Van Avermaet, campe¨®n del c¨¢lculo y el coraje
El belga se lleva la medalla de oro tras una carrera decidida en el descenso final, donde se cayeron los fugados Nibali y Henao, dos de los favoritos
Escriben por ah¨ª que la ¨²nica duda sobre Simone Biles, la revoluci¨®n de la gimnasia, no es el color de la medalla que ganar¨¢, de oro, claro, sino la cantidad de puntos en que distanciar¨¢ a la segunda. Tal deber¨ªa ser el estado mental de los aficionados italianos que contemplaban obnubilados c¨®mo Nibali descend¨ªa las curvas m¨¢s peligrosas de R¨ªo, desde el mont¨ªculo con la Vista Chinesa, a m¨¢s de 500 metros de altitud, hasta la Ipanema acogedora. A la carrera ol¨ªmpica le quedaban unos minutos veloces, poco m¨¢s de 10 kil¨®metros de descenso y llano. Nibali, el tibur¨®n, el ciclista que sabe c¨®mo nadie qu¨¦ hacer para convertir un descenso en terreno de ataque, ganar¨ªa seguro. Nadie lo dudaba. Con ¨¦l bajaban un colombiano, el Sergio Henao precioso de Froome, y un polaco, el escalador Majka que tanto hace penar a Contador. Dos espl¨¦ndidos escuderos para el podio. Con ¨¦l, en una curva saltarina, se cay¨® solo Henao, con sus sue?os ol¨ªmpicos rotos junto a los del siciliano que llevaba todo el tiempo desde su victoria en un descenso del Giro, y la ca¨ªda de Kruijswijk de rosa, pensando en R¨ªo. Nibali no gan¨®. Lo hizo Greg van Avermaet, un belga con coraz¨®n y culo de clasic¨®mano que no desprecia la llamada de la aventura, como el pasado Tour en los Pirineos, que atac¨® en fuga vestido de amarillo hasta sucumbir.
Como en las cl¨¢sicas buenas, en 20 kil¨®metros de carrera ol¨ªmpica ocurrieron cosas de m¨¢s inter¨¦s que en todo el Tour
El ciclismo tiene memoria y Van Avermaet tiene coraje y cabeza de calculadora. El ciclismo es la vida, dicen sus pensadores, y su met¨¢fora es la v¨¢lvula de la rueda de la bici que sube y baja siempre que se mueva el veh¨ªculo por un camino en el que los amigos del pelot¨®n y del equipo van y vienen, y regresan y no vuelven. El circuito dur¨ªsimo de R¨ªo era una etapa de monta?a del Tour con su calor y su sol junto a una playa. Una carrera de escaladores, condici¨®n que compart¨ªan todos los corredores, una decena, que pensaban que ten¨ªan algo que decir en la tercera y ¨²ltima ascensi¨®n a la uni¨®n de dos subidas, Canoas y Vista Chinesa, que conformaban un solo puerto. Entre ellos estaba Purito, que se sent¨ªa con piernas de podio hasta que, llegado el momento clave, un ataque en la playa de Fuglsang que se llev¨® a Van Avermaet de su grupo, comprob¨® que las sensaciones de vez en cuanto enga?an. Entre ellos no estaba Valverde, a quien las sensaciones no enga?aron y que prefiri¨®, atacado de generosidad, dar sus ¨²ltimas fuerzas para que Purito, un momento desplazado en un descenso en el que le molest¨® una ca¨ªda, pudiera llegar a la fuga grande, la de los italianos, la de Nibali bajando.
