Real Madrid - Atl¨¦tico: mientras agonizaban
En esos instantes en los que parece que no pasa nada, el Atl¨¦tico se vuelve el equipo m¨¢s peligroso que existe. Marca justo antes de estar muerto, incluso cuando ya lo est¨¢. Yo lo comparar¨ªa con Addie Bundren, la mujer muerta de Mientras agonizo, de Faulkner, con la que su marido y sus hijos cargan dentro de un ata¨²d para su sepultura, y cuyo cad¨¢ver se marca pese a todo un mon¨®logo estelar a mitad de novela. Qui¨¦n lo dir¨ªa, si estaba muerta, ?verdad? Pasa que algunos d¨ªas la muerte se mueve. Yo mismo acababa de escribir en un grupo de whatsapp, 10 minutos antes del final, que el equipo de Simeone era una banda. Eso es lo que entiendo yo de f¨²tbol. Y de muertos.
No pasaba nada de nada, pero con la nada, seg¨²n el Atl¨¦tico, se pueden hacer muchas cosas
No pasaba nada de nada, pero con la nada, seg¨²n el Atl¨¦tico, se pueden hacer muchas cosas. Digamos que la nada habl¨®, ayudada por los cambios de Simeone y, quiz¨¢, los cambios de Zidane. En esos instantes vacuos, mientras los jugadores del Madrid jugaban con cerillas, esperando al final, Correa conect¨® con Griezmann que a su vez conect¨® con la porter¨ªa. Lo siguiente fueron los jugadores del Madrid preguntando la hora. La pregunta por la hora fue una t¨®nica de la tarde. Ya durante el calentamiento los aficionados madridistas hab¨ªan estado pregunt¨¢ndosela a Koke, tras saber que el d¨ªa anterior un tipo en una moto le puso una pistola en la cabeza y le rob¨® el reloj. Pero qu¨¦ m¨¢s daba la hora. Ya era tarde. Todo el d¨ªa fue tarde. Fue tarde para que el Atl¨¦tico jugase bien al f¨²tbol, fue tarde para que el Madrid cerrase el partido. Fue tan tarde que a¨²n era temprano para Griezmann, que se adentr¨® en la nada y empat¨®.
Cuidado con la nada, pues. Enga?a. El Atl¨¦tico se desenvuelve de maravilla en ese terreno. Posee otras variantes de juego, naturalmente, pero algunos d¨ªas el rival te aboca a un rinc¨®n, y tienes que saber valerte con cuatro tablas y unas puntas. La nada se entrena, no nos equivoquemos. De lo contrario cualquiera har¨ªa suerte. Hace algunos a?os, en la Bienal de S?o Paulo, se reserv¨® la segunda planta del pabell¨®n para albergar la nada. Eran 12.000 metros cuadrados consagrados a un vac¨ªo total. Ni nuevos ismos, ni nuevos artistas, ni nuevos lenguajes. Solo la nada. Muchos tuvimos la sensaci¨®n de que esa idea ya se nos hab¨ªa ocurrido a nosotros.
Hay que afinar mucho para decir que el Atl¨¦tico est¨¢ muerto, y que despu¨¦s no marque. Son ya innumerables las ocasiones en las que se acredita su regreso del m¨¢s all¨¢, quiz¨¢ al estilo del coronel Chabert, al quien se dio por muerto en la batalla de Eylau, cuando un soldado ruso le abri¨® el cr¨¢neo con un sable. Lo arrojaron a una fosa com¨²n, pero se sobrepuso, y un d¨ªa regres¨® a Par¨ªs, y se present¨® en las oficinas del abogado de su viuda. ¡°Caballero, ?a qui¨¦n tengo el honor de hablar?¡±, pregunt¨® el letrado. ¡°Al coronel Chabert¡±. ¡°?A qu¨¦ Chabert?". ¡°Al que muri¨® en Eylau¡±. Eso fue el Atl¨¦tico que empat¨®: el que estuvo muerto todo el partido, y regres¨®.
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