Simon Yates gana la ¨²ltima etapa en Galicia con una gran estrategia
El equipo Orica tuvo su premio tras una serie de arriesgadas decisiones
Hay veces que la locura encuentra su sitio, su gloria, su raz¨®n de ser. En un ciclismo como el actual, tan inform¨¢tico, tan previsible, un poco de locura te reconcilia con la emoci¨®n de un deporte que va perdiendo la ¨¦pica. Y trat¨¢ndose de locuras, el equipo australiano Orica es el llamado para salpimentar un guiso con tantos tropezones, subidas y bajadas, estrecheces y asfaltos rugosos. Un equipo alegre,desenfadado, donde abundan las sonrisas y donde habita un buen rollo frente a los f¨¦rreos equipos que se esconden en los autobuses y caminan cabizbajos hacia los puntos de salida.
All¨¢ por la mitad de carrera, en una bajada, el director del Orica, Neil Stephens, mand¨® a todos sus corredores asalvajar el descenso y los chicos pusieron el pelot¨®n patas arriba, o literalmente cabeza abajo. En fila de a uno, enfilados por los ciclistas azulones que actuaron con un sobresalto y ese gusto suyo para la sorpresa. El pelot¨®n tembl¨®. Quedaban m¨¢s de 60 kil¨®metros, los m¨¢s exigentes y el sol castigaba con sus rayos verticales. Aquello se rompi¨® en pedazos, aunque ninguno de los favoritos cay¨® en la trampa. Un suicidio, parec¨ªa un suicidio, pero la locura del Orica tiene siempre un punto de sensatez.
Ellos hicieron duro un recorrido brutal y ellos acabaron ganando la etapa con una exhibici¨®n final de Simon Yates, un cazador nato, que primero abati¨® a Dani Moreno, el primer intr¨¦pido, y despu¨¦s a Mathias Frank, que estuvo a punto de sorprender a todos y romper todas las estrategias. Yates caz¨® al primero, lo digiri¨®, y se fue a por el segundo plato. Lo digiri¨® otra vez, y el postre se lo comi¨® en la meta, ya solito, sin comensales a su lado, sobrado de fuerzas y de hambre para devorarlo de un bocado. Una victoria poderosa para una etapa que exig¨ªa ciclistas poderosos.
Hubo fuga, ?c¨®mo no? De 11 ciclistas a los 40 kil¨®metros. Fugados que fueron cayendo como si el sol les secara los pulmones. Y el primer poderoso fue Omar Fraile, que lo emprendi¨® en solitario, con un porte imperial aunque acab¨® como un ecce homo. Sus excompa?eros iban cayendo a los pies primero del Orica, cuando llen¨® al pelot¨®n de dudas con su ritmo infernal.
El sue?o roto de Frank
Fraile cedi¨® a 13 kil¨®metros y su lugar lo ocup¨® otro ciclista poderoso, el suizo Mathias Frank, potente, vista al frente. Era una oportunidad, quiz¨¢s la ¨²ltima, de romper el maleficio de la Vuelta. Ni ¨¦l ni su equipo, el IAM, han ganado una etapa jam¨¢s en la ronda espa?ola. Frank ser¨¢ gregario la pr¨®xima temporada en el AG2R y el IAM desaparece. Pod¨ªa ser un buen final. Su sue?o se rompi¨® a cuatro kil¨®metros de la meta. Fue Dani Moreno quien le tir¨® el primer ara?azo, pero al fondo se divis¨® el maillot azul¨®n del Orica. Era Simon Yates que iba creciendo por segundos. Caz¨® a Dani Moreno y lo solt¨®, caz¨® a Frank y lo solt¨®. Y se qued¨® ¨¦l solo.
El pelot¨®n se fue deshilachando. Luis Le¨®n S¨¢nchez fue segundo. O midi¨® mal el ataque o las fuerzas de Yates. La locura del Orica tuvo premio. Era una met¨¢fora de la ilusi¨®n. En Luintra (Ribeira Sacra), donde se prodigaron los monasterios benedictinos, abundaron los afiladores y los parag¨¹eros, que ven¨ªan a ser lo mismo. Una estatua lo celebra en la rotonda de pintura que organiza el pueblo. Afilador no es una buena met¨¢fora para el ciclismo y el paraguas val¨ªa ayer como sombrilla.
Tampoco hacen falta puertos para endurecer el ciclismo. Ayer, oficialmente solo hab¨ªa uno, pero el recorrido era de m¨¢xima exigencia. Con un poco de locura es suficiente. Y hubo la justa para construir la mejor etapa hasta el momento de la carrera. Justo era que la ganase el Orica.
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