¡°Todos en Alhama sab¨ªan lo de Mill¨¢n y nadie hizo nada¡±
Alhama revive con dolor los hechos de 1992, el recuerdo de las decenas de ni?os que supuestamente sufrieron abusos por parte de Mill¨¢n, la verg¨¹enza del silencio y el valor de quienes ahora quieren recordarlo
En Alhama de Murcia llueve el s¨¢bado como no ha llovido en meses y las calles est¨¢n encharcadas y los coches escupen cortinas de agua cuando pasan, y la f¨¢brica de la industria c¨¢rnica El Pozo, de la que viven la mayor¨ªa de sus habitantes, se difumina a la salida de la autov¨ªa como la memoria de las cosas terribles bajo la luz confusa de una ma?ana oto?al.
Un d¨ªa de diciembre de 1992, las fuerzas vivas de Alhama se enteraron de que decenas de ni?os del pueblo de entre 13 y 15 a?os relataron haber sufrido abusos por parte de un profesor encantador, el vecino m¨¢s admirado, idolatrado, el c¨¦lebre entrenador de atletismo Miguel ?ngel Mill¨¢n, el que hab¨ªa convertido a Antonio Pe?alver en subcampe¨®n ol¨ªmpico. Su reacci¨®n fue el miedo. Decidieron que la mejor forma de solucionar un problema que les pod¨ªa trastornar y hundir era intentar taparlo todo, evitar el esc¨¢ndalo, impedir la denuncia. Olvidar el horror, como si no hubiera existido.
M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, un chico de Tenerife les ha sacudido. Les ha despertado de la desmemoria inc¨®moda. Les ha hecho enfrentarse con su pasado. Con sus errores. Algunos se niegan a abrir los ojos pese a las sacudidas de la mayor¨ªa que quieren, de una vez, pasar p¨¢gina, reventar el quiste.
¡°Casi 30 a?os despu¨¦s de todo aquello, a¨²n sudo cuando me vienen a la memoria cosas que cre¨ªa que hab¨ªa olvidado¡±, dice, por tel¨¦fono, con voz desesperanzada, Diego Jos¨¦ Mart¨ªnez Cer¨®n, el alcalde de Alhama que en pocos meses de 1992 pas¨® de saludar triunfal desde el balc¨®n del Ayuntamiento la llegada de los h¨¦roes ol¨ªmpicos Pe?alver y Mill¨¢n a querer olvidar que todo aquello hab¨ªa sucedido, a vivir avergonzado de su culpa. ¡°No quiero recordar nada porque me duele. Es un agobio. No quiero recordar, no¡±.
¡°Aquel diciembre del 92 se instaur¨® en el pueblo una ley del silencio¡±, dice Diego Valero, a quien, como al alcalde, le cuesta recordar. ¡°Yo trabajaba en la Concejal¨ªa de Deportes. Vinieron a mi casa unos zagales y hablaron conmigo, mi mujer y otra gente. Contaron lo que les hab¨ªa hecho Mill¨¢n. Diego, el alcalde, le prohibi¨® la entrada en las instalaciones deportivas y se fue a Madrid a hablar con Jos¨¦ Mar¨ªa Odriozola, el presidente de la federaci¨®n, a cont¨¢rselo todo y a decirle: ¡®En el pueblo hemos hecho esto, la federaci¨®n ya sabr¨¢ lo que tiene que hacer, porque Mill¨¢n estaba pagado por la federaci¨®n¡±. Pocos d¨ªas despu¨¦s, Mill¨¢n consigui¨® una plaza en un colegio de Extremadura y con su familia se fue de Alhama para siempre.
El detonante, lo que hizo estallar todo fue que Sergio, el hijo de Sebasti¨¢n S¨¢nchez, un juez de atletismo y maestro y quiz¨¢s el mejor amigo de Mill¨¢n en Alhama, hab¨ªa empezado a sufrir abusos. Ten¨ªa 12 a?os. Los atletas m¨¢s veteranos vieron en ello la gran oportunidad. Sus casos hab¨ªan prescrito pero el de Sergio podr¨ªa ser denunciado. Era la gran oportunidad.
