Expertos fr¨ªvolos e irresponsables
Gran difusi¨®n internacional de un estudio cient¨ªfico poco riguroso sobre los beneficios del ajedrez
Es razonable suponer, en principio, que el director ejecutivo de la fundaci¨®n brit¨¢nica Education Endowment, Kevan Collins, el redactor-jefe de Educaci¨®n del Daily Telegraph, Javier Espinoza, y el presidente de la Campa?a por la Educaci¨®n Aut¨¦ntica, Christopher McGovern, son personas competentes, racionales y responsables. Sin embargo, los siguientes p¨¢rrafos indican lo contrario, y nos alertan de que la maravillosa tecnolog¨ªa del siglo XXI alienta la resbaladiza tendencia a la frivolidad, la excesiva rapidez y las decisiones poco razonadas. Justo lo contrario de lo que promueve el ajedrez.
¡°Sus hijos no son m¨¢s inteligentes por jugar al ajedrez, seg¨²n un estudio¡±. As¨ª titula Espinoza un art¨ªculo publicado el pasado 13 de julio. Y lo apuntala con un arranque devastador: ¡°Los padres que presionan a sus hijos envi¨¢ndoles a clases de ajedrez no est¨¢n mejorando su rendimiento escolar, seg¨²n un estudio masivo¡±.
En los siguientes p¨¢rrafos, el periodista dice que en el experimento participaron 3.000 alumnos de Primaria (un n¨²mero significativo, sin duda). Pero de inmediato salta la primera alarma de falta de rigor, porque resulta que esos tres millares de ni?os y ni?as s¨®lo recibieron 30 horas de clases de ajedrez, muy pocas para que la mejora en matem¨¢ticas u otras ¨¢reas sea muy probable, en opini¨®n de muchos expertos en ajedrez educativo.
Las bombillas de alerta se ponen de un intenso color rojo cuando el redactor afirma que un estudio anterior hecho en Italia produjo el resultado opuesto, para subrayar a continuaci¨®n que el de la fundaci¨®n Education Endowment es el primero de ese tipo que se realiza en Inglaterra. La deducci¨®n l¨®gica es que -por alguna raz¨®n que no se explica-, el mero hecho de que la investigaci¨®n se haya hecho en Inglaterra ya otorga mayor credibilidad que si se hace en Italia (el periodista no se molesta en aclarar que el estudio italiano se hizo con muchos menos alumnos que el ingl¨¦s.
Otra deducci¨®n l¨®gica, pero rotundamente falsa, es que el ¨²nico estudio importante anterior al que nos ocupa fue el de Italia. Si en lugar de aplicar el lema favorito de los malos periodistas y de los c¨ªnicos ¨C¡°Nunca permitas que la realidad te estropee un buen reportaje¡±-, Espinoza se hubiera documentado un poco, habr¨ªa descubierto varios estudios muy serios que llegan a conclusiones diametralmente opuestas. Uno muy convincente es el de Trier (Alemania), donde, durante cuatro cursos consecutivos, los alumnos que sustituyeron una hora semanal de matem¨¢ticas por otra de ajedrez educativo lograron mejores notas en matem¨¢ticas que sus compa?eros del grupo control, quienes siguieron recibiendo tres horas de matem¨¢ticas semanales, sin contacto alguno con el ajedrez. Un estudio muy reciente en Aarhus (Dinamarca) y otro de las universidades de Girona y Lleida que a¨²n no ha terminado (est¨¢ en su segunda fase, pero se conocen las conclusiones provisionales de la primera) en m¨¢s de 200 colegios de Catalu?a confirman los resultados de Trier.
Otra cosa que pod¨ªa haber hecho Espinoza es llamar a expertos en ajedrez educativo (en el Reino Unido hay varios muy fiables). Le hubieran dicho que la gran mayor¨ªa de los docentes de diversos pa¨ªses (pedagogos profesionales) que han utilizado el ajedrez como herramienta educativa ven avances significativos, no s¨®lo en resultados acad¨¦micos (sobre todo, en matem¨¢ticas y comprensi¨®n lectora), sino en diversos par¨¢metros de la inteligencia, incluida la emocional. El arriba firmante tambi¨¦n puede dar fe de ello tras haber impartido conferencias sobre ajedrez educativo a m¨¢s de 12.000 docentes de muchos pa¨ªses. Cuando les pregunto qu¨¦ cualidades concretas desarrolla el ajedrez seg¨²n su experiencia, estas son las m¨¢s citadas: atenci¨®n, concentraci¨®n, responsabilidad, autocr¨ªtica, objetividad, control del primer impulso, pensamiento l¨®gico, planificaci¨®n, visi¨®n espacial, distinci¨®n entre lo urgente y lo importante, o entre el corto, medio y largo plazo¡ Si citara todas, ser¨ªan cerca de 30. El ajedrez como herramienta para transmitir valores est¨¢ obteniendo muy buenos resultados incluso en Infantil o Preescolar (ni?os de 2 a 5 a?os).
