegar al CAR, sin embargo, hay que hacer otra parada para recoger el art¨ªfice de aquel y m¨¢s triunfos: Eduardo Herrero, el entrenador. Aparece con una bolsa llena de fotos y recuerdos y tiene una enciclopedia de an¨¦cdotas en la cabeza.
Hoy, reunidos por EL PA?S, los miembros de aquella embarcaci¨®n ponen en marcha la m¨¢quina del tiempo y reviven esos momentos ol¨ªmpicos y c¨®mo llegaron a fraguarse. Recuerdan batallitas, el hambre que pasaron en Rumania (naci¨®n puntera del pirag¨¹ismo en aquellos a?os a la que fueron para construir un cuarteto ganador), el miedo que sintieron en el avi¨®n rumbo a los Juegos de Montreal por culpa de una tormenta. Repasan qu¨¦ significaba ser deportistas en los primeros a?os Setenta. ¡°Fue la gran apuesta de unos rom¨¢nticos por un deporte casi desconocido. En Espa?a no exist¨ªa un sistema deportivo como el actual, nadie se dedicaba en cuerpo y alma al deporte en nuestra ¨¦poca¡±, resume Chema.
Jos¨¦ Mar¨ªa Esteban Celorrio (Chema o Celorrio para los dem¨¢s) hoy tiene 62 a?os y es funcionario del Ayuntamiento de Zaragoza. Jos¨¦ Ram¨®n D¨ªaz Flor (D¨ªaz Flor para los dem¨¢s) tiene 65 y es director de la Blume. Herminio Men¨¦ndez (Herminio a secas para los dem¨¢s) tiene 62, es empresario y vive en Madrid. Luis Gregorio Ramos Mision¨¦ (Mision¨¦ para los dem¨¢s) tiene 63 y es funcionario prejubilado en Lugo.

¡°?M¨¢s tripa a¨²n has echado!¡±, exclaman cuando aparece Mision¨¦ -el ¨²ltimo en llegar- al despacho de D¨ªaz Flor en la residencia Blume. Casualidades de la vida es d¨ªa de competici¨®n en Duisburg, Alemania. Y los cinco se sientan delante de la pantalla del ordenador para ver y comentar la prueba del K4-1000 espa?ol que estar¨¢ en los Juegos de R¨ªo. Espa?a llevaba sin clasificarse 20 a?os. Terminada la final B se ponen al d¨ªa con los achaques: ¡°Lo que me acord¨¦ de ti Mision¨¦, de todas las veces que me dec¨ªas en el agua: ver¨¢s la artrosis que nos dar¨¢¡¡±, relata Chema. Hacen recuento de los a?os que les quedan para jubilarse y se ponen al d¨ªa sobre cu¨¢ntos excompa?eros y rivales han fallecido.
Han pasado 40 a?os de aquella plata y todav¨ªa se saben de memoria los nombres y apellidos de los rusos que les birlaron el oro por 26 cent¨¦simas
Han pasado 40 a?os de aquella plata y todav¨ªa se saben de memoria los nombres y apellidos de los rusos que les birlaron el oro por 26 cent¨¦simas. Llevaban una piragua hecha a medida por un artesano asturiano con un molde macizo de madera y la cara exterior de cedro. Era un modelo in¨¦dito que en los a?os siguientes copiaron otros fabricantes y utilizaron otros equipos nacionales. ¡°Fue una medalla amarga, ¨ªbamos a los Juegos con la seguridad de que ¨ªbamos a ganar¡±, relata Herminio. ¡°Nosotros ¨ªbamos por la calle 5 [las calles, por entonces, se sorteaban], los rusos por la 2, estaban m¨¢s protegidos por el viento. Vimos a los rumanos tirar y pensamos: se van a morir. Murieron los rumanos, no los rusos. Entramos casi a la vez, de hecho, tardaron un mont¨®n de tiempo en darnos los resultados¡±, explica D¨ªaz Flor. Mision¨¦, mientras, no para de hacer fotos con el m¨®vil a la residencia Blume.
Eduardo ten¨ªa la costumbre de escribir sus reflexiones en un cuaderno despu¨¦s de cada competici¨®n. Los guarda todos. Hoy no lleva ese consigo , pero se sabe de memoria lo que puso aquel d¨ªa de julio de 1976. ¡°Aunque han hecho segundo, es el mejor K4 del mundo sin ninguna duda¡±. En 1975 sus chicos hab¨ªan ganado el Mundial en Belgrado. ¡°Esa plata en Montreal fue un palo tremendo para m¨ª, porque ¨¦ramos los mejores e ¨ªbamos a ganar el oro¡±, explica. La celebraci¨®n, tambi¨¦n se la chafaron. ¡°Nos sacaron de la fiesta final de los Juegos para ir al aeropuerto y cuando llegamos all¨ª, el avi¨®n no hab¨ªa salido todav¨ªa de Madrid¡ ?Imag¨ªnate el cabreo!¡±, recuerda Herminio.
