El primero, el m¨¢s querido
El t¨ªtulo de Espa?a en el Mundial en Jap¨®n tuvo todos los ingredientes de un guion inmejorable
La historia reciente de la selecci¨®n espa?ola de baloncesto est¨¢ plagada de grandes momentos, medallas por doquier, ¨¦xitos casi ininterrumpidos. Pero en la memoria, no s¨®lo de los protagonistas sino de aquellos aficionados que llevamos disfrutando desde la aparici¨®n de la generaci¨®n dorada, el lugar preferente sigue ocupado por el Mundial de Jap¨®n, del que se cumplen ahora diez a?os. No s¨®lo porque fuese la primera de muchas cotas alcanzadas, sino porque aquella historia tuvo todos los ingredientes de un guion inmejorable.
Primero porque tuvo un desenlace inesperado. Si alguno hubiese aventurado el resultado final, le hubiesen tachado de loco. Cierto que la selecci¨®n llevaba varios a?os apuntando maneras y estaba claro que cont¨¢bamos con un equipo solvente, vertebrado por los chavales del 80 y apuntalados con gente m¨¢s bragada como Carlos Jim¨¦nez o Garbajosa y refrescada con jugadores algo m¨¢s j¨®venes como Rudy o Sergio Rodr¨ªguez. Pero de ah¨ª a pensar en subirse a lo m¨¢s alto del caj¨®n, era mucho pensar.
A partir de los cuartos de final, las dosis de dramatismo fueron extraordinarias
Segundo porque a partir de cuartos, las dosis de dramatismo fueron extraordinarias. Empezando por la lesi¨®n de Pau Gasol a falta de poco m¨¢s de un minuto para el t¨¦rmino de la semifinal ante Argentina. Y siguiendo por el tiro de Nocioni, uno de esos momentos que cambian la historia para siempre. Tambi¨¦n intervino la necesaria dosis de fortuna. Un par de horas antes de celebrar la clasificaci¨®n para la final, Espa?a recibi¨® otro alegr¨®n. Grecia, en un partido memorable, se carg¨® a una EEUU que hab¨ªa llegado con gente como Lebron James, Wade, Anthony o Chris Paul. Casi nada.
Fue tambi¨¦n una historia de superaci¨®n. En las 48 horas que separaron la semifinal y la final, la selecci¨®n tuvo que gestionar emocionalmente la gravedad de la lesi¨®n de Pau Gasol, que hasta ese momento hab¨ªa tenido un rendimiento colosal. Lo hizo de la forma adecuada, estimul¨¢ndose ante el reto de jugar sin su gran estrella y la posibilidad de dedicarle el triunfo. Y para remate, hubo tambi¨¦n la subtrama humana. En la madrugada previa, a la final, Pepu Hern¨¢ndez recibi¨® la noticia del fallecimiento de su padre. La ocult¨® hasta despu¨¦s del partido para no distraer a sus jugadores.
Fue una historia de superaci¨®n. La selecci¨®n gestion¨®? emocionalmente la lesi¨®n de Pau
Total, que entre unas cosas y otras, el gui¨®n qued¨® perfecto. Espa?a jug¨® como los ¨¢ngeles, directa, valiente, est¨¦tica, ambiciosa y competitiva. Salvo ante Argentina, expertos en llevar los partidos a los terrenos que m¨¢s le convienen, fue dilapidando uno tras otro todos los rivales a los que se enfrent¨®, para terminar con una exhibici¨®n portentosa en la final, donde dej¨® en 47 puntos al mismo equipo que le hab¨ªa metido 101 a los norteamericanos.
Pero no s¨®lo fue en el juego donde triunf¨®. A la par de sus virtudes en la cancha, empezamos a vislumbrar otras claves que posteriormente han sido confirmadas, como la sencillez, humildad, compa?erismo, humanidad, alegr¨ªa por compartir o el enorme sentido colectivo de todos sus jugadores. No s¨®lo celebramos el qu¨¦, sino tambi¨¦n el c¨®mo. De las muchas im¨¢genes que dej¨® aquella final, tres sobresalieron y tienen m¨¢s que ver con el factor humano que con el t¨¦cnico. La de todo el equipo bailando sonriente en el medio del campo con las cintas en la cabeza, el abrazo en el suelo de los hermanos Gasol o el gesto del capit¨¢n Carlos Jim¨¦nez con Pepu Hern¨¢ndez, sabedor de la mezcla de emociones que sent¨ªa el t¨¦cnico en ese momento.
Pepu Hern¨¢ndez ocult¨® el fallecimiento de su padre hasta despu¨¦s del partido para no distraer a sus jugadores
Han pasado ya diez a?os de aquellas dos semanas m¨¢gicas rematadas una ma?ana de domingo en Saitama. Aquel d¨ªa comenz¨® una leyenda que contempla tres oros europeos, tres medallas ol¨ªmpicas y dos finales ante EEUU donde el marcador dice que perdimos y la memoria nos cuenta que triunfamos. Pero ya se sabe, s¨®lo hay una primera vez y esta fue tan especial que la recordaremos para los restos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.