El Kas transform¨® el ciclismo espa?ol
La empresa de refrescos logr¨® en los setenta que la gente viera la disciplina como un deporte de equipo
A finales de los sesenta y durante casi todos los setenta, los espa?oles empezamos a ver el ciclismo de otra forma. En lugar del h¨¦roe solitario que se vaciaba en las monta?as, aprendimos a apreciar el ciclismo como deporte de equipo. El milagro lo hizo el KAS, del que todos fuimos hinchas. Sus victorias en la clasificaci¨®n por equipos del Tour o el Giro se celebraban como algo grande. Las de la Vuelta se daban por descontadas.
KAS es una marca de refrescos de origen en Vitoria. Sus propietarios, la familia Kn?rr, hab¨ªan hecho primero una gaseosa llamada El As. Decidieron a?adirle naranja o lim¨®n, haciendo as¨ª sendos refrescos con burbujas que tuvieron enorme ¨¦xito en aquellos a?os. Le pusieron por delante de As la K de su apellido. Y como les gustaba el ciclismo, patrocinaron un equipo para lanzar los nuevos refrescos.
Aquel equipo nos ayud¨® a entender mejor ese deporte, a descubrirle valores que hasta entonces desconoc¨ªamos
La primera idea no fue la que luego se impuso, de equipo igualitario. KAS tuvo a Bahamontes, que era lo contrario: individualista, escalador extremo, poco cooperativo, estrella sin sombra¡ Bahamontes pertenec¨ªa al KAS cuando gan¨® su Tour de 1959 provocando una conmoci¨®n nacional, pero esa edici¨®n no se corri¨® por marcas comerciales, sino por equipos nacionales.
Adem¨¢s, Bahamontes lo gan¨® luciendo en el pecho de su maillot del equipo nacional el anuncio de Tricofilina Copi, una brillantina para el pelo que patrocinaba al equipo del gran Fausto Copi, de cuyos consejos se guio para ganar el Tour. KAS prescindi¨® de ¨¦l.
Luego tuvo a Julio Jim¨¦nez, otro gran escalador, aunque m¨¢s disciplinado. Pero ya hab¨ªa anidado la idea de hacer un grupo homog¨¦neo, sin figura relevante. Mucha gente buena, en lo posible todos los ciclistas vascos buenos, que eran muchos. Todos deb¨ªan cobrar parecido. Y deb¨ªa haber armon¨ªa, en cada carrera se ayudaba al que las circunstancias aconsejasen. Gonz¨¢lez Linares, c¨¢ntabro, uno de los pocos no vascos, se crio en el seno del equipo, en el que debut¨® como profesional. Lo recuerda as¨ª:
¡ªEra un uno para todos y todos para uno. Hab¨ªa verdadera fraternidad. Comenz¨¢bamos y termin¨¢bamos cada gran ronda con una comida de los veinte, o los que fu¨¦ramos, en casa de Luis Kn?rr, que era el alma de aquello. Nos contaba que discut¨ªa con el Banco de Bilbao, que ten¨ªa parte de la empresa, y dudaba de ese gasto. ¡°Yo les demuestro con datos que es la mejor publicidad¡±, nos dec¨ªa. Y tuvo raz¨®n: nunca se vio tanto refresco KAS por toda Espa?a como en esos a?os. Todos nos quer¨ªamos, todos nos conoc¨ªamos, todos trabaj¨¢bamos a gusto para el equipo. Los premios de las carreras se repart¨ªan incluso con los que no iban, con los que se quedaban en casa. Bastante tienen con no ir al Tour, nos dec¨ªamos, as¨ª que por lo menos que les compense algo el dinero. El orgullo era el equipo, no lo que pudieras hacer t¨². Eso se consigui¨®. Y yo creo que ha sido el ¨²nico caso en el ciclismo, al menos en el ciclismo espa?ol.
Ese modelo le cost¨® al KAS perder a Julio Jim¨¦nez, la primera gran estrella post-Bahamontes. Otro fen¨®meno de la escalada. En el 64 gan¨® el Campeonato de Espa?a de Fondo, dos etapas de la Vuelta y la Monta?a de la misma. En el 65 pele¨® el Tour, del que fue segundo, con dos etapas ganadas m¨¢s el Gran Premio de la Monta?a. Tambi¨¦n gan¨® el Gran Premio de Espa?a de Monta?a, las subidas a Arrate y Urkiola, m¨¢s una etapa y la Monta?a en la Vuelta. Aun as¨ª, Dalmacio Langarica no quiso mejorarle, se plant¨® en que todos deb¨ªan ganar lo mismo. Se fue al Ford, con Anquetil, donde le triplicaban el dinero. M¨¢s adelante pasar¨ªa por el equipo P¨¦rez Franc¨¦s, otra estrella, pero ya entrando en decadencia. No brill¨®.
El a?o siguiente a la salida de Julio Jim¨¦nez fue, justamente, el de la gran eclosi¨®n del equipo, que en la Vuelta a Espa?a copar¨ªa el podio, con Gabica, V¨¦lez y Echeverr¨ªa, ganar¨ªa seis etapas con otros tantos corredores distintos, m¨¢s la Monta?a con San Miguel y, por supuest¨ªsimo, la clasificaci¨®n por equipos, a la que pr¨¢cticamente se abon¨® por una d¨¦cada.
