La magia de San Mam¨¦s funciona ante el M¨¢laga
El Athletic supera al equipo andaluz con un gol de penalti de Ra¨²l Garc¨ªa
El nuevo San Mam¨¦s no tiene arco, como es sabido, pero el Athletic se agarra a un alambre invisible que le sostiene, m¨¢s por su gen¨¦tica competitiva que por la din¨¢mica de su juego. Un alambre que le salv¨® de un p¨¦simo arranque, que le despert¨® de una siesta, cuando le concedi¨® al M¨¢laga dos ocasiones en tres minutos para que Charles rememorase la gloria de haber marcado el primer gol de la historia del nuevo estadio, cuando militaba en el Celta. Pero el brasile?o cabece¨® ambos centros con la ingenuidad de un avejentado principiante.
Vive el Athletic de San Mam¨¦s, pero no tiene una vida c¨®moda, por acomodada que sea su posici¨®n social en la tabla. Los fallos en defensa, amenazan con derribarle y la rutina en ataque le hace previsible. Pero entre medio a veces se produce el chisporroteo de Muniain, el incendio de Ra¨²l Garc¨ªa, o los destellos de Susaeta. De fogonero, el de siempre, Be?at. En San Mam¨¦s, resulta suficiente, pero siempre dif¨ªcil, agobiante, inseguro. Da la impresi¨®n de que acabar¨¢ quem¨¢ndose, de que el cielo de San Mam¨¦s puede convertirse en un infierno.
El M¨¢laga sali¨® con intenciones pir¨®manas, pero fue fuego fatuo. Tres minutos de fuego y luego ni siquiera pavesas. Repliegue casi total como si llegara dispuesto a asistir a un asedio y confiar en la fortuna para cazar al menos un empate. Solo Fornals ten¨ªa ideas claras y ambici¨®n comedida por hacer algo m¨¢s que correr y defender. El resto pertenec¨ªa a al gobierno de Camacho, en la exaltaci¨®n del esfuerzo, y el de Demichelis, en la experiencia defensiva. El argentino itinerante apel¨® a la paciencia en su duelo generacional con Williams (36 a?os del primero frente a los 22 del segundo) y acab¨® desencajando al delantero rojibanco. Wiliams necesita correr, desbocarse, para ser quien es. El bal¨®n al pie le convierte en lo que no es, un mago al que se le ve el truco. Por eso Demichelis lo desnudo anticip¨¢ndose y renunciando a carreras que ten¨ªa perdidas. Se ha acostumbrado tanto a la banda Williams que ha olvidado su posici¨®n natural de delantero centro.
Los cambios de Valverde modificaron al Athletic. Susaeta pareci¨® m¨¢s artista, Ra¨²l m¨¢s delantero centro, y por fin se asom¨® al ataque Lekue, un aut¨¦ntico cuchillo aunque la ilusi¨®n, a veces, le conduzca a la precipitaci¨®n. Ah¨ª encontr¨® el Athletic la variedad que necesitaba para descolocar al M¨¢laga, ya acunado en su ¨¢rea. Y lleg¨® el alambre que le permiti¨® al Athletic alcanzar una racha de 13 partidos invicto en San Mam¨¦s. Fue de penalti, por mano de Camacho tras un disparo de Williams que acab¨® dando en el poste. El juicio sobre las manos en el ¨¢rea se ha convertido en una doctrina individual de cada ¨¢rbitro que impide sentar jurisprudencia. Mano hubo, y el brazo entorpeci¨® el disparo del delantero rojiblanco. El penalti lo transform¨® en gol Ra¨²l Garc¨ªa de manera inapelable para Kameni. Y mano hubo de Laporte, cuando el M¨¢laga ya era el torbellino de la desesperaci¨®n, pero pareci¨® que se impon¨ªa la vieja doctrina: que el bal¨®n fue al brazo y no el brazo al bal¨®n. A saber qu¨¦ doctrina prevalece en esta confusi¨®n reglamentaria que desquicia a los ¨¢rbitros.
Malgast¨® mucho tiempo el M¨¢laga para intentar ganar y perdi¨® mucho esfuerzo el Athetic para haber ganado con m¨¢s comodidad. Pero el alambre de San Mam¨¦s sigue intacto aunque el Athletic sufre un excesivo funambulismo.
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