Federer derrota a Nadal en una grandiosa final del Open de Australia y conquista con 35 a?os su 18? Grand Slam
El suizo, inmenso, resiste esta vez a la insurgencia del espa?ol, tambi¨¦n espl¨¦ndido. Remonta un 'break' en contra en la manga final (6-4, 3-6, 6-1, 3-6 y 6-3, tras 3h 38m) y alza su quinto t¨ªtulo en Melbourne
La final de las finales, como se presupon¨ªa este Rafal Nadal-Roger Federer, se resolvi¨® acorde al cartel, despu¨¦s de un cicl¨®peo pulso y un volc¨¢nico desenlace en el que termin¨® imponi¨¦ndose el suizo por 6-4, 3-6, 6-1, 3-6 y 6-3 (en 3h 38m). Venci¨® Federer y conquist¨® as¨ª su 18? t¨ªtulo del Grand Slam, el 89? trofeo de su legendaria carrera, su quinta corona del Open de Australia. Gan¨® ¨¦l, el campe¨®n eterno, pero la moneda bien podr¨ªa haberse decantado del otro lado, porque Nadal (14 grandes) ofreci¨® la resistencia de S¨ªsifo. Gan¨® Federer, leyenda viva, pero por encima de todo triunfaron el tenis y el deporte, porque no hay mejor efecto propagand¨ªstico que el duelo entre los dos titanes
Era el 35? pulso entre ambos, la novena final en un grande, pero hay cosas que nunca cambian, como el hecho de que Nadal, siguiendo la vieja receta, buscase a la que pudo el rev¨¦s de Federer con derechas altas y combadas. Le interesaba al espa?ol ralentizar y alargar el duelo todo lo posible, mientras que el suizo no quer¨ªa nada m¨¢s que abreviar. Quer¨ªa ritmo Federer. Lo imprimi¨® progresivamente con el drive, a base de una majestuosa cadencia de golpes ganadores y voleas. Caramelos para todos, made in Federer. Cogi¨® inercia y dict¨® el tempo. Si el de Basilea entra en calor, el de enfrente est¨¢ perdido. La ¨²nica opci¨®n posible es agarrarse con fuerza al poste y esperar a que pase el vendaval.
En 34 minutos se adjudic¨® la primera manga. Dentellada al sexto juego, break y 4-3 a su favor. Una tormenta perfecta; 13 winners para abrir boca. Nadal no terminaba de encontrar su sitio en la pista, sobre todo porque Federer no le dejaba e insist¨ªa en jugar muy r¨¢pido. Le cost¨® soltarse al de Manacor, rostro as¨¦ptico, menos efusivo que los d¨ªas previos tanto en las formas como en el juego. Necesitaba bolas largas, rock n¡¯ roll. Sentir. Sin decibelios ni ruido, en una escena cl¨¢sica y silenciosa como la que propone Federer, tenis burgu¨¦s, el balear decae. A ¨¦l le va el guitarreo punk, la tralla. Su raqueta suena a The Clash, mientras que el viol¨ªn del suizo emite notas de Ludwig van Beethoven.
La gente estaba tan ensimismada con la sinfon¨ªa que la central parec¨ªa un teatro, hasta que Nadal cogi¨® la p¨²a y encendi¨® los amplificadores. Pidi¨® turno y se marc¨® un solo. Rompi¨® el servicio una vez y despu¨¦s otra (4-0). La Rod Laver, a reventar. 15.000 personas con ganas de marcha, jaleando la reacci¨®n del mallorqu¨ªn, porque en el tenis hay gustos para todo y se aprecian distintos registros, guitarras y violines, Nadal y Federer; al fin y al cabo los dos juntos, sonidos entremezclados, componen el mejor revival, un maravilloso espect¨¢culo que se echaba mucho de menos. Desde 2011 no actuaban en un macroescenario.
Ciclotimia emocional en la Rod Laver
Hab¨ªa ganas, por tanto. E intensidad creciente, especialmente por parte de Nadal, que contuvo al genio a pesar de que este intentase reengancharse al set con una rotura (4-2). Lo dicho, el turno era suyo. Activ¨® el drive e incidi¨® sobre el rev¨¦s de Federer. Igual¨® el partido y el gesto del bailar¨ªn ya no era tan pl¨¢cido. Viento a favor, el suizo era imparable, pero si ven¨ªa de frente ya era otra cosa. Nadal al otro lado, luego sab¨ªa que iba a sufrir angustia. Levantaba la vista y ve¨ªa a su colega, s¨ª, pero tambi¨¦n al hombre que peor se lo ha hecho pasar en una pista y que tantos sarpullidos an¨ªmicos le ha generado. Muchos. Desde aquella primera vez en Miami (2004) hasta los episodios de Par¨ªs, Londres o el llanto de Melbourne hace ocho a?os. Muchos.
