De frente
Beitia se tom¨® la final del salto de altura con el distraimiento propio de un campamento de verano
En los Juegos de M¨¦xico 68 se inaugur¨® el Fosbury flop. Lo hizo Dick Fosbury y fue un cambio revolucionario: en el salto de altura, en lugar de tratar de superar el list¨®n de frente, lo hizo de espaldas. Se comprob¨® cient¨ªficamente que aquello era el futuro: Fosbury hab¨ªa inaugurado una nueva ¨¦poca en el atletismo. Su historia no se entiende sin la presencia ex¨®tica de Vladimir Yaschencko, que padec¨ªa de una extra?a dolencia en los hombros, doblados ligeramente a causa de una escoliosis, y al que por tanto no le beneficiaba saltar de espaldas: diez a?os despu¨¦s del salto de Fosbury, Yaschenko, un bello animal, una broken wing, salta de frente y logra el r¨¦cord del mundo. Fue como ganar una guerra mundial con un palo. Y un milagro tan bien documentado que Giorgio Reineri dijo que por un momento pens¨® que Yaschenko iba a quedarse suspendido en el aire para siempre.
Esa sensaci¨®n tantos a?os despu¨¦s fue la que transmiti¨® Ruth Beitia. La facilidad pese a la edad, la relajaci¨®n y la enga?osa ausencia de competitividad. Porque la espa?ola se hab¨ªa retirado con ese hartazgo que distingue tan po¨¦ticamente a los que practican disciplinas de apariencia b¨¢sica: despegar los pies del suelo, saltar sobre una p¨¦rtiga, tirar un disco m¨¢s lejos que nadie. En todos esos ejercicios la igualdad puede ser tanta que nunca se agradece lo suficiente que periodistas como Carlos Arribas vayan a preguntarle al entrenador de Bruno Hortelano en qu¨¦ consiste realmente correr un 200: hasta d¨®nde se suben las rodillas, cu¨¢l es la frecuencia del paso, la posici¨®n exacta de los brazos, la salida de la curva. La t¨¦cnica de algo que a los espectadores nos puede parecer tan sencillo como respirar, y que por eso es m¨¢s dif¨ªcil que cualquier otra cosa; depende de diferencias tan leves como en el ciclismo una pedalada a destiempo que derrumbe un pulm¨®n.
Con esa m¨¢xima cruyffista de salga usted ah¨ª a divertirse, Beitia se tom¨® la final del salto de altura con el distraimiento propio de un campamento de verano. Hab¨ªa entrenado y competido 20 a?os, se hab¨ªa retirado y anunciado que se dedicar¨ªa a patinar en la lluviosa Santander, y hab¨ªa regresado porque con ese clima no hab¨ªa manera. Fue en diciembre de 2012, en una gala donde cogi¨® el micr¨®fono y anunci¨®: ¡°Seguir¨¦¡±. Lo que ocurri¨® despu¨¦s fue el m¨¢s hermoso y largo canto del cisne del atletismo espa?ol: un oro tan inesperado que se dir¨ªa conseguido saltando de frente.
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