La Real Sociedad cobra ventaja ante el Villarreal
Los de Eusebio se imponen en un duelo marcado por los golazos y alg¨²n error de bulto
Hay goles y partidos que se estudian a ras de suelo y otros que caen del cielo como t¨¦mpanos para quien los encaja o los padece. Partidos en los que empatas a casi todo menos a goles. Eso deb¨ªa sentir el Villarreal y lo mismo deb¨ªa pensar la Real, igualados ambos en presi¨®n, en derecho de tanteo, en control, en especulaci¨®n. Pero nunca se sabe cu¨¢ndo se va a levantar la ventisca y el que agit¨® el viento del norte fue Oyarzabal.
El Villarreal no oli¨® la pelota desde que la sac¨® de banda hacia Mikel Gonz¨¢lez, que la prolong¨® hasta Oyarzabal, que trasteaba por dentro, y su pase interior a Willian Jos¨¦ fue igual de solvente que la finalizaci¨®n del brasile?o. El Villarreal, que pretend¨ªa un comienzo m¨¢s diplom¨¢tico, con futbolistas menos habituales, pero muchos titulares, se encontraba con un sopapo inesperado.
Y la Real tiene argumentos e inercias que hacen que con el viento a favor navegue con piloto autom¨¢tico. Una leve ventaja la convierte en un sprint y para los sustos ten¨ªa la mejor versi¨®n de ??igo Mart¨ªnez, impecable al cruce, orientado por algo m¨¢s que la estrella del Norte. Y en esto lleg¨® lo impensable, la jugada incre¨ªble, la que parece imposible entre jugadores de calibre. Jos¨¦ ?ngel despej¨® en la defensa de forma horrible, hacia adentro, un globo que congel¨® el bal¨®n por tan alto como subi¨®. Nadie de la Real se asom¨® a su lenta ca¨ªda. Asenjo acudi¨® a acunarlo con los brazos. Mario lo ve¨ªa caer sin ver a su portero. Si hubo silencio o sordera, no se sabe, pero el portero choc¨® con el defensa, el bal¨®n dio en este ¨²ltimo y lo dejaron a un metro de gol, a puerta vac¨ªa para Carlos Vela o Willian Jos¨¦. Lo empuj¨® el mexicano porque estaba m¨¢s cerca, pero ten¨ªan tiempo para hab¨¦rselo jugado a piedra, papel o tijera.
Sin mordiente
Se antojaba tormenta para un Villarreal tan aseado y laborioso como siempre, pero con las u?as tan rapadas que no cazaba ratones. Pato y Sansone resultaban intrascendentes. El primero sac¨® el cat¨¢logo de taconazos, pero nunca llegaban a buen puerto. Sansone, ni eso. Demasiado lejos jugaba el equipo de Escrib¨¢, y se encontr¨® con dos goles con esa facilidad que la Real tiene para sacar r¨¦dito a lo bueno y a lo regular. Era el d¨ªa de Oyarzabal, intratable en velocidad, sutil en el regate, solidario en defensa, asistente eficaz. Y el premio personal le lleg¨® en una acci¨®n en la que rompi¨® la cintura de Musacchio y lanz¨® un rayo con la zurda que pas¨® ante los ojos de Asenjo como una estrella fugaz.
Se hab¨ªa roto el partido, algo que a buen seguro desagradar¨ªa a Eusebio, m¨¢s deseoso del f¨²tbol control para proteger una ventaja que sentenciaba casi la eliminatoria. Y pudo haber m¨¢s goles: de Willian Jos¨¦, dos veces, de Pato (la ¨²nica vez que se sac¨® la foto). Pero era d¨ªa de artistas, de soliloquios. Y le lleg¨® el turno a Trigueros que lanz¨® un zambombazo desde m¨¢s cerca del medio campo que del ¨¢rea grande que sorprendi¨® a un adelantado Rulli. Trigueros evit¨® la ejecuci¨®n de la sentencia y a¨²n Musacchio, en los ¨²ltimos segundos, pudo reducir la herida a rasponazo. Con todo a favor mand¨® la pelota fuera.
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