Aquel grupo de ciclistas se hizo muy popular. Casi todos vascos, completos, de pedalear suelto y buena nariz. Alguna importaci¨®n del exterior, preferentemente de la cornisa cant¨¢brica, como el citado Gonz¨¢lez Linares y, sobre todo Fuente, escalador genial, a contraestilo del grupo. Era un h¨¦roe de tremendas escapadas en las que o reventaba a todo el pelot¨®n o reventaba ¨¦l mismo. Sus victorias fueron tan legendarias como sus p¨¢jaras. Ant¨®n Barrutia, que sucedi¨® a Dalmacio Langarica, supo llevarle con cuerda larga. La estructura del equipo era tan firme para esos a?os que le pudo digerir. Barrutia le recuerda como ¡°un chico extraordinario, trigo limpio. Cuando se pon¨ªa muy nervioso era dif¨ªcil de controlar, eso s¨ª. Una noche, en el Giro, se fum¨® dos paquetes de tabaco, porque no daba por tel¨¦fono con su padre y tem¨ªa que le hubiera pasado algo. ?Y el d¨ªa siguiente le gan¨® la etapa a Merkcx!¡±.
Eran unos adelantados. Siempre el material de ¨²ltima generaci¨®n, una seria concentraci¨®n de pretemporada en altura, los primeros en tener autob¨²s propio, pintado con el logo de la marca, en el que iban a las carreras, mientras los dem¨¢s iban de cuatro en cuatro en coches privados, o en tren, o como pod¨ªan. Los mejores masajistas, atenci¨®n m¨¦dica, cuidados como nadie. Con el KAS, el ciclismo espa?ol pas¨® del subdesarrollo a estar en punta. Aquel equipo (amarillo con mangas azules, azul con mangas amarillas en el Tour, que no quer¨ªa confusiones con el maillot de l¨ªder) encandil¨® a toda Espa?a. Lo mir¨¢bamos con orgullo. Gonz¨¢lez Linares recuerda:
¡ªControl¨¢bamos todas las carreras. En cada escapada hab¨ªa dos, tres o cuatro de los nuestros. Hasta Merckx nos respetaba. Le hicimos sufrir tanto¡ Hubo un Giro que gan¨® ¨¦l, despu¨¦s de unas palizas tremendas con Fuente, que fue l¨ªder en trece jornadas. Luego fuimos a la Vuelta a Suiza, sin Fuente. Merckx, agotado, nos pidi¨® paz. Propuso que reparti¨¦ramos los premios, que no nos di¨¦ramos las palizas del Giro. Lo hicimos. ?l gan¨® la carrera, nosotros varios premios, y todo se reparti¨®.
Aunque, confiesa, cayeron en la tentaci¨®n de hacerle una golfada: ¡°Hubo una cronoescalada por equipos, entre Lenzenheide y Bellinzona, creo recordar. Apareci¨® un premio nuevo, un lingote de un kilo de oro. Ganamos nosotros. Le dijimos que no repart¨ªamos, porque eso no estaba en el pacto inicial, porque no exist¨ªa. ?l se quej¨®, y ten¨ªa raz¨®n. Al final nos compr¨® el lingote por un mill¨®n de pesetas, y lo repartimos entre nosotros. La verdad es que nos portamos mal con ¨¦l. No lo merec¨ªa¡±.
A finales de los setenta aquello decay¨®. Algunos se fueron, tentados por mejores ofertas econ¨®micas. Aquel par de grandes generaciones de corredores vascos no tuvo relevos a su altura. El equipo cambi¨® de l¨ªnea, fich¨® a Van Impe y varios belgas m¨¢s. No result¨®. Cerr¨® en 1979. En 1985 renaci¨®, con el irland¨¦s Sean Kelly como figura. Ya convertido en otra cosa, cometiendo el mismo error que le cost¨® la desaparici¨®n. Ya no era el KAS, sino el equipo de Kelly. Dur¨® poco.
Pero queda el recuerdo. Con ¨¦l, nuestro ciclismo super¨® la ¨¦poca de las ri?as entre figuras, legendarias algunas, se aprendi¨® a cooperar, a llanear, a hacer abanicos, a correr la contrarreloj por equipos. Aquel equipo nos ayud¨® a entender mejor ese deporte, a descubrirle valores que hasta entonces desconoc¨ªamos.
El ciclismo espa?ol recuper¨® en esos pocos a?os un retraso de medio siglo. Y la afici¨®n vivi¨® orgullosa los ¨¦xitos alternados de los Gabica, Uriona, Echeverr¨ªa, G¨®mez del Moral, San Miguel, Gonz¨¢lez Puente, Aurelio Gonz¨¢lez, Nemesio Gim¨¦nez, Gonz¨¢lez Linares, Fuente, Galdos, los hermanos Lasa, Perurena, Uribezubia, Santiesteban, Oliva, Nazabal, Pesarrodona, Cima¡ Del KAS, en definitiva.
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