El Deportivo sobrevive a su mediocridad ante el M¨¢laga
El equipo coru?¨¦s rescata, pese a sus limitaciones futbol¨ªsticas, tres puntos ante el M¨¢laga que le dejan cerca del m¨ªnimo exigido para seguir en Primera
El Deportivo suscita un apoyo extraordinario, el equipo congrega seguidores que se desplazan a todos los campos que visita y en Riazor se junta el diez por ciento de la poblaci¨®n de A Coru?a. El club promueve esa fe que visto lo visto ya empieza a ser inexplicable, fleta autocares desde varios puntos de Galicia para que su gente pueda acudir a la quincenal liturgia y lleva a gala disfrutar de tanto seguimiento. Todo es susceptible de mejorar, pero al margen de lo futbol¨ªstico las cosas se hacen bien en el Deportivo y entre su afici¨®n, que adem¨¢s en una abrumadora mayor¨ªa entiende y valora los esfuerzos que se llevan a cabo para trabajar sobre un escenario en el que se arrastra una mochila econ¨®mica que rebosa compromisos de pago. Pero ocurre que esto se trata de f¨²tbol y ah¨ª lo que se percibe linda, con cierta reiteraci¨®n, la infamia deportiva.
El Deportivo hab¨ªa llegada a una sima futbol¨ªstica ante el Granada en su anterior comparecencia en Riazor. No se puede jugar peor, con menos recursos, con un mayor bloqueo mental y f¨ªsico. Contra el M¨¢laga no anduvo lejos de esos desastres, sin chispa para al menos hacerse valer en el arranque de partido, sin capacidad para manejar la pelota, replegado a la espera de un rival que evolucionaba sin excesiva tensi¨®n y que se guardaba con tres centrales en previsi¨®n de un caudal que no lleg¨®. Mel, que todav¨ªa busca un plan que funcione, dej¨® en el banquillo a Emre ?olak y Andone, dos de los favoritos de la grada. Apenas pasada la media hora el rumano ya calentaba por la banda, ovacionado por un p¨²blico necesitado de referentes que aporten algo de audacia al juego del equipo.
Mauro Silva, el regreso de una leyenda
Se fue hace doce a?os y no regres¨® a Riazor hasta este s¨¢bado, el gran Mauro Silva, elegido en una masiva encuesta realizada por el Deportivo a trav¨¦s de su web como el mejor futbolista de su m¨¢s que centenaria historia. Vio el partido desde el palco y en el descanso salt¨® al campo a saludar y recibir la atronadora y largu¨ªsima ovaci¨®n de una parroquia que le adora. Campe¨®n del mundo y emblema del club gallego durante trece a?os entre 1992 y 2005, Mauro Silva ejerce en la actualidad como vicepresidente de la Federaci¨®n Paulista de F¨²tbol. "Mauro, qu¨¦date", le pidi¨® Riazor.
Sin f¨²tbol, sin ocasiones para unos y otros, sin vida, la primera parte transcurri¨® anodina. El plan del Deportivo se redujo a llegar de manera espor¨¢dica a las inmediaciones de Kameni y colocar centros en el ¨¢rea. Y como el f¨²tbol es as¨ª, uno de ellos le sirvi¨®, uno de Luisinho que cabece¨® Joselu a la red nada m¨¢s regresar del descanso. Acababa de salir, en todos los sentidos, el sol en Riazor y el acierto del delantero gallego, que hasta entonces se hab¨ªa limitado a jugar de pivot y bajar pelotazos, abri¨® un nuevo partido. El M¨¢laga sinti¨®, no sin raz¨®n, que no estaba para perderlo y se fue hacia la meta de Lux con la certeza de quienes se saben superiores, abri¨® el campo con Keko y Jony, que entraron de refresco, y se prepar¨® para iniciar el asedio ante un rival desesperado por que el reloj avanzase hacia el final del partido, hacia el final de la temporada.
Riazor contuvo la respiraci¨®n. Mel retir¨® a Bruno Gama, un extremo, para suplirlo con Mosquera, un mediocentro, que marc¨® al poco de entrar. Entonces s¨ª, con el viento a favor, emiti¨® alg¨²n destello pelotero el Deportivo ante un rival aseado que en la suma final apenas se dej¨® ver en un zapatazo de Camacho desde treinta metros. Ah¨ª muri¨® el M¨¢laga, estrellado con estr¨¦pito en el larguero a diez minutos del final, de un bendito final para el Deportivo, que mal har¨ªa en acudir al refranero y concluir que todo lo que sucede conviene o que bien est¨¢ lo que bien acaba. Sin que le sobre nada tiene la permanencia muy cerca, quiz¨¢s le baste con sumar dos o tres puntos m¨¢s en las seis jornadas que restan, pero debe plantearse empezar a poner pilares con los que ofrecer algo m¨¢s sobre el c¨¦sped al valioso tesoro social que tiene tras si, que desde hace muchos a?os acude al estadio a padecer y que puede empezar a buscar otras ocupaciones.
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