La Liga de la Justicia
Lo que hoy es juzgado como una grave agresi¨®n por unos, o como un teatrillo despreciable por otros, ma?ana puede convertirse en lo contrario a ojos de los mismos
Para un freak como yo, criado entre c¨®mics de todo tipo y una jaur¨ªa de marineros borrachos capaces de beber masaje de afeitado en ausencia de licor, ha resultado una agradable sorpresa comprobar que los superh¨¦roes existen de verdad, caminan entre nosotros y nos ayudan a cuidar Espa?a, esa patria nuestra amenazada por multitud de malhechores, supervillanos y secesionistas catalanes. Sin ¨¢nimo de exagerar m¨¢s de lo estrictamente necesario, dir¨¦ que me he quedado patidifuso al descubrir la facultad sobrehumana para calcular la intensidad del dolor ajeno demostrada estos d¨ªas por Javier Tebas y los miembros del Comit¨¦ de Competici¨®n de la RFEF, una especie de nueva Liga de la Justicia, castiza, cipotuda y al servicio del f¨²tbol espa?ol.
Si Stan Lee y Steve Ditko hicieron fortuna con una picadura de ara?a radioactiva, aqu¨ª nos ha bastado con un simple botellazo para dar comienzo a nuestra propia saga de tebeos y pel¨ªculas, la cual amenaza con depararnos grandes emociones en el futuro. Como bien sabemos, las alegr¨ªas y las penas suelen ir por barrios en esto del f¨²tbol y lo que hoy es juzgado como una grave agresi¨®n por unos, o como un teatrillo despreciable por otros, ma?ana puede convertirse en lo contrario a ojos de los mismos y el agravio comparativo siempre ha dado juego a un buen guionista, a poco que fume lo suficiente y beba mucho caf¨¦.
Repasando viejas pol¨¦micas, por ejemplo, me he topado con unas fotos del a?o 2011 tomadas en Mestalla, durante la celebraci¨®n de la final de la Copa del Rey. En ellas se puede ver a un excitad¨ªsimo Pepe dedicando un corte de manga a la grada rival en plena celebraci¨®n de un gol, mientras en el suelo lucen varias botellas arrojadas al campo por alg¨²n espectador asilvestrado, se supone que con intenciones distintas a las de dar de beber al sediento o regar el castigado c¨¦sped. Cierto que a veces bebo y suelo dormir demasiado pero no recuerdo a muchos aficionados merengues reprobando la reacci¨®n del defensa portugu¨¦s ni a demasiados cul¨¦s denunciando el peligroso lanzamiento de objetos desde la grada, sus caballos de batalla durante esta semana.
M¨¢s all¨¢ de la paranormal exhibici¨®n del Presidente de la LFP y los juristas de la RFEF, lo ¨²nico que no entiende- o no deber¨ªa- de colores y sentimientos varios es la ley escrita del f¨²tbol, el reglamento por el que se rigen las sanciones y medidas ante el incumplimiento de las normas. Si los jugadores del Bar?a han infringido alguna de ellas deben ser sancionados, no ha lugar a consideraciones de tipo moral o did¨¢ctico basadas en preferencias personales. Por este camino, corremos el riego de que la justicia en el f¨²tbol se parezca cada d¨ªa m¨¢s a aquella an¨¦cdota que suele contar Jorge Valdano en la que un delincuente habitual se declara culpable de todos los delitos que se le imputan sin apenas pesta?ear. ¡°?Desea alegar algo en su defensa?¡±, pregunta el juez, un conocido hincha de cierto club de f¨²tbol de la ciudad. ¡°S¨ª¡±, contesta el acusado. ¡±Que soy de Racing¡±.
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