Hoffman lidera el Masters con 7 bajo par; Sergio Garc¨ªa, entre los mejores
Jon Rahm acaba con +1 en su primera ronda en Augusta; el n¨²mero uno mundial, Dustin John, no particip¨® por su lesi¨®n de espalda
Dustin Johnson hizo mutis por el foro y Augusta se qued¨® sin n¨²mero uno, en manos del viento diab¨®lico y bajo el signo de Charley Hoffman, un homenaje a la clase obrera. El jugador de San Diego, 40 a?os, corte de pelo y aire de estibador, barriguita cervecera, marc¨® el d¨ªa con sus 65 golpes (-7, con nueve birdies nada menos, en un d¨ªa terrible), cuatro golpes menos que el segundo, William McGirt, un debutante de 39 a?os, el habitual desconocido que brilla su d¨ªa de gracia, cinco menos que el brillante Lee Westwood, un veterano que de vez en cuando se deja guiar por el instinto y encanta (y los ingleses el viento lo han mamado en sus campos de golf: cinco birdies consecutivos del 13 al 17), y seis menos que el pelot¨®n de los favoritos.
Entre estos ocho con -1, Phil Mickelson, inagotable, y un espa?ol, Sergio Garc¨ªa. El primer d¨ªa de su 19? Masters (y 71? grande consecutivo: ninguno en el mundo se acerca a este r¨¦cord), el jugador de Castell¨®n lo celebr¨® como ¨²nico jugador que no hizo ni un bogey, una haza?a, ni siquiera visitando el agua en el 13? (su birdie fue en el 8?, el par cinco m¨¢s accesible).
Jon Rahm, el fen¨®meno de Barrika, el debutante en el que todas las miradas est¨¢n clavadas, personific¨® como ninguno las miserias, frustraciones, tormentos y control de emociones a que someti¨® el viento a los jugadores, y termin¨® con +1: conoci¨® a Augusta. Rafael Cabrera Bello termin¨® en +3 y Jos¨¦ Mar¨ªa Olazabal, en +6.
¡°Quien haya podido hoy con el campo [solo 12 de los 93 participantes lo hicieron], puede sentirse orgulloso de s¨ª mismo¡±, dijo el campe¨®n ol¨ªmpico, Justin Rose, otro ingl¨¦s de links, donde el viento no cesa. ¡°Nunca hab¨ªa jugado en Augusta en estas condiciones¡±. Resum¨ªa Rose lo que pensaban todos los jugadores, sus penas. La aventura de Rahm. De dominado a dominador y a dominado de nuevo, seg¨²n las r¨¢fagas soplaban, pas¨® Rahm en pocos hoyos, del 13 al 16. En el 13, contra el viento, su hierro se qued¨® corto y la bola se fue al agua. Salv¨® el trance con un golpe desde el dropaje que le permiti¨® salvar el par; en el 15?, colabor¨® con el viento en vez de plantarle cara: no intent¨® llegar a green de dos, se qued¨® a esta orilla del Rae¡¯s Creek y se cobr¨® su birdie. Lo celebr¨® con su gran sonrisa y sus andares a lo John Wayne, fiero, echado para adelante. En el 16? fall¨® un birdie por timidez y en el 17? se fue al peor sitio, el bunker de green, que le conden¨® al bogey. Los greens de geometr¨ªa y velocidad variable seg¨²n las circunstancias, como blancos m¨®viles, volvieron loco a Rahm, que en el 18? regal¨® un putt al medir mal su velocidad. El bogey que peor le sent¨®, sin soluci¨®n.
Dos palabras latinas, quadratus lumborum, han entrado a formar parte del vocabulario del Masters, que engorda a?o tras a?o. Describen los dos m¨²sculos que se clavan a ambos lados de la columna vertebral en la parte inferior de la espalda, de la ¨²ltima costilla para abajo. Son los que duelen cuando uno dice que le duele la espalda, son los que le duelen a Dustin Johnson, que el mi¨¦rcoles se dio un buen golpe al resbalar sobre los tres escalones de madera que comunicaban la cocina con el garaje de la casa que ha alquilado la semana del Masters.
Pese al dolor y la mala noche, el ibuprofeno para la inflamaci¨®n y el relajante muscular para evitar levantarse como una tabla, r¨ªgido, el n¨²mero uno del mundo apareci¨® por el Augusta National Club por la ma?ana y a la una, una hora antes de comenzar su partido, sali¨® al campo de pr¨¢cticas a dar bolas con los hierros. Lo hizo bien abrigado, porque hac¨ªa fresquito y el viento fr¨ªo aumentaba su velocidad e intensidad y agitada alborotadas las hojas de los pinos y los robles a su alrededor. Lo hizo con mala cara y sin apenas gestos de dolor, aunque a veces se llevaba la mano a la parte izquierda de su ri?onada, la que recibi¨® el golpe m¨¢s fuerte. Tampoco forz¨® mucho su swing. A su lado, con las manos en los bolsillos, su entrenador, Butch Harmon, observaba contrariado. A las dos menos diez, tom¨® una decisi¨®n.
¡°Lo voy a intentar¡±, dijo. Entre los aplausos de los espectadores en las gradas, se subi¨® a un bugui junto a su caddie, que es su hermano Austin, y se fue al putting green, vecino al tee del uno, donde se le esperaba, a las 14.03, para dar el primer golpe de su campa?a. Entonces dijo no. El viento fr¨ªo, que hizo sudar fr¨ªo a los favoritos Jordan Spieth (+3) y Jason Day (+2), partidos temprano, tendr¨ªa un rival menos.
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