El doloroso adi¨®s de Johan Cruyff
Por m¨¢s atenci¨®n que se le ponga al partido, la visi¨®n resulta nost¨¢lgica, o si se quiere rom¨¢ntica, como si el juego se hubiera parado desde se march¨®
No es f¨¢cil acostumbrarse a la ausencia de Johan Cruyff.
Ayuda saber por Romario que el f¨²tbol se mira con los ojos de Cruyff. Ocurre que por m¨¢s atenci¨®n que se le ponga al partido, la visi¨®n resulta nost¨¢lgica, o si se quiere rom¨¢ntica, como si el juego se hubiera parado por m¨¢s que los futbolistas no paren de correr, tambi¨¦n en el Camp Nou.
Tambi¨¦n reconforta que se publiquen tantos libros sobre su vida, alguno muy revelador, como El meu Bar?a en blanc i negre (Editorial Base) de Xavier Valls. El fotoperiodista cuenta en una entrevista concedida a Marta Cabr¨¦ en L'Esportiu en qu¨¦ consist¨ªa el sentido de la austeridad de Cruyff. ¡°Una vez me pidi¨® 40 ampliaciones de una foto y yo se las entregu¨¦ con una factura. Tom¨® las fotos y me dej¨® con la factura en la mano. Unos d¨ªas despu¨¦s me llam¨® para decirme: ¡®si quieres ma?ana voy a ir a la pista de hielo del Palau con la familia¡¯. Hice muchas fotos y las vend¨ª a las revistas por mucho m¨¢s dinero del que figuraba en la factura de las ampliaciones¡±.
Y es un consuelo saber que se suceder¨¢n las efem¨¦rides que evocan la gigantesca obra de Cruyff. Hace muy poco se record¨® su gol a Miguelito Reina en el Camp Nou y en mayo de 2017 se celebrar¨¢ el 25 aniversario de Wembley y la conquista de la Copa de Europa por parte del Bar?a. Las gestas del dream team y de la naranja mec¨¢nica fueron tan c¨¦lebres que jam¨¢s se olvidar¨¢n en el Bar?a, en el Ajax y tampoco en Holanda. Acaso Messi ayudar¨¢ a revivirlas, como ya sucedi¨® con el penalti indirecto que tir¨® contra el Celta, una recreaci¨®n del que lanzaron Cruyff y Jesper Olsen en 1982.
Al fin y al cabo, todo est¨¢ impregnado de Cruyff, y quien m¨¢s, quien menos le ha imitado jugando, hablando y entrenando, aplicando una l¨®gica aplastante, la del espacio y el tiempo, resumida en un rondo: el f¨²tbol es cuesti¨®n de velocidad y precisi¨®n, de un segundo y un cent¨ªmetro, de t¨¦cnica y talento. As¨ª lo defendi¨® como jugador y como entrenador, con una exigencia y determinaci¨®n tan may¨²sculas que espantaba a los propios futbolistas, hoy ya convertidos en t¨¦cnicos por el mundo, por la Liga y por la Premier. A Eusebio le sale el nombre de Cruyff cuando le preguntan por la Real y no hay un cruyffista m¨¢s radical que Guardiola, ahora entrenador del Manchester City y antes del Bayern de Beckenbauer.
Guardiola necesitaba visitar de vez en cuando a Cruyff en El Montany¨¤. Alrededor de una partida de golf y de una mesa en L'Estanyol, el excelente restaurante de la familia Font, de Joan y Robert, conversaban sobre la evoluci¨®n del f¨²tbol, la vida y el Bar?a. Y la charla flu¨ªa amena porque Cruyff se hab¨ªa convertido en un or¨¢culo, un ide¨®logo universal frente al tacticismo reduccionista, un venerable abuelo, cari?oso y pr¨®ximo, divertido, capaz hasta de re¨ªrse de los enemigos a los que combati¨® sin piedad ni tregua, incluso con el punto de arrogancia que exig¨ªa la mejor competitividad, cuando era el amo del Camp Nou.
Tanto Guardiola como cuantos iban a su encuentro ya sab¨ªan qu¨¦ les dir¨ªa Cruyff porque ten¨ªan su misma mirada y entend¨ªan el juego de igual manera, en ?msterdam y en Barcelona. Y, sin embargo, todos necesitaban verle y escucharle, participar cada a?o del mismo ritual, para certificar que estaban en lo cierto. Cruyff, al fin y al cabo, hizo posible lo que parec¨ªa imposible en el Bar?a y en el Camp Nou despu¨¦s de conseguir que Holanda ganara el Mundial 74 pese a perder la final con Alemania.
No parece casual que Cruyff muriera el mismo a?o que Muhammad Ali. Ambos han sido ¨²nicos, revolucionarios, universales y carism¨¢ticos; imposible no a?orarles por m¨¢s que su obra sea tan ingente que cada d¨ªa haya un motivo para recordarles. Una cosa es mirar el f¨²tbol con los ojos de Cruyff y otra vivirlo sin ¨¦l, sin su cabeza ni su coraz¨®n, sin su compa?¨ªa, sin el asentimiento de Johan.
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