El hijo de su mejor amigo
Otra de las v¨ªctimas, Alonso S¨¢nchez, que tambi¨¦n ha declarado estos d¨ªas ante la polic¨ªa por los abusos sufridos, junto a Pe?alver y dos o tres atletas m¨¢s fue a cont¨¢rselo a Valero y a Sebasti¨¢n, a pedirles que lo denunciaran. ¡°La respuesta que tuve es que me hab¨ªa puesto muy nervioso, que todav¨ªa no lo ten¨ªan superado. Dec¨ªan que qui¨¦nes ¨¦ramos nosotros para juzgar. Nosotros, las v¨ªctimas. Urg¨ªamos a todos para que se denunciara ya, porque sab¨ªamos que Mill¨¢n iba a seguir haci¨¦ndolo. Y a partir de ah¨ª, se difumin¨® todo. No s¨¦ por qu¨¦, porque todos ten¨ªan conocimiento de eso.Todos lo sab¨ªan y nadie hizo nada. Lo pod¨ªan haber denunciado. Irnos todos en tropel a apoyar a aquello¡±, cuenta un atleta de los que hablaron entonces y que ahora quiere seguir hablando y tambi¨¦n ha declarado ante la polic¨ªa. Quiere mantener a¨²n el anonimato para impedir que Mill¨¢n intente manipularlo. Pero cuenta su historia y la tristeza que le produjo la reacci¨®n de las autoridades.
"Estoy seguro de que en este pueblo a¨²n hay gente que piensa qu¨¦ l¨¢stima que se tuviera que marchar de aqu¨ª"
Al igual que tambi¨¦n lo hace ahora Antonio Pe?alver, el alhame?o m¨¢s famoso de los que ha habido, que dice que la secuela m¨¢s importante de los abusos sexuales que ha sufrido de ni?o es el da?o psicol¨®gico. ¡°Has sido manipulado y sometido a otra voluntad sin ser consciente de ello ni de que tienes tu vida propia, solo de lo que te ha inoculado en la cabeza¡±, explica. ¡°En Alhama hay una serie de padres que estaban casi cada fin de semana sent¨¢ndose con este hombre en su mesa y con su familia. Y lo hac¨ªan con el mayor de los orgullos. Y han tenido que sufrir al enterarse luego de que al mismo tiempo estaba pendiente de los hijos. Era una maniobra de atrapamiento para los hijos, para que cuando les atacara fueran incapaces de decir nada. Porque, claro, si tu padre admira e idolatra a alguien, qu¨¦ le vas a decir t¨², qui¨¦n te va a creer. Eso lo ha hecho m¨²ltiples veces. Es retorcido. Fue tal la verg¨¹enza. He o¨ªdo que dec¨ªan que esto se tap¨® para que no sufriera Antonio, que estaba en ese momento en lo m¨¢s alto. A m¨ª no me pregunt¨® nadie qu¨¦ hab¨ªa que hacer. Nadie me pregunt¨®. Excusas. Ellos sabr¨¢n por qu¨¦ se hizo. Estoy seguro de que en este pueblo todav¨ªa hay gente que piensa qu¨¦ l¨¢stima que se tuviera que marchar de aqu¨ª. Ese grand¨ªsimo hombre que salvaba al mundo, Alhama se lo deb¨ªa todo a su gran labor¡±.
A la adoraci¨®n de ese ¡°grand¨ªsimo hombre¡±, Toni L¨®pez, que fue atleta y entrenadora y admiradora de un Mill¨¢n al que idolatraba y llamaba Zeus, le dio su juventud. Despu¨¦s, cuando se le cay¨® la venda de los ojos, se enfrent¨® a ¨¦l y acab¨® sola y deprimida, sin trabajo. Ahora trabaja de periodista en el peri¨®dico local y lucha contra el olvido.
¡°Buscaba ni?os sensibles y con problemas familiares¡±, cuenta de Mill¨¢n Toni, cuya primera pareja fue Alonso. ¡°A los preferidos les llamaba sus almas gemelas y tambi¨¦n los llevaba a su casa. Emocionalmente manejaba a todos a su antojo. Lograba que todos, incluso los adultos, hicieran el vac¨ªo a los que ¨¦l marcaba. Me siento c¨®mplice a pesar de que no sab¨ªa nada. Mi hermano, que era muy extrovertido, no le gustaba, y yo tambi¨¦n colabor¨¦ para echarlo del club. Nos pon¨ªa m¨²sica new age, o¨ªamos a Ram¨®n Trecet y sus Di¨¢logos 3, aquello de buscar la belleza, con ¨¦l, y Philip Glass y Wim Mertens, y tom¨¢bamos cervezas. Estar con ¨¦l, ser aceptado en su grupo, era estar en otro mundo. Pero si no te aceptaba, te quedabas solo. Todo era una farsa: hab¨ªa organizado su secta para meter mano a los ni?os. Las Nocheviejas con ¨¦l era como pasarlas con Dios. Cuando se fue, pas¨® por casa a despedirse. Llorando le dijo a Alonso: ¡®Solo quiero que me saludes si me vuelves a ver. Yo no soy maric¨®n, no quise hacerte da?o¡±.
"Yo fui el ¨²ltimo que toc¨®.. Abus¨® de m¨ª nueve veces hasta que me plant¨¦".
