El Valencia vuelve a Mestalla tras la riada
Entre los destrozos de la ciudad, inmensos, por el desbordamiento del Turia estaba el del propio campo del Valencia, cuyo c¨¦sped qued¨® anegado por las aguas, que alcanzaron hasta la quinta fila
El 14 de octubre de 1957 el Valencia vivi¨® la peor cat¨¢strofe de su historia moderna, con el desbordamiento del r¨ªo Turia. Lleg¨® como en dos arreones, el primero sobre las diez de la ma?ana y luego, tras un recrudecimiento brusco de las lluvias, a las tres de la tarde, ceb¨¢ndose en quienes ya estaban en las tareas de salvamento. Murieron 81 personas. Los destrozos fueron tremendos. Las aguas alcanzaron los 5,20 metros en la calle Doctor Ol¨®riz, cuatro en la Calle Las Rocas, 3,20 en los jardines del Parterre, 2,70 en la calle Pintor Sorolla¡
Al Valencia la riada le pill¨® en San Sebasti¨¢n, donde hab¨ªa jugado en la quinta jornada de Liga, con empate a cero. No iba bien. S¨®lo hab¨ªa jugado dos partidos en casa, ante el Bar?a y el Madrid, y los dos los empat¨®. Fuera, dos derrotas y ese empate. Tres puntos en cinco partidos. El Valencia era un grande, hab¨ªa contratado a una maravilla brasile?a llamada Walter (que desaparecer¨ªa en un accidente de carretera), pero no iba bien.
Y, sin embargo, ?a qui¨¦n le pod¨ªa importar eso ese d¨ªa? Luis Casanova, hijo del entonces presidente del club, me cuenta la angustia: ¡°Fue una cat¨¢strofe, est¨¢bamos todos afligidos. Mi padre, como todos los jugadores, intent¨® ponerse en contacto desde San Sebasti¨¢n, pero las comunicaciones estaban cortadas. No supieron nada de nosotros hasta que el lunes, ya muy tarde, llegaron a Valencia. Ven¨ªan angustiados, porque hab¨ªan o¨ªdo que hab¨ªa muchos muertos, muchos desaparecidos¡±.
Entre los destrozos de la ciudad, inmensos, estaba el del propio campo del Valencia, Mestalla, cuyo c¨¦sped qued¨® anegado por las aguas, que alcanzaron hasta la quinta fila. Los vestuarios y todas las dependencias de los bajos quedaron de agua hasta el techo. Aquel campo ten¨ªa una particularidad: la gente no se sentaba directamente sobre el cemento, como en los dem¨¢s, sino que hab¨ªa unas coquetas sillas de enea, de esas que a¨²n se ven en verano en los pueblos, en las tertulias vecinales de la noche. El agua arras¨® con las sillas de Mestalla, las baj¨® de las gradas, las empuj¨® a un fondo, las dej¨® amontonadas e inservibles.
Tras la cat¨¢strofe, se acord¨® que jugar¨ªa fuera durante un tiempo, y en la segunda vuelta recibir¨ªa a esos rivales en casa.
?Qu¨¦ hacer? El Valencia no pod¨ªa jugar en su campo. ?Hasta cu¨¢ndo? El Madrid y el Bar?a le ofrecieron al Valencia jugar en sus campos, instalarse en sus ciudades, con todas las facilidades. Pero al final se arbitr¨® otra soluci¨®n con la Federaci¨®n Espa?ola, con todo el mundo de acuerdo. Primero, se aplaz¨® el partido con el Gij¨®n, que ten¨ªa que visitar Mestalla. Y luego, y hasta que bajaran las aguas y el campo volviese a ser utilizable, el Valencia invertir¨ªa el orden de partidos con los equipos que ten¨ªan que visitar Mestalla. Es decir: los jugar¨ªa todos fuera durante un tiempo, y en la segunda vuelta recibir¨ªa a esos rivales en casa.
Fueron, claro, unas semanas muy malas para el Valencia, que enlaz¨® salidas sin descanso. Los viajes eran de otra forma: en autocar, y por aquellas carreteras. Ir de Valencia a Bilbao pongamos por caso, no era una broma. Llevaba dos d¨ªas, con noche en Madrid. Y dos de vuelta. Apenas se pod¨ªa entrenar. Era frecuente que, tras la comida, el autocar se adelantara cinco kil¨®metros, que los jugadores caminaban por el borde de la carretera para hacer alg¨²n ejercicio.