Pero ahora viene lo peor. Basta leer los detalles de c¨®mo se hizo el estudio en cuesti¨®n para descubrir una enorme chapuza. En el propio texto difundido por Education Endowment se reconoce que quienes dieron las clases de ajedrez fueron ajedrecistas, y no maestros de escuela, y que buena parte de ellos carec¨ªan de una m¨ªnima formaci¨®n pedag¨®gica. Tambi¨¦n se admite que algunos alumnos ni siquiera recibieron esas exiguas 30 horas de formaci¨®n, y que la mayor¨ªa de ellos s¨®lo jugaron al ajedrez muy de vez en cuando durante los dos a?os de la investigaci¨®n, teniendo en cuenta que los ex¨¢menes de Matem¨¢ticas, Ciencias e Ingl¨¦s se hicieron un a?o despu¨¦s de las 30 horas de clase; es decir buena parte de los sujetos del estudio no tuvieron relaci¨®n alguna con el ajedrez, o jugaron muy poco, durante ese a?o.
Education Endowment (y Espinoza) ha enfocado este asunto como si tratara de demostrar que comer un kilo de tocino cada d¨ªa aumenta el colesterol malo, cuando las indudables ventajas pedag¨®gicas del ajedrez requieren un an¨¢lisis mucho m¨¢s fino. En todos los congresos de ajedrez educativo en los que he participado (y son muchos) hemos llegado a la conclusi¨®n de que si se introduce en el horario lectivo, con fines puramente pedag¨®gicos, es mucho mejor que lo imparta un docente profesional, aunque en algunos pa¨ªses (y Comunidades Aut¨®nomas espa?olas) se permita que los monitores de ajedrez est¨¦n en el aula junto al docente titular de esa hora. Otra cosa es el ajedrez como actividad extraescolar, donde el objetivo puede ser mixto (deportivo y educativo); lo deseable en ese caso es que lo imparta un monitor de ajedrez con conocimientos b¨¢sicos de pedagog¨ªa y psicolog¨ªa infantil, detalle esencial que no se vigil¨® en este caso.
Doy por seguro que Espinoza no ley¨® la letra peque?a del estudio, porque de lo contrario no s¨®lo ser¨ªa un fr¨ªvolo irresponsable sino que estar¨ªa enga?ando a sus lectores. Sin embargo, debo se?alar a su favor que no se conform¨® con una lectura en diagonal del estudio, sino que busc¨® opiniones de supuestos expertos que apoyasen su contundente titular. Y as¨ª llegamos a los mencionados McGovern y Collins, quienes -dando por sentado que Espinoza ha publicado estrictamente lo que dijeron- compiten en frivolidad con el periodista. Especialmente McGovern, quien debi¨® de quedarse muy ancho tras esta afirmaci¨®n: ¡°Este reciente estudio es una llamada de atenci¨®n para los padres presionantes que convierten en miserables las vidas de sus hijos por sus ingenuas creencias en los milagros educativos¡±.
Mi interpretaci¨®n m¨¢s benevolente es que McGovern llevaba tiempo queriendo decir algo as¨ª sobre supuestas herramientas o actividades educativas fraudulentas que se ponen de moda. Y, ni corto ni perezoso, decidi¨® utilizar el ajedrez como ejemplo sin tener ni remota idea de los estudios cient¨ªficos y experiencias en toda clase de pa¨ªses durante m¨¢s de un siglo que indican justo lo contrario. Esos abundantes indicios explican que 415 eurodiputados decidieran recomendarlo como herramienta educativa en 2012, o que el Parlamento espa?ol (Congreso de los Diputados) tomase una decisi¨®n similar por unanimidad (algo poco menos que milagroso en la pol¨ªtica espa?ola) el 11 de febrero de 2015. O que la introducci¨®n del ajedrez en los colegios (y en muchos casos en horario lectivo) no deje de aumentar cada a?o en pa¨ªses tan dispares como Estados Unidos, Argentina, Sur¨¢frica, Dinamarca, Polonia, Hungr¨ªa, Armenia o Corea del Sur, por citar s¨®lo algunos.
Collins, el director ejecutivo de Education Endowment, es mucho m¨¢s prudente. Se limita a mostrar su sorpresa por los resultados del estudio y, a pesar de ellos, se reafirma en la utilidad pedag¨®gica del ajedrez, y lo recomienda, ¡°por sus valores intr¨ªnsecos¡±. Bien, pero su fundaci¨®n nunca debi¨® dise?ar el estudio con tal falta de rigor, debi¨® paralizarlo o modificarlo al comprobar c¨®mo se estaba haciendo, y nunca debi¨® publicarlo, por su absoluta falta de credibilidad.
Es dif¨ªcil medir el da?o causado, porque en el siglo XXI toda noticia local se convierte en universal en un pisp¨¢s; muchos peri¨®dicos la han publicado, aunque no he visto en ninguno tanta frivolidad como la del Daily Telegraph. ?Qu¨¦ pensar¨¢n, por ejemplo, los padres de los ni?os brit¨¢nicos que son alumnos de la fundaci¨®n brit¨¢nica Chess in Schools and Communities? ?Cu¨¢nto tardar¨¢n esos peri¨®dicos en publicar alguna informaci¨®n con el aluvi¨®n de datos en sentido contrario al estudio de marras?
Todo indica que ni Espinoza ni McGovern juegan al ajedrez (o al menos no lo hacen con frecuencia). Si lo hicieran, pensar¨ªan m¨¢s antes de hablar o escribir, tendr¨ªan una visi¨®n global de las cosas y ser¨ªan m¨¢s cuidadosos en cuanto a las posibles consecuencias de sus actos. Su comportamiento en ese asunto es un claro ejemplo de un aspecto muy negativo del acelerado mundo en el que vivimos: pensar no est¨¢ de moda.
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