¡°Aqu¨ª no hab¨ªa un sistema deportivo. Se copiaban los m¨¦todos de entrenamiento de los pa¨ªses del Este. Lo dejamos todo por un deporte con exiguas becas
-Este era el m¨¢s guapo de todos.
- S¨ª pero t¨² te casaste con la m¨¢s guapa de Lugo.
- ?Os acord¨¢is de la traductora rumana?
Son algunas de las conversaciones que se escuchan durante la comida en una de las salas contiguas al comedor de la Blume.
Cuando nadie hac¨ªa apenas deporte en Espa?a, ellos cuatro ganaban medallas. Mundiales y Ol¨ªmpicas. ¡°Aqu¨ª no hab¨ªa un sistema deportivo. Se copiaban los m¨¦todos de entrenamiento de los pa¨ªses del Este. Lo dejamos todo por un deporte con exiguas becas. En cierto sentido fuimos los pioneros, con nosotros se empezaron a poner las bases de las concentraciones permanentes y del entrenamiento profesional. Esto no se hac¨ªa en Espa?a. Te la jugabas y a ver qu¨¦ sal¨ªa¡±, apunta Chema.
¡°Gracias a Eduardo empec¨¦ a entender la filosof¨ªa del deportista de elite. Con nosotros empez¨® el deporte espa?ol¡±, dice Mision¨¦ al que, cuando quiso empezar, en el club fluvial de Lugo le dijeron: ¡°esto es para gente fuerte, vente el a?o que viene¡±. Y al d¨ªa siguiente, despu¨¦s de una noche insomne, ah¨ª estaba de nuevo. Se gast¨® sus ahorros (500 pesetas de entonces; lo salarios eran 1.000) para arreglar una piragua y subirse a ella hasta proclamarse campe¨®n infantil de Espa?a.
Se instalaron en el Lago Snagov, a 40 kil¨®metros de Bucarest. ¡°Salt¨¢bamos la valla de la finca en la que se alojaba Ceausescu y le rob¨¢bamos melocotones y cerezas"
¡°?ramos una banda de chavalitos y Eduardo. Para nosotros, fue padre, m¨¦dico, masajista, psic¨®logo y entrenador¡±, cuenta Herminio que fue abanderado en los Juegos de Mosc¨² 80 (donde gan¨® una plata y un bronce en el K2-500 y 1000 junto a Mision¨¦) y entr¨® a Montju?c con la antorcha en los de Barcelona 92. A Eduardo ¨Cque les obligaba a llevar un dietario para que escribieran sus estados de ¨¢nimo, el entrenamiento que hab¨ªan hecho y para que apuntaran la tensi¨®n por las noches y por las ma?anas- le tienen todav¨ªa un cari?o especial. Se vacilan entre ellos, pero a ¨¦l le tienen un gran respeto. No le dejan solo ni un momento. Le preguntan cosas y siempre dicen: ¡°eso Eduardo te lo podr¨¢ explicar mejor, sin ¨¦l, no habr¨ªamos llegado a conseguir nada¡±. Todos los a?os, el d¨ªa 1 de enero, les regalaba una agenda. ¡°No fallaba¡±, dice Chema. ¡°Este era un indisciplinado¡±, le interrumpe Eduardo.
Entre ellos se llaman por los apellidos, salvo a Herminio. Mision¨¦ y ¨¦l lucen el reloj que les regal¨® la Federaci¨®n despu¨¦s de conseguir el oro mundial en 1975 en Belgrado. Dio la casualidad que el regreso a Espa?a se realiz¨® con la expedici¨®n italiana, con escala en Roma. Ah¨ª comprobaron la diferencia en el recibimiento medi¨¢tico. ¡°En el aeropuerto, sentados en las cintas esperando las maletas, no hab¨ªa nadie para recibirnos, salvo una persona del Consejo Superior de Deportes. Fueron momentos de desencanto y frustraci¨®n despu¨¦s de tanto esfuerzo y un logro tan importante¡±, recuerda Chema.
Compartieron piragua entre 1973 y 1979. Cuando empezaron no hab¨ªa ni residencia: la Blume se inaugur¨® el 5 de mayo de 1975. ¡°Nos concentr¨¢bamos en el Hotel Florida o en el colegio chino que hab¨ªa aqu¨ª al lado¡±, confiesa Chema. En 1971 se marcharon a Rumania, naci¨®n pionera del pirag¨¹ismo. Volvieron seis meses m¨¢s en 1972. El trabajo que hicieron all¨ª, coinciden todos, sent¨® las bases para recoger los triunfos en los a?os siguientes. Por lo que siguieron yendo en 1973 y 1975.