Los Juegos son el mejor lugar cicl¨ªstico para poner a prueba las amistades, comprobar si son zalameras o verdaderas. Por Nibali y su af¨¢n ol¨ªmpico trabajaron sus compatriotas Caruso y Aru, que hasta le dedicaron un do de pecho sostenid¨ªsimo en la ¨²ltima subida, la que machac¨® a casi todos. Y tambi¨¦n le ayudaron al siciliano ambicioso, el ¨²nico que habr¨ªa sido capaz de sumar en un solo palmar¨¦s el t¨ªtulo de campe¨®n ol¨ªmpico con los maillots amarillo, rosa y rojo de Tour, Giro y Vuelta, sus compa?eros de Astana Zeits, kazajo, Kangert, de Estonia, y Fuglsang, dan¨¦s, un portento. Todos contribuyeron diezmando al cortejo que se les enganch¨®, al ingl¨¦s Yates, al esforzado Purito, a Froome alejado, y de todos, un ¨²ltimo elemento, el colombiano Henao, quiso beneficiarse de todo con inteligencia y fuerza. Su ataque duro solo lo resistieron Majka y Nibali, dos hombres Tour, tres hombres de monta?a del Tour en fuga hacia el mar. No llegaron a ver las olas, ni las curvas sobre la arena, ni la bah¨ªa y el Pan de Az¨²car. Vieron las estrellas cayendo, dos, y Majka, el viento de cara que en la costa le fren¨®.
Como en las cl¨¢sicas buenas, en 20 kil¨®metros de carrera ol¨ªmpica ocurrieron cosas de m¨¢s inter¨¦s que en todo el Tour de Froome y su tren Sky. Como en las cl¨¢sicas de toda la vida, un belga que conoce los vientos, y no se deja enga?ar por ellos aunque le soplen en el hemisferio sur, es el rey, el m¨¢s r¨¢pido siempre en calcular el movimiento y en disparar cuando hace falta.
Adem¨¢s de clasic¨®mano, Van Avermaet tiene veleidades de escalador -gan¨® una etapa de med¨ªa mont?a en el Tour, en el Lioran, y se visti¨® de amarillo unos d¨ªas- y sabe sufrir lo justo para nunca soltarse del todo si lo necesita. En la pen¨²ltima recta, salt¨® del grupo de Purito combinando sus fuerzas con las de Fuglsang, el dan¨¦s que le llev¨® hasta Majka ya deshecho y le lanz¨® incluso, el culmen de su arte, su victorioso sprint ol¨ªmpico. Unos segundos m¨¢s tarde, Purito, 37 a?os, cruz¨® quinto su ¨²ltima meta.
Purito: ¡°Ten¨ªa piernas para una medalla¡±
Un quinto puesto. Un diploma ol¨ªmpico en la que pudo ser su ¨²ltima gran carrera. Un resultado m¨¢s que digno en una dur¨ªsima prueba ciclista en R¨ªo. Pero a Purito Rodr¨ªguez le supo a poco, estuvo cerca de tocar metal. ¡°Estaba bien y ha sido una pena porque ten¨ªa piernas para una medalla¡±, declar¨® el ciclista catal¨¢n nada m¨¢s terminar.
Pocos coletazos le quedan a Purito en el ¨¢mbito profesional, y desde luego el de ayer era su ¨²ltimo gran reto. ¡°Siempre he dicho que me gustar¨ªa retirarme aqu¨ª¡±, confes¨® tras cruzar la l¨ªnea de meta. Un gran historial, lleno de victorias, pero que no pudo culminar como le hubiese gustado: subido en el podio de R¨ªo con una medalla colgando del cuello.
El otro espa?ol que part¨ªa con serias opciones antes de la prueba, Alejandro Valverde, se desfond¨® y no pudo estar con los mejores en los ¨²ltimos kil¨®metros y finaliz¨® en 30? posici¨®n. El propio Purito desvel¨® que el murciano le reconoci¨® que ¡°no ten¨ªa piernas para ganar¡± y se puso a disposici¨®n del catal¨¢n. ¡°Ha intentado echarme un capote pero no ha podido ser¡±, apunt¨® Rodr¨ªguez, que salt¨® en una de las ¨²ltimas subidas para intentar posicionarse en la cabeza de la carrera. Finalmente, el catal¨¢n no pudo dar alcance al tr¨ªo que se jug¨® las medallas.
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