Ajedrez gen¨¦tico sueco-espa?ol
Anna Cramling Bell¨®n, de 14 a?os, juega en la selecci¨®n de Suecia con su madre, y el padre de capit¨¢n
Si existe un gen del ajedrez, est¨¢ en el ADN de Anna Cramling Bell¨®n, de 14 a?os, cuyo debut en una Olimpiada es harto peculiar. Forma parte de la selecci¨®n femenina de Suecia junto a su madre, P¨ªa, de 51 (y 35 como jugadora de ¨¦lite mundial). El capit¨¢n del equipo es su padre, Juan Manuel Bell¨®n, de 66, pentacampe¨®n de Espa?a, quien, por fortuna para ¨¦l, ha sido liberado de decidir la alineaci¨®n de cada d¨ªa.
Anna es muy consciente de que su madurez es mayor que su edad, y lo atribuye al ajedrez, que prendi¨® en ella de forma natural, sin que sus padres insistieran, ni la estimulasen mentalmente cuando era un beb¨¦, como s¨ª hicieron los del campe¨®n del mundo, el noruego Magnus Carlsen. ¡°Me siento bien con los chicos y chicas de mi edad, aunque ellos me vean mayor que ellos, y tambi¨¦n con los adultos en los torneos. Adem¨¢s, el ajedrez tiene mucho que ver con mi facilidad para las matem¨¢ticas¡±, explica Anna en perfecto espa?ol. Tambi¨¦n podr¨ªa hacerlo en sueco o ingl¨¦s; adem¨¢s estudia franc¨¦s en Estocolmo e hizo sus pinitos con el chino mandar¨ªn cuando viv¨ªa en Fuengirola (M¨¢laga). Toca la guitarra y el piano, y tambi¨¦n canta.
Se ha adaptado bien a la sociedad sueca, pero echa de menos Andaluc¨ªa: ¡°All¨ª son m¨¢s reflexivos y reservados, nada que ver con la espontaneidad andaluza. Por otro lado, el enfoque pedag¨®gico en Suecia es m¨¢s completo; tenemos clases de cocina, textiles y carpinter¨ªa, por ejemplo¡±. El consejo m¨¢s importante que recuerda de su madre tiene que ver con ese contraste cultural: ¡°Me ha insistido mucho en que piense antes de hablar y de decidir. Y cuando juego, que me siente encima de mis manos, para que no me deje llevar por el primer impulso y haga la primera jugada que se me ocurra¡±.
En lo relativo al ajedrez, sus padres siempre han actuado como polic¨ªa bueno (P¨ªa) y malo (Juan Manuel). Su padre, un luchador a ultranza que se enorgullece de no haber ofrecido tablas jam¨¢s en los ¨²ltimos 40 a?os, es ahora su entrenador: ¡°Me inculca mucha disciplina, y es exigente. Me recalca que busque tres jugadas candidatas y, siempre que tenga tiempo, mire si hay una mejor antes de mover¡±.
?Y c¨®mo es el ambiente en la familia si tanto el padre como la madre han perdido ese d¨ªa sus partidas en un torneo? ¡°Ah, entonces es justo al rev¨¦s. Mi padre asume bastante bien las derrotas, pero a mi madre todav¨ªa le duelen mucho. Intento consolarla, pero no es f¨¢cil porque para ella el ajedrez es su trabajo, y gracias a ese amor propio sigue estando en la ¨¦lite mundial a los 53 a?os, a pesar de que en Suecia a¨²n no han reconocido el ajedrez como deporte y no entienden bien todo esto. Para los suecos, el ajedrez es un juego de mesa¡±.
Anna ve grandes virtudes pedag¨®gicas en el ajedrez: ¡°Te ayuda a prever el futuro y a controlar la situaci¨®n, entre otras muchas cualidades¡±. Y el ambiente de los torneos le encanta: ¡°Es multicultural, conoces a mucha gente interesante a la que vuelves a ver en otro sitio. Y tambi¨¦n es una buena medicina contra el racismo porque iguala a todo el mundo. He visto varias veces c¨®mo las personas m¨¢s t¨ªmidas son mejores en muchas cosas que los l¨ªderes de un grupo. Y eso en el ajedrez se ve con mucha claridad¡±.
Pero no se ve como una jugadora profesional: ¡°Me parece muy dura la posibilidad de tener que ganar tu partida de hoy para poder comer ma?ana. Pero s¨ª me gustar¨ªa ser maestra internacional o gran maestra si lo puedo hacer antes de los 18 a?os¡±.
Jugar desde un hospital
P¨ªa Cramling es un caso muy extraordinario de longevidad en la ¨¦lite y pundonor. En 1999 jug¨® una partida del Campeonato de Espa?a por equipos conectada al suero, con su rival junto a ella, en una cama de la cl¨ªnica Menorca, en Ciudadela, internada por complicaciones en un embarazo. ¡°El m¨¦dico me dijo que no anduviese, y por tanto la situaci¨®n era compatible con jugar al ajedrez¡±, recuerda. Su marido qued¨® asombrado: ¡°Conoc¨ªa su gran pasi¨®n pero nunca pens¨¦ que llegar¨ªa a tanto¡±. P¨ªa conserva esa pasi¨®n, con un matiz: ¡°Entonces viv¨ªa para el ajedrez. Ahora lo m¨¢s importante es la vida¡±.
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