Si lo que esperaba al regreso era un partido en casa, quedaban por delante bastantes d¨ªas para estar en casa y entrenar, hasta la siguiente salida. Pero si hab¨ªa que volver a viajar, s¨®lo hab¨ªa un d¨ªa para estar en Valencia. Y sin campo donde entrenar. Se intentaba en alg¨²n campo de los pueblos del entorno, pero eran p¨¦simos. En alg¨²n caso se prefiri¨® ni regresar a Valencia, sino empalmar dos salidas como mal menor, entrenando de prestado.
Se gan¨® 3-1 al Zaragoza, con dos goles de Ricardo y uno de Walter. ?Era la jornada 12? y fue la primera victoria del campeonato!
Para desconsuelo de la ciudad, el Valencia ya era el ¨²ltimo al final de la octava jornada, tras perder 6-3 en Valladolid, y ¨²ltimo segu¨ªa tras la und¨¦cima, pese a un empate en el Metropolitano. Era una Liga de diecis¨¦is, bajaban dos y promocionaban otros dos.
Al fin, el 8 de diciembre se puede reabrir Mestalla. Es la primera buena noticia dentro del dolor de la tragedia y de la sensaci¨®n de falta de ayuda del Estado para la reconstrucci¨®n. Se estableci¨® una aportaci¨®n de 25 c¨¦ntimos en el sello de correos, pero s¨®lo para los valencianos. No se impuso para el resto de Espa?a. Llegaron ayudas espont¨¢neas, pero no del Gobierno de Franco, que lleg¨® a ser criticado p¨²blicamente por ello por el alcalde de la ciudad, Tom¨¢s Tr¨¦nor Azc¨¢rraga, Marqu¨¦s del Turia. Franco le ces¨®, como fueron cesados tambi¨¦n el director del diario Las Provincias y el del Ateneo Mercantil, que hab¨ªan tomado la misma postura que el alcalde. Eso habla de la indignaci¨®n y el sentimiento de desamparo que invad¨ªa la ciudad.
Cuarto en Liga
Pero estaba en el partido del 8 de diciembre. El encuentro se acogi¨® como una fiesta. Mestalla se llen¨®, la hija del Gobernador Civil hizo el saque de honor y entreg¨® una mu?eca con traje regional aragon¨¦s al capit¨¢n del Zaragoza, Bernard, que correspondi¨® con un gran ramo de flores. El Valencia gan¨® 3-1 al Zaragoza, con dos goles de Ricardo y uno de Walter. Por el Zaragoza marc¨® Wilson. ?Era la jornada duod¨¦cima y era el primer partido que el Valencia ganaba en todo el campeonato! Puede decirse que fue la primera buena noticia para la ciudad en todo aquel tiempo. Jugaron ese d¨ªa: Goyo; Piquer, Quincoces, Mestre; Pasieguito, Sendra; Ma?¨®, Buqu¨¦, Walter, Ricardo y Segu¨ª.
Y, claro, luego la segunda vuelta fue otra cosa. Cuando lleg¨® el periodo de recibir a los que hab¨ªa visitado alterando el calendario, encaden¨® partidos seguidos en Mestalla, donde ya pod¨ªa entrenar. Ahora no empalmaba semanas de carreteras de aqu¨ª para all¨¢, con caminatas tras la comida en lugar de sesiones de bal¨®n. Ahora eran d¨ªas y d¨ªas en casa, para esperar descansados y bien entrenados a un visitante tras otro. El equipo fue encadenando victorias y termin¨® la Liga cuarto, tras Madrid, Atl¨¦tico y Bar?a, del que le separaron s¨®lo dos puntos.
Para m¨¢s consuelo, su delantero Ricardo, criado en el filial Mestalla y recuperado a principios de la temporada tras una cesi¨®n en Gij¨®n para hacer pareja de ataque con Walter, comparti¨® la cabeza de la tabla del Pichichi con Di St¨¦fano y Badenes, los tres con 19 goles.
Y, mejor a¨²n, el Gobierno reaccion¨® por fin al clamor popular y se agiliz¨® el Plan Sur, desv¨ªo del Turia por un cauce nuevo, de mucha m¨¢s capacidad. El viejo cauce es hoy un magn¨ªfico parque lineal, sobre el que se suceden jardines y zonas deportivas. Aquello ya es s¨®lo un mal recuerdo.
Lo que va mal hoy es el Valencia, donde en lugar de Luis Casanova manda Peter Lim.
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