As¨ª que le vio las orejas al lobo Federer y aprovech¨® la ciclotimia emocional de este tipo de partidos para dar otro golpe de cadera y marcarse un swing. Contoneo de izquierda a derecha, a la l¨ªnea aqu¨ª y bote pronto all¨¢. De nuevo, chaparr¨®n para Nadal. Este cedi¨® su saque a la primera (3-0 en 17¡¯) y despu¨¦s encaj¨® otra rotura (5-1). Y Federer, en modo Federer, intratable, dibujando sobre el lienzo aturquesado de Melbourne, afinando su Stradivarius y jugando de f¨¢bula. ?Qu¨¦ se puede hacer ante algo as¨ª? Nadal es de los pocos que tiene la respuesta. Resistir. Empu?ar con m¨¢s fuerza la raqueta e intentar cerrar ¨¢ngulos. Cruzar los dedos, saber sufrir. La convicci¨®n. No hay otra ante un Federer as¨ª.
Ten¨ªa que ir al ataque el de Manacor. Marcador en contra (dos sets a uno) y el suizo en formato festival, no ten¨ªa m¨¢s opci¨®n que ser Nadal. As¨ª de simple, as¨ª de complicado. Y Federer, encima, apretando cada vez m¨¢s en la red (40 subidas, 29 con ¨¦xito). Instintivo el de Basilea (73-25 en winners) e insurrecto el de Manacor, enjaulado en la l¨ªnea de fondo. Vir¨® entonces la noche hacia un intercambio de poder a poder delicioso. 35 a?os el uno y 30 el otro, pero esfuerzo innegociable por ambas partes. Ahora, Nadal incandescente, mercurial. Quebr¨® al tercer juego y defini¨® el cuarto set como si nada. Equilibrio otra vez (dos iguales), as¨ª que otra vez vuelta a empezar.
La antigua pesadilla y la respuesta del mito
El Nadal-Federer arrancaba de nuevo, despu¨¦s de casi tres horas. El suizo solicit¨® la asistencia m¨¦dica y se refugi¨® en el vestuario. ?Qu¨¦ le ocurr¨ªa? ?Estrategia para detener el tiempo? Lenguajes gestuales completamente opuestos. Se le torci¨® el gesto a Federer (57 errores) y el mallorqu¨ªn (28) hizo un abordaje. Break, 1-0 y por primera vez por delante. 3-1. Toc-toc. Hola Roger, soy tu vieja pesadilla. He vuelto y me gusta el rock n¡¯ roll; toc-toc. Hola Rafa, soy el mito y tambi¨¦n he regresado. Juguemos pues. Y a la carga los dos. Replic¨® Federer (3-3) e inmediatamente traz¨® una serie ace-volea-ace para adquirir ventaja e incluso asestar un segundo golpe, o sea, un segundo break consecutivo. Cinco juegos sucesivos.
Puso el list¨®n alt¨ªsimo para Nadal con el 5-3 abajo. Pero Nadal es Nadal y en su diccionario no existe la rendici¨®n. Se revolvi¨® y exigi¨® un mundo a Federer. Este al servicio, pero 15-40 para el espa?ol. Pero si Nadal es Nadal, Federer tambi¨¦n es Federer. Es decir, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Desde luego, el mejor competidor en los Grand Slams. Ya tiene el suizo 18 (Nadal y Pete Sampras, 14; Novak Djokovic 12...). Bola a la l¨ªnea, tensi¨®n (ojo de halc¨®n) y ¨¦xtasis. No saboreaba el manjar desde 2012 (Wimbledon), pero este domingo su leyenda se hizo inmensa con una demostraci¨®n descomunal en su veteran¨ªa. Hace unos a?os abandon¨® Melbourne con l¨¢grimas y ahora, otra vez, pero por un motivo bien distinto. Invirti¨® la historia. Grande Nadal, elegante en la derrota; gigante Federer, un marciano disfrazado de tenista.
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