China busca a Messi
Mientras trabaja en la formaci¨®n, el gigante asi¨¢tico invierte millones en futbolistas y t¨¦cnicos que se deben adaptar a vivir en un pa¨ªs muy ajeno a sus costumbres
"?Por qu¨¦ t¨² juegas tan bien y nosotros tan mal?¡±, le pregunta un ni?o del colegio Jinshajiang Road Primary School, a su profesor de f¨²tbol, el espa?ol Cote Iglesias. La pelota es un hu¨¦sped extra?o en China. En los parques no se juega una pachanga ni de casualidad y el f¨²tbol reci¨¦n comienza a asomar por la tele. Eso s¨ª, mucha Premier League, que hizo los deberes bastante antes que La Liga. ¡°Hay que darle tiempo al f¨²tbol en China. Esto reci¨¦n empieza. En Uruguay nace un var¨®n y le meten la pelota en la cuna. Y, a la m¨ªnima que camina un poco, ya empieza a darle patadas. Nosotros somos tres millones de habitantes, imag¨ªnese lo que puede pasar aqu¨ª cuando el f¨²tbol enganche. Son 1.300 millones¡±, analiza Gustavo Poyet, entrenador del Shanghai Shenhua de la Superliga.
El uruguayo Poyet, ext¨¦cnico del Sunderland y del Betis, es uno de los 13 entrenadores extranjeros que tiene la Superliga, entre ellos, Pellegrini, Villas-Boas, Cannavaro y Scolari. No est¨¢n solos. En su cruzada colonizadora del bal¨®n tambi¨¦n cuentan con 83 futbolistas, algunos megafamosos, como Hulk, Oscar, Pato, T¨¦vez, Lavezzi y Jackson Mart¨ªnez. ¡°Hay que ser honesto, para que exista un movimiento de gente tan importante tiene que haber dinero de por medio¡±, subraya Poyet. Los precios de los traspasos son altos para un mercado que acaba de arrancar (Shanghai SIPG pag¨® 60 millones por Oscar y 55,8 por Hulk) y los salarios son exorbitantes. T¨¦vez, por ejemplo, cobra cerca de 40 millones por a?o. No hay que andarse con migajas para tentar a los futbolistas a participar en una liga poco atractiva en un lugar demasiado ajeno a sus costumbres.
¡°Apenas te bajas de avi¨®n, ya te das cuenta de que todo en tu vida va a ser diferente¡±, cuenta Pep Mu?oz, segundo entrenador del Qingdao Huanghai, de la League One. ¡°La primera vez que sales a la calle piensas que te est¨¢s jugando la vida¡±, tercia Ra¨²l Rodr¨ªguez, defensa del Shanghai Shenxin; ¡°est¨¢n las motos el¨¦ctricas, los coches, las motos, las bicicletas y los peatones y nadie respeta las se?ales de tr¨¢nsito. El paso de peatones parece un mero adorno. Se pitan constantemente. Hay otro nivel de volumen¡±. Poyet ya le tom¨® el gusto al caos. Un desorden ordenado, que solo entienden los chinos. ¡°En las autopistas se cambian de carril todo el tiempo, el primero que mete el morro del coche pasa. Y nadie se enoja. Al principio asusta un poco, pero despu¨¦s hasta me empez¨® a gustar¡±, dice el t¨¦cnico uruguayo.
Hay quien duda tambi¨¦n si es m¨¢s f¨¢cil conducir por China que buscar un lugar para vivir. ¡°Al lado de un centro comercial todo moderno te encuentras con un edificio que parece abandonado¡±, dice Joan Verd¨², volante Qingdao Huanghai. ¡°Shanghai es una ciudad muy din¨¢mica con gente que va y viene, pero me cost¨® conseguir mi casa. Vi como 15 o 20 apartamentos y te llama la atenci¨®n a lo que ellos llaman viviendas de lujo. Cocinas muy peque?as, lugares oscuros. Ponen un alquiler a 3.000 euros al mes y no valoran que haya una mancha en el suelo o en la pared o que el pasillo del edificio este todo descuidado. Y esto pasa en construcciones modernas. Pero no lo hacen con ninguna mala intenci¨®n, solo es su manera diferente de hacer ciertas cosas¡±, dice Ra¨²l Rodr¨ªguez. ¡°Tiene un punto excitante vivir en un pa¨ªs culturalmente tan diferente¡±, opina Hernanes del Hebei CFFC, uno de los 24 brasile?os que juega en la Superliga. Eso s¨ª, hay que estar atento a las festividades chinas, d¨ªas desconocidos en occidente, porque te puedes llevar una sorpresa. ¡°Con el cuerpo t¨¦cnico decidimos ir al supermercado¡±, explica Poyet; ¡°hubo un problema. No ten¨ªamos ni idea de que era el 27 de enero, a?o nuevo Chino. No le puedo explicar la cantidad que hab¨ªa. Creo que los 1.300 millones de chinos estaban en ese supermercado¡±.
Cambio de h¨¢bitos
De la calle al supermercado y del vestuario a los entrenamientos, todo es diferente. ¡°Los futbolistas no est¨¢n acostumbrados a hacer vida de vestuario. En nuestro primer a?o, los jugadores nos llegaban ya vestidos para salir a jugar¡±, cuenta Pep Mu?oz. ¡°Nosotros cambiamos desde los h¨¢bitos de comportamiento, los jugadores que no estaban casados estaban obligados a vivir en hoteles, hasta los entrenamientos. Ellos estaban acostumbrados a dar vueltas alrededor del campo y a subir escaleras. Ten¨ªan tres sesiones diarias. Ahora, todos nuestros trabajos son con pelota, el jugador viene a divertirse¡±, completa Mu?oz, que trabaj¨® cinco a?os en el FC Barcelona. La gran muralla para los extranjeros, sin embargo, es el idioma. ¡°Dependes mucho del traductor, tiene que ser una persona que interprete tus emociones. Es tu sombra, literalmente. Se pone detr¨¢s de m¨ª en los entrenamientos. A veces, cuando practicamos contragolpes y me doy vuelta r¨¢pido, me lo choco¡±, remata Poyet.
El f¨²tbol ya es una cuesti¨®n de estado. Hoy, bajo el glamour de las superestrellas mundiales del f¨²tbol, la pelota se expande por las entra?as del gigante asi¨¢tico como el comunismo se radic¨® en el pa¨ªs bajo el mandato de Mao a mediados del siglo XX. Por esos caprichos de la pasi¨®n, resulta que el presidente Xi Jinping se volvi¨® loco por el f¨²tbol. Y no solo quiere organizar un mundial, quiere ganarlo. Hasta ahora, China solo particip¨® en el de Corea y Jap¨®n y se qued¨® afuera a las primeras de cambio. ¡°Cerca del 20% de los colegios tienen por obligaci¨®n la asignatura f¨²tbol, que reemplaza a educaci¨®n f¨ªsica¡±, cuenta Cote Iglesias. Hay tambi¨¦n un proyecto para abrir cerca de 20.000 escuelas de f¨²tbol. ¡°Es un proceso largo, porque son chicos que nunca vieron un bal¨®n. Al principio, tienes que lograr que se familiaricen con la pelota. Luego hacemos ejercicios de pase y desmarque y buscamos crearles situaciones reales de juego. Y una vez se asimilan esos conceptos, hacemos partidos para que empiecen a competir. Y los d¨ªas de lluvia, toca ense?arles el reglamento¡±, a?ade Iglesias.
Anda China en busca del nuevo Messi. Y parece que hay tomarla en serio.
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