El Olympiacos deja en estado cr¨ªtico al Bar?a

El Barcelona se ha enredado a m¨¢s no poder en la telara?a en que se ha convertido la Euroliga, una competici¨®n en la que cada vez se adivina m¨¢s inalcanzable la posibilidad de meterse en el corte que dejar¨¢ en pie a los ocho primeros. El Olympiacos clav¨® un estacazo tremendo en el Palau Blaugrana. Aprovech¨® a la perfecci¨®n el terror esc¨¦nico que se ha apoderado del equipo de Bartzokas. M¨¢s que jugar los partidos, dir¨ªase que se somete a una tortura. No sabe aprovechar sus buenas rachas (33-27) ni prevenirse de colapsos como el que sufri¨® al inicio del tercer cuarto. Los alardes de Rice o de Koponen se convierten en ejercicios individuales de rescate.

A menudo, se entrampa el Barcelona en situaciones delicadas en las que, no se sabe c¨®mo, queda absolutamente a expensas de su rival. Le sucedi¨® ante el Olympiacos, cuando recibi¨® un 6-15 en los cuatro primeros minutos del tercer cuarto que puso el marcador en 39-44. Vapuleado por Printezis y la sucesi¨®n de estadounidenses, con Green y Waters al frente, empez¨® a sufrir el tembleque, a jugar con precipitaci¨®n, al borde un ataque de nervios en cada una de sus acciones.

El Barcelona es capaz de rehacerse, es cierto, y lo demostr¨®. Rice y Koponen le dieron cuerda a su ataque. Y lleg¨® a plantarse con seis puntos de ventaja (64-59) cuando quedaban cuatro minutos y medio. Pero no se entiende por qu¨¦ Tomic comete dos faltas en ataque, por qu¨¦ Dorsey, que estuvo bien en el rebote, no acaba de explotar todas las posibilidades de su potente f¨ªsico y no remacha algunas jugadas. Por qu¨¦ jugadores que deber¨ªan tener un peso enorme en este tipo, como Doellman o Navarro, desaparecen en combate. Y otros como Oleson, Vezenkov y Renfroe apenas dicen ni p¨ªo.

Tampoco se entiende los motivos por los que Vezenkov comete la ¨²ltima falta, con empate a 67, cuando solo quedaban siete segundos. Mantzaris anot¨® los dos tiros libres y Rice, en el poco tiempo que quedaba, sobre marcado porque era de caj¨®n que iba a ser ¨¦l quien se iba a jugar ese ¨²ltimo bal¨®n, acab¨® haci¨¦ndose un l¨ªo y no lleg¨® a tirar.

Perdi¨® el Barcelona, de la misma manera que hubiera podido ganar, pero lo que no cambiar¨¢ en absoluto es que es un equipo al que cada vez le cuesta m¨¢s imponer un estilo, dominar el ritmo de juego. Cada vez act¨²a m¨¢s a golpes de orgullo e individualidades, algo que se valora, pero insuficiente.