"Pasamos hambre en Rumania ... no hab¨ªa leche, ni yogures, ni pescado, ni nada. Por la noche cruz¨¢bamos el lago con la piragua para ir a comprar leche a la finca de una se?ora"
¡°En los a?os anteriores a 1971, el pirag¨¹ismo espa?ol apenas exist¨ªa en el contexto internacional, apenas se sal¨ªa a competir en el extranjero. En 1971 quedamos sextos en el campeonato de Europa y hubo una mejora ostensible, se pusieron todas las bases del sistema¡± afirma Chema. ¡°Calleja, el presidente de la Federaci¨®n de entonces, ten¨ªa buena relaci¨®n con Franco y nos consigui¨® un permiso especial para ir a Rumania, no se pod¨ªa viajar a esos pa¨ªses sin ¨¦l¡±, rememora Eduardo.
Se instalaron en el Lago Snagov, a 40 kil¨®metros de Bucarest, donde ten¨ªa un palacete Nicolae Ceausescu. ¡°Hac¨ªamos vida monacal all¨ª, hab¨ªa mini entrenamiento antes de desayunar, desayuno, entrenamiento, comida y por la tarde ¨ªbamos de nuevo a entrenarnos¡±, explica Chema que recuerda con terror lo grandes que eran las agujas de las vacunas. Las habitaciones ten¨ªan 6-14 y 22 camas y en el ba?o no hab¨ªa puerta sino una cortina. Los cuatro recuerdan el hambre que pasaban ¨Cla comida estaba racionada por el Estado- y las peque?as trampas que hac¨ªan para sortearla.

¡°No hab¨ªa leche, ni yogures, ni pescado, ni nada. Por la noche cruz¨¢bamos el lago con la piragua y las capuchas puestas y and¨¢bamos un kil¨®metro para llegar a la finca de una se?ora y comprarle leche. La pag¨¢bamos en d¨®lares¡±, cuenta Herminio. ¡°Salt¨¢bamos la valla de la finca en la que se alojaba Ceausescu y le rob¨¢bamos melocotones y cerezas y en numerosas ocasiones nos persegu¨ªan los guardias¡±, a?ade D¨ªaz Flor.
Si aquello suena a aventura, para m¨¢s de uno lo fue tambi¨¦n convencer a los padres para que les dejaran marcharse con el equipo nacional. ¡°El d¨ªa que lleg¨® la carta de la federaci¨®n yo hab¨ªa conseguido trabajo en una caja de ahorros. Abr¨ª el sobre y mi madre me dijo: ni de co?a. Mi padre medi¨®: ¡®tu vete que yo aguantar¨¦ este palo¡¯. Ten¨ªa 20 a?os y sal¨ª corriendo¡±, asegura D¨ªaz Flor. ¡°Yo estudiaba en la escuela de aprendices, de 8 de la ma?ana a 2. Me levantaba a las 5.30 para poder ir al pantano de Trasona antes de meterme en clase. Le dije a mi padre: ¡®igual me tengo que ir¡¯. Y me contest¨®: no te vas a ning¨²n sitio si no sacas el curso. Aprob¨¦ todo menos tecnolog¨ªa¡ Fui a ver al profe y le dije: ¡®tengo un 4 y sin un 5 no voy a poder ir con la selecci¨®n. Me aprob¨®. Yo creo que le sorprend¨ª porque nadie iba a verle¡±, rememora Herminio.
"Chema era el rebelde y el pele¨®n, Mision¨¦ el manitas, D¨ªaz Flor era el buenazo. Herminio el luchador y Eduardo la batuta¡±
¡°Lo dejamos todo para irnos y nos fuimos sin pensar que ser¨ªamos campeones del mundo¡±, dice Chema, preocupado ahora porque los a?os en el equipo nacional no les cuentan como cotizados. ¡°Chema era el rebelde y el pele¨®n¡±, dicen todos. ?Y los dem¨¢s? ¡°Mision¨¦: el manitas, lo revisaba todo, todo, todo. Era muy responsable, era el que supervisaba toda la embarcaci¨®n y quer¨ªa que todo fuese perfecto. Cuando no estaba ¨¦l, est¨¢bamos perdidos. D¨ªaz Flor era el buenazo. Herminio el luchador y Eduardo la batuta¡±. La de estos cuatro chicos fue la medalla n¨²mero 11 de Espa?a en unos Juegos. Construida a base de sacrificio y esfuerzo cuando el deporte no estaba todav¨ªa profesionalizado.
De ah¨ª que ellos califiquen su haza?a como la apuesta de unos rom¨¢nticos. Y como buenos rom¨¢nticos se despiden con un brindis. ¡°?Viva la madre que nos pari¨®, que sigamos vi¨¦ndonos m¨¢s!¡±. Fueron los protagonistas deportivos de la Espa?a que dejaba de ser en blanco y negro y encaraba la transici¨®n pol¨ªtica.
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