Atl¨¦tico - Real Madrid: Una despedida sin p¨®lvora
Los de Simeone no dispararon entre los tres palos hasta la segunda mitad
A veces, cuando Fernando Torres intuye que puede formar parte del once en un partido grande visita la peluquer¨ªa. El ritual lo ha puesto en pr¨¢ctica en derbis, finales de Champions, Mundiales y Eurocopa. En los d¨ªas previos al derbi, Torres luci¨® corte de pelo capeado en la nuca en los campos de entrenamiento de Majadahonda. Simeone dud¨® hasta la ma?ana del derbi si alinearlo o no. Y eso que a principios de semana el t¨¦cnico parec¨ªa convencido de que Torres formar¨ªa parte del once.
El viernes por la noche ya no lo ten¨ªa tan claro. Barrunt¨® dar entrada de salida a Gameiro, pero por la ma?ana termin¨® de decantarse por Torres. Adem¨¢s de los galones, su alineaci¨®n encajaba desde lo emocional, al tratarse del ¨²ltimo derbi liguero en el Calder¨®n. El tifo desplegado en el fondo sur que representaba a dos aficionados mirando en la distancia al viejo estadio evocaba toda la nostalgia que embargaba al duelo.
La menci¨®n del nombre de Torres por la megafon¨ªa gener¨® un aumento considerable de los decibelios. El previsible arranque incendiario del Atl¨¦tico tambi¨¦n ligaba con la presencia del delantero. Suyos fueron dos desmarques intencionados, en esos primeros diez minutos febriles. La caldera que era el coliseo rojiblanco se enfri¨® con el primer aviso de Cristiano Ronaldo. El cabezazo tenso lo detuvo Oblak, con la hinchada rojiblanca paralizada desde que la rosca parti¨® de la bota izquierda de Marcelo.
En los guantes de Oblak y entre sus suspiros, se muri¨® el Atl¨¦tico todo el primer tiempo. Pocas veces se ha visto a Simeone tan abatido como en esa media hora. En cuclillas, reflexionando cabizbajo, sin seguir el juego, parec¨ªa buscar soluciones con la mirada perdida en la hierba. Pit¨® Fern¨¢ndez Borbal¨¢n el descanso, y Simeone no emprendi¨® el camino hacia las escalerillas del vestuario con su energ¨ªa habitual. El 0-1 de Cristiano quiz¨¢ no le afect¨® tanto al entrenador rojiblanco como la sensaci¨®n de impotencia de su equipo, incapaz de hacerle un rasgu?o al Madrid. La estad¨ªstica fue desoladora en esos primeros 45 minutos. El Atl¨¦tico no dispar¨® entre los tres primeros palos en la que fue una de las peores primeras partes que se le recuerdan.
La salida del segundo tiempo fue m¨¢s acorde con lo que se esperaba. Griezmann, in¨¦dito hasta entonces, empez¨® a moverse a las espaldas de Nacho y Varane. Simeone recarg¨® el ataque dando entrada a Gameiro por Torres y a Correa por Gabi. Fue muy significativo ese cambio del capit¨¢n, que hab¨ªa se?alado la fragilidad del equipo por el medio cuando Koke juega a su lado. El doble cambio son¨® tanto a reafirmaci¨®n de la idea de jugar con el volante internacional por el medio como a un intento desesperado por alcanzar al menos ese empate que evitara la brecha de nueve puntos.
Desfile cabizbajo
Sucedi¨® que el Madrid conden¨® al Atl¨¦tico a la contra. El mundo al rev¨¦s. Se hundi¨® el equipo de Simeone con ese cabezazo de Varane desde el medio del campo que provoc¨® la medici¨®n en carrera con Savic. Fern¨¢ndez Borbal¨¢n decret¨® el penalti. Ese tipo de jugadas que ahora tanto da?o le hacen al Atl¨¦tico eran impensables no hace mucho tiempo. Oblak fue enga?ado de nuevo, aunque esta vez, quiz¨¢ por el qu¨¦ dir¨¢n, se venci¨® a un lado.
El 0-2 hizo desfilar a algunos aficionados. La premura con la que se hab¨ªan dado cita en los aleda?os del Calder¨®n tambi¨¦n emergi¨® en esa porci¨®n de hinchas desolados que prefiri¨® evitar el atasco de turno y la tortura de presenciar una derrota tan hist¨®rica.
Los que aguantaron trataron de dar ese ¨²ltimo aliento que Cristiano se encarg¨® por tercera vez de segar. En el ¨²ltimo derbi liguero del Calder¨®n, solo la hinchada estuvo a la altura de lo que se esperaba.
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