Carlsen provoca un empate bals¨¢mico
El campe¨®n, muy contrariado por la igualdad en el marcador, necesita enfriarse para afrontar la segunda mitad del duelo ante Kariakin
Levantar el pie de acelerador en el momento justo evita accidentes. Magnus Carlsen, consciente de que ayer estaba demasiado enojado tras cinco empates consecutivos con Sergu¨¦i Kariakin, ha provocado hoy el sexto tras s¨®lo 90 minutos para disponer de 46 horas de descanso antes de la segunda mitad del duelo, con el marcador igualado (3-3) en el Fulton Market Building de Nueva York.
Kare Aas, embajador de Noruega en EEUU, asinti¨® por la ma?ana cuando el periodista le coment¨® que Carlsen necesitaba mirar la situaci¨®n del duelo con una perspectiva tan alta como la que se disfrutaba en ese momento desde el ¨¢tico del rascacielos donde se ubica el consulado noruego. Eran las diez de la ma?ana de un magn¨ªfico d¨ªa azul en Manhattan, pero el campe¨®n del mundo a¨²n no lo sab¨ªa porque se levanta exactamente tres horas antes de la partida, a las 11.00, porque es el tiempo necesario para que el cerebro rinda al 100% sin malgastar energ¨ªa.
La noche anterior fue dura en el hotel de la delegaci¨®n noruega. Cuando Carlsen se meti¨® entre bambalinas tras la conferencia de prensa, desahog¨® su rabia pateando una puerta con gran violencia. Luego pidi¨® una pizza, algo que desaconseja su m¨¦dico, Brede Kvisvik. Pero ni el doctor, ni el padre del campe¨®n ni sus hermanas ni su guardaespaldas ni su apoderado se atrevieron a contradecir en ese momento al irritado Magnus, cuya desaz¨®n no se deb¨ªa solamente al error que cometi¨® en la jugada 41 de la 5? partida, sino a la causa de ese fallo: se hab¨ªa olvidado de apuntar una jugada, y por tanto no estaba seguro de si ya hab¨ªa pasado el control de tiempo de la 40 o deb¨ªa hacer una m¨¢s antes de disponer de mucho tiempo para pensar. Invirti¨® varios minutos en repasar mentalmente la partida leyendo la planilla, y eso le desconcentr¨® y provoc¨® un error que podr¨ªa haber marcado el duelo: si Kariakin hubiese ganado el jueves, teniendo las piezas blancas en las dos partidas siguientes, el golpe psicol¨®gico habr¨ªa sido muy fuerte.
En esa reuni¨®n presidida por el embajador, y cuyo objeto era presentar un libro sobre el campe¨®n del mundo (The Wizards), escrito por el indio Sriram Balasubramanian y el noruego Arne Danielsen, estaban varias personas que conocen bien a Carlsen. Ninguna de ellas objet¨® algo cuando el periodista apunt¨® que su punto d¨¦bil est¨¢ en la falta de preparaci¨®n psicol¨®gica. Como no est¨¢ acostumbrado a que las cosas le salgan mal, sufre demasiado cuando ello ocurre, y eso puede ser un factor determinante al enfrentarse a un sabio rocoso y de mente muy fr¨ªa, como Kariakin.
Muy probablemente, su entrenador, el dan¨¦s Peter Heine Nielsen, le dijo durante la noche del jueves (Carlsen se acuesta de madrugada) que aceptar una pelea larga con negras en un estado an¨ªmico tan negativo pod¨ªa ser muy peligroso; lo sensato era un empate r¨¢pido, enfriar la mente y preparar con calma la segunda mitad del duelo. Adem¨¢s, el propio Nielsen ten¨ªa la receta apropiada para lograrlo: una variante de la Apertura Espa?ola que ¨¦l mismo emple¨® en 2007. Su pupilo le hizo caso, y todo fue sobre ruedas. Esta 6? partida es una de las poqu¨ªsimas de su carrera en las que Carlsen ha jugado todo de memoria, en lugar de salirse de lo conocido lo antes posible, que es su imagen de marca.
Hora y media, tablas y a la conferencia de prensa, donde alguien pregunt¨® a ambos jugadores qu¨¦ iban hacer durante el s¨¢bado de descanso. Kariakin respondi¨® de inmediato: ¡°Voy a montar en helic¨®ptero, para disfrutar de la vista a¨¦rea de Manhattan¡±. Carlsen, pensativo, pero sonriente, replic¨®: ¡°No lo s¨¦, pero en ning¨²n caso montar¨¦ en helic¨®ptero¡±. Tal vez su embajador deber¨ªa llamarle para que cambie de opini¨®n: si mira la situaci¨®n del duelo desde muy arriba, ver¨¢ que ¨¦l sigue siendo el favorito porque es uno de los ajedrecistas m¨¢s completos de la historia. El ¨²nico problema hasta ahora es que enfrente est¨¢ uno de los mejores defensores de la historia, cuyas probabilidades de dar la gran sorpresa son directamente proporcionales a la cantidad e intensidad de los berrinches del campe¨®n.
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