Con K¨¹bler, muere una ¨¦poca del ciclismo
El campe¨®n del Tour del 50 fallece en Zurich a los 97 a?os
Federico Bahamontes est¨¢ en el hospital, junto a la cama de Fermina, enferma desde hace semanas, y cuando le dicen que se ha muerto Ferdi K¨¹bler su voz responde cargada de tristeza, la voz de uno que ve c¨®mo desaparece una ¨¦poca, su ¨¦poca. ¡°Solo los antiguos resistimos¡±, dice el primer espa?ol que gan¨® el Tour.
Su ¨¦poca, la de K¨¹bler, El ?guila de Adliswil, fallecido el jueves en Z¨²rich a los 97 a?os, la de Bahamontes, El ?guila de Toledo, a¨²n fuerte y enhiesto como un roble a los 88 a?os, fue la edad de oro del ciclismo: el Tour de los a?os 50 y el ciclismo de Coppi, Bartali, Bobet, Anquetil Gaul, G¨¦miniani, Walkowiak, Koblet, Robic, Ockers, Van Steenbergen, Loro?o, Bernardo Ruiz, Miguel Poblet y Fiorenzo Magni. De los ganadores del Tour de aquella d¨¦cada solo quedan vivos el franc¨¦s Walkowiak, de 89 a?os, y Federico.
K¨¹bler, nacido en 1919, como Coppi, era una gran nariz que cortaba el viento aerodin¨¢mica y unas piernas tremendas, casi caballunas, a las que un coraz¨®n tempestuoso, exagerado, obligaba a esfuerzos tremendos, desmesurados. Un hombre sin miedo que pudo en el Tour de 1950 con Bobet insult¨¢ndose en voz alta, con gritos que estremec¨ªan al pelot¨®n y grandes lagrimones, y golpe¨¢ndose las piernas. Fue camino de Saint Etienne por el col de la Rep¨²blica. Bobet hab¨ªa atacado con G¨¦miniani. Detr¨¢s se qued¨® solo K¨¹bler, con su maillot amarillo. Solo despu¨¦s de someterse a su peculiar forma de estimularse fue capaz K¨¹bler de arrancar, alcanzar a Bobet y superarlo incluso. Ten¨ªa 30 a?os. Hab¨ªa alcanzado el comienzo de un apogeo que le dar¨ªa un a?o m¨¢s tarde el maillot arcoiris de un Mundial ganado en Varese (Italia) y, en 1951 y 1952, victorias consecutivas en la Flecha Valona y la Lieja-Bastogne-Lieja, las dos grandes cl¨¢sicas de las Ardenas que se disputaban entonces en fin de semana, s¨¢bado y somingo seguidos.
Entonces, los a?os de la posguerra y las carreteras descarnadas y los puertos de monta?a apenas asfaltado, los a?os de antes de la televisi¨®n, las cr¨®nicas del Tour eran leyendas que transformaban la realidad. La de K¨¹bler era la de un ciclista grande y sentimental que hablaba de s¨ª mismo en tercera persona y que coincidi¨® en el tiempo con Hugo Koblet, otro suizo con una k para empezar su apellido, que gan¨® el Tour del a?o siguiente. Ning¨²n suizo m¨¢s, ni antes ni despu¨¦s, ha ganado el Tour. Koblet era esbelto y elegante y unos ojos que enamoraban, era la charme, el encanto, y la fragilidad de esp¨ªritu, que chocaban con la dureza y el pragmatismo de K¨¹bler, la ambici¨®n y la furia, y los estimulantes.
La ¨²ltimaba etapa que corri¨® en el Tour K¨¹bler fue la que ascend¨ªa el ventoux antes de descender a Avi?¨®n un d¨ªa de calor abrasador. K¨¹bler atac¨® el gigante de Provenza a 10 kil¨®metros de la cima y G¨¦miniani, que pedaleaba a su lado, le advirti¨®, ¡°cuidado, Ferdi, que el Ventoux no es un puerto como los dem¨¢s¡±. El suizo le mir¨® y le respondi¨®: ¡°Tempoco Ferdi es un ciclista como los dem¨¢s¡±. Pocos kil¨®metros m¨¢s tarde, K¨¹bler zigzabeaba en la carretera, v¨ªctima de uno de los desfallecimientos m¨¢s espectaculares que se recuerdan. Lleg¨® a Avi?¨®n a 29 minutos del ganador. No volvi¨® al Tour tras retirarse al d¨ªa siguiente, y dos a?os m¨¢s tarde, a los 38, colg¨® la bicicleta.
Entre las dos k no hubo verdadera rivalidad, tan diferentes eran, aunque K¨¹bler siempre reconoci¨® que si no hubiera sido por Koblet quiz¨¢s no habr¨ªa ganado tantas carreras, incluidos tres Tours de Romand¨ªa y tres de Suiza. Koblet muri¨® a los 39 a?os, en 1964, tras estrellar contra un ¨¢rbol su Alfa Romeo blanco. ¡°Pero yo me convert¨ª en campe¨®n porque era pobre¡±, record¨® K¨¹bler a?os despu¨¦s. ¡°Luchaba para comer, para tener una vida mejor. Gan¨¦ el Tour porque sab¨ªa que despu¨¦s no volver¨ªa a ser pobre.
Florister¨ªa
Federico se acuerda de K¨¹bler, de su segunda mujer Christina, que le acompa?aba siempre que el Tour convocaba en par¨ªs a sus ganadores, una azafata bastantes a?os m¨¢s joven, a la que puso una florister¨ªa y a la que dijo en la cama del hospital, sus ¨²ltimas palabras antes de cerrar los ojos para siempre: ¡°Christina, eres la mejor mujer del mundo¡±. ¡°Con Ferdi compart¨ªa el coche en los crit¨¦riums de despu¨¦s del Tour y pag¨¢bamos la gasolina a medias¡±, recuerda Federico. ¡°Era uno que gastaba lo justo, y yo le ven¨ªa bien tambi¨¦n porque hablo italiano y ten¨ªa muchos contactos con los italianos, todo un poder entonces¡±.
Despu¨¦s de retirarse, K¨¹bler se convierti¨® en Suiza en Ferdi Nacional, el deportista m¨¢s popular del pa¨ªs hasta la llegada de Federer. Fue un icono antes incluso de que la palabra se pusiera de moda, un ¨ªdolo de una ¨¦poca que desaparece.
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