Sergio, el hijo de Sebasti¨¢n, nunca le ha contado a su padre todo lo que sufri¨® con Mill¨¢n. Sebasti¨¢n solo sabe que algo hubo. Mill¨¢n rompi¨® la relaci¨®n entre ambos. La confianza. ¡°Yo fui el ¨²ltimo que toc¨®. Mill¨¢n era el mejor amigo de mi padre. Com¨ªa en mi casa muy a menudo. Abus¨® de m¨ª nueve veces hasta que me plant¨¦. Me ten¨ªa que inventar historias, yo, un ni?o, como que me iba a jugar al golf a las 12 de la noche para quit¨¢rmelo de encima. Ten¨ªa 12 a?os. Luego, todos mis compa?eros empezaron a hablar¡¡±, dice Sergio, quien no llega a entender c¨®mo su padre fue una de las personas que decidieron que no hab¨ªa que denunciar a Mill¨¢n.
Sebasti¨¢n S¨¢nchez se arrepiente. Lo cuenta ahora como acto de contrici¨®n. ¡°Es una carga que he llevado siempre encima¡±, comenta. ¡°Pero como fue una culpa compartida con el alcalde, con otras autoridades quiz¨¢s he logrado que no me pesara tanto¡±.
Pasados los a?os, Sebasti¨¢n se ha convertido en un denunciador permanente de Mill¨¢n. ¡°Supo enga?ar a todos. Fue un experto manipulador. Fui compa?ero como profesor en la escuela y amigo. Cuando yo me cas¨¦ ¨¦l estaba a¨²n soltero y com¨ªa en mi casa. Fui su mejor amigo en el pueblo. A m¨ª me gustaba mucho el deporte y me sent¨ªa especial, vinculado a su prestigio, a su carisma, a su capacidad de seducci¨®n. Todos trabajamos lo indecible para que Alhama tuviera las pistas de atletismo que Miguel quer¨ªa. Era dif¨ªcil no integrarse. Pero la gran amistad que yo cre¨ªa era ficticia¡±.
La confesi¨®n
Tambi¨¦n asegura que el propio Mill¨¢n reconoci¨® los hechos: ¡°A m¨ª me lo confes¨® todo, en diciembre del 92. Fui a verle a su casa con mi mujer y lo hizo delante de su mujer tambi¨¦n, llorando y con una carga de dramatismo emocional tremenda e intent¨® justificarse. Nos dijo que no eran abusos, que solo eran actos de amor, que todo lo hac¨ªa por amor. Tambi¨¦n me confes¨® que hab¨ªa sabido utilizarnos a todos muy bien para tener cubiertas las espaldas y lograr sus objetivos¡±.
La confesi¨®n tuvo lugar al d¨ªa siguiente de la reuni¨®n organizada en casa de su hermana, la esposa de Diego Valero, con los atletas. ¡°Me contaron los abusos y yo no daba cr¨¦dito. No ten¨ªamos nada claro lo de denunciarlo. Era un momento muy cercano al triunfo de Pe?alver y, adem¨¢s, el caso iba a afectar a mucha gente. Por eso no se hizo. Y tampoco los atletas lo ten¨ªan muy claro. Entonces, Mill¨¢n solo ten¨ªa a dos ni?os, a mi hijo y al hijo de Pepe Calero, y me advirtieron de que ya los hab¨ªa llevado un par de veces a Fuente Blanca. Pepe quer¨ªa denunciarlo, quer¨ªa ir directamente al juzgado, quer¨ªa que Mill¨¢n acabara en la c¨¢rcel, pero ni yo ni el alcalde lo ten¨ªamos claro. Le convenc¨ª de que no lo hiciera. Informamos de todo a las autoridades. Lo supo el delegado de Educaci¨®n, que arbitr¨® la soluci¨®n de enviar a Mill¨¢n como maestro a C¨¢ceres en una especie de comisi¨®n de servicios, y lo supo Odriozola, tuvo informaci¨®n precisa de todo lo que ocurri¨®. El alcalde fue el que habl¨® con todos. ?l dice ahora que no se acuerda de nada, pero yo s¨ª, y mantendr¨¦ siempre mi palabra¡±.
La federaci¨®n espa?ola volvi¨® a contratar a Mill¨¢n en 2003, como responsable de n¨²cleo, cuando entrenaba a sus hijos. Despu¨¦s, en 2012, Ram¨®n Cid lo nombr¨® responsable nacional de pruebas combinadas. ¡°Todos los informes t¨¦cnicos que me llegaron fueron positivos, hac¨ªa un gran trabajo¡±, explica. ¡°Nadie me inform¨® de nada de su pasado. Nadie me dijo nada. Con que me hubieran dado el m¨¢s m¨ªnimo detalle habr¨ªa bastado para no nombrarlo¡±.
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