Claudio Ranieri, de la gloria a la agon¨ªa en Leicester
El rival del Sevilla en Champions, vigente campe¨®n ingl¨¦s, cae a un punto del descenso ante el silencio de su hinchada, cada vez m¨¢s fr¨ªa con el entrenador que glorific¨®
El cl¨¦rigo medieval Godofredo de Monmouth dej¨® escrito que el rey Lear descansa en una cripta bajo el lecho del r¨ªo Soar, en alg¨²n lugar de la vieja Leicester. Tal vez junto al King Power Stadium, elegantemente emplazado en la misma ribera, casi tres mil a?os despu¨¦s convertida en un pol¨ªgono industrial victoriano y sucesivamente transfigurada en parque tem¨¢tico futbol¨ªstico, provisto de centros comerciales para beber en familia, tan limpios y perfumados que los pubs recuerdan a instalaciones de country club. ¡°?Alguien quiere pasteles de carne? ?Qui¨¦n quiere pasteles de carne?", insiste la azafata de rubias trenzas colgantes que recorre la tribuna cuando el ¨¢rbitro, el se?or Taylor, pita el descanso y los jugadores y los aficionados del Leicester City se marchan a las duchas, o a proseguir la libaci¨®n, cada uno a lo suyo. Todos acaban de contemplar c¨®mo Ibrahimovic y Mikhitrayan met¨ªan dos goles a su equipo sin mayor esfuerzo ante la impotencia de Claudio Ranieri. Proclamado ¡°dios¡± de Leicester en mayo, tras conducir al club a la conquista de la Premier, este gracioso romano de Testaccio aguanta de pie con la mirada triste. Corre el riesgo de acabar bajo el Soar antes de que se cumpla un a?o de su pagana deificaci¨®n.
El Manchester United coloc¨® al vigente campe¨®n de Inglaterra a un punto del descenso a Segunda. Una situaci¨®n inaudita desde que se cre¨® la Premier, hace tres d¨¦cadas. El 22 de febrero el objeto de esta anomal¨ªa visita el S¨¢nchez Pizju¨¢n en octavos de la Champions. A menos que el aire continental provoque est¨ªmulos desconocidos, el Leicester est¨¢ abocado a la agon¨ªa.
El f¨²tbol ingl¨¦s es espectacular, sobre todo cuando se mira por televisi¨®n. En vivo el King Power Stadium reserva sorpresas decepcionantes. Primero, porque el equipo que acoge es un globo desinflado de emociones, repleto de jugadores indiferentes o inh¨¢biles. Segundo, porque el clima festivo que se anuncia en los folletines es historia. La afici¨®n, contradiciendo la m¨ªstica brit¨¢nica, permaneci¨® en silencio. Sin emplear energ¨ªa m¨¢s que para mirar. Este domingo los ¨²nicos que alentaron a sus futbolistas con c¨¢nticos fueron los seguidores del United. A los hinchas del Leicester que abarrotaron el campo pareci¨® importarles menos el descenso a Segunda que el suministro de pasteles.
La desilusi¨®n se cuantifica y la cuantificaci¨®n desilusiona. El Leicester exhibe la peor estad¨ªstica de la Premier en el mes de enero: un empate y cuatro derrotas; 11 goles en contra y ninguno a favor. El conjunto de Ranieri es el ¨²nico de las cuatro divisiones profesionales inglesas que todav¨ªa no ha metido un gol en 2017. Desde octubre no gana fuera de casa.
Cruce de caminos
Las asimetr¨ªas gobiernan el f¨²tbol. Jos¨¦ Mourinho, m¨¢nager del United, dio fe de ello sentado en la sala de prensa tras el partido, que acab¨® 0-3. ¡°La ¨²ltima vez que me sent¨¦ en este lugar fue la v¨ªspera de que me echaran del Chelsea¡±, dijo, evocando los acontecimientos de la temporada pasada. La audiencia solt¨® una carcajada. El cruce de caminos es extremo.
Mourinho gan¨® la Premier con el Chelsea en la temporada 2014-15. En el verano de 2015 recibi¨® el fichaje de Ranieri por el Leicester con una r¨¢faga despectiva: ¡°Tiene casi 70 a?os y ha ganado una Super Copa y otra peque?a Copa. Es demasiado viejo para cambiar. Es viejo y no ha ganado nada¡±. Seis meses despu¨¦s Mourinho visit¨® el King Power Stadium, perdi¨® por 2-1 y al d¨ªa siguiente fue despedido. El Chelsea acab¨® la temporada en 10? posici¨®n. Nunca antes un campe¨®n de Premier hab¨ªa ca¨ªdo tan bajo en el siguiente curso. El Leicester de Ranieri est¨¢ a punto de rebajar el r¨¦cord. Extinguido el hechizo del 2016, Morgan, Drinkwater y Huth, la base defensiva del equipo, se parecen menos a lo que so?aron ser que a lo que parecen: tres moles de hormig¨®n.
¡°El a?o pasado nos sal¨ªa todo y este a?o no nos sale nada¡±, dijo Ranieri al acabar la velada, compungido. ¡°Si los jugadores no me quieren que suban y le pidan al presidente que me eche¡±.
Aclar¨® que era una broma y la aclaraci¨®n result¨® inveros¨ªmil. Los jugadores no le responden. El p¨²blico y la directiva, desmemoriados, tampoco.
Sin suerte, sin p¨²blico, sin sal y sin tomate
¡°La suerte es la sal, los aficionados son el tomate; sin tomate no hay pizza¡±, proclam¨® Claudio Ranieri en octubre de 2015. Era la ¨¦poca feliz en que el entrenador del Leicester City ofrec¨ªa recetas para el ¨¦xito que hac¨ªan re¨ªr a la hinchada y a los jugadores en su incre¨ªble aventura de la ¨²ltima campa?a.
El Leicester fue hasta mayo de 2016 el m¨¢s grande de los clubes ingleses que no hab¨ªa ganado ni Copa ni Liga. Destacaba en una escala que, por potencial, encabezaba sobre la constelaci¨®n de los perdedores m¨¢s significativos: Stoke, Birmingham, Norwich y Middlesbrough. Los hinchas m¨¢s viejos recordaban con nostalgia el paso por lo que llamaban ¡°la era dorada¡±, de los a?os 60. Su conmemoraci¨®n se limitaba a tres finales de Copa. Tres derrotas en Wembley: 1961, 1963 y 1969. Luego, el descenso, la bancarrota y la resignaci¨®n.
Hasta la llegada de Ranieri el Leicester fue el club triste de una ciudad pr¨®spera de servicios, investigaci¨®n y desarrollo en torno a su universidad. Ranieri, que solo hab¨ªa logrado cuatro subcampeonatos en Italia, Francia y Espa?a, complet¨® la ecuaci¨®n m¨¢gica. ?l gan¨® su primera Liga y el Leicester City tambi¨¦n.
Ayudaron la sal y el tomate en abundancia. La fiesta fue monumental. Pero la pizza se acab¨®.
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