Muere el alpinista Ueli Steck tras sufrir un accidente en el Everest
La gran leyenda del alpinismo actual fallece a los 40 a?os
Ueli Steck pens¨® que morir¨ªa en el campo 2 del Everest, linchado por un grupo de sherpas tras un enfrentamiento con ellos (los sherpas instalaban cuerdas fijas para los turistas y les molest¨® que Steck y su expedici¨®n pasaran ante ellos). Fue a finales de abril 2013, y tanto el suizo como sus compa?eros de expedici¨®n Simone Moro y Jonathan Griffith fueron acorralados, golpeados, pateados y amenazados de muerte. Solo la mediaci¨®n de un peque?o grupo de alpinistas occidentales evit¨® el mayor desatino de la historia del Everest. Ir¨®nicamente, Ueli Steck (40 a?os, casado), la gran leyenda del alpinismo actual, ha fallecido esta ma?ana a resultas de una ca¨ªda (a¨²n sin explicar) en las inmediaciones del mismo campo 2 del Everest, seg¨²n se?alan las primeras noticias, o en las laderas del Nuptse oeste, seg¨²n otras informaciones.
El inconcebible episodio de 2013 arruin¨® moment¨¢neamente la ilusi¨®n de Steck, quien pidi¨® un tiempo de reflexi¨®n y soledad: ¡°No quiero obviar hasta qu¨¦ punto estos hechos me han tocado y afectado emocionalmente, y reconozco que a¨²n sufro las consecuencias, especialmente en las largas noches. Por tanto, os pido a todos comprensi¨®n: para m¨ª ha llegado el momento de tomarme un tiempo de desconexi¨®n. Mis bater¨ªas est¨¢n bajas de carga. Ahora necesito un tiempo de tranquilidad, ordenar mis prioridades, recargar mis energ¨ªas y lograr una mejor visi¨®n del futuro¡±.
El suizo cerr¨® su par¨¦ntesis de soledad con una reaparici¨®n a lo grande en la cara sur del Annapurna (8.091 metros), en oto?o de ese mismo a?o, firmando una ascensi¨®n en solitario tan extraordinaria como inesperada: escal¨® la terrible vertiente sur de la monta?a y regres¨® al campo base en poco m¨¢s de 28 horas. Su gesta fue algo as¨ª como la invenci¨®n de la bombilla en un mundo de velas. El futuro estaba ah¨ª, y solo hac¨ªa falta que alguien se?alase el camino correcto, una senda que Steck ya no deseaba volver a transitar: el nivel de compromiso y exposici¨®n result¨® tan intenso que el suizo reconoci¨® que era un tipo de apuesta que solo se gana una vez en la vida. No fue la ¨²nica lecci¨®n de Steck en el Annapurna y, para muchos, el suizo ofreci¨® la mejor versi¨®n de su persona en 2008, cuando se embarc¨® en una ascensi¨®n en la arista este de la monta?a que salv¨® la vida del rumano Horia Colibasanu, quien se negaba a abandonar a un I?aki Ochoa de Olza moribundo. Ese d¨ªa, Steck salv¨® a Horia y evit¨® que I?aki muriera en soledad. No quiso recoger la medalla al m¨¦rito deportivo del Gobierno de Navarra.
Ueli Steck era un faro, un ejemplo de alpinismo aut¨¦ntico, de escasas palabras y grandes empresas. No necesitaba vender humo para justificar sus viajes, sino que ¨¦stos dec¨ªan tanto de su val¨ªa que hasta costaba interpretar el valor de lo realizado. Hac¨ªa cre¨ªble lo incre¨ªble. Y es que el suizo hab¨ªa logrado presentarnos un futuro con el que nadie especulaba. Si le llamaban la ¡®m¨¢quina suiza¡¯ era, sencillamente, porque hab¨ªa entendido que en los tiempos que corren, el alpinismo no s¨®lo es una forma de vida sino una disciplina que, para crecer, necesitaba una revoluci¨®n: su planificaci¨®n cient¨ªfica de sus ascensiones, su dominio t¨¦cnico, sus dotes de escalador en roca, hielo y mixto, su capacidad aer¨®bica entrenada de forma espartana y su fortaleza mental le hab¨ªan conducido hasta un lugar donde no existen las casualidades. Si Steck hab¨ªa logrado escalar las grandes caras norte de los Alpes (Eiger, Jorasses y Cervino) invirtiendo poco m¨¢s de dos horas de media en cada una de ellas, si fue capaz de desafiar en tiempo r¨¦cord la sur del Annapurna, si escal¨® los 82 ¡®cuatromiles¡¯ de los Alpes en 62 d¨ªas o si se cre¨ªa capaz de completar por vez primera la traves¨ªa Everest-Lhotse (su reto, antes de fallecer) fue porque entendi¨® que el alpinismo precisaba una revoluci¨®n, un giro hacia la modernidad. Para afrontar la traves¨ªa Everest-Lhotse, Steck pod¨ªa haber escogido a media docena de alpinistas occidentales, pero escogi¨® en cambio la compa?¨ªa de Tenji Sherpa, zanjando con suma elegancia el episodio que tanto le afect¨® en 2013.
La temporada pasada, Steck y el Alpinista alem¨¢n David Goettler plantaron sus tiendas a los pies de la cara sur del Shishapangma (8.013 m). Buscaban el placer de una ascensi¨®n en estilo ultra ligero. En apenas siete d¨ªas lograron alcanzar los 8.000 metros de altura, escalando dos v¨ªas diferentes. ¡°Me entren¨¦ como un poseso para poder seguir a Ueli¡±, explicaba Goettler a EL PA?S hace tres semanas, ¡°pero lo que mas tem¨ªa no era su fortaleza f¨ªsica, sino que tuvi¨¦semos que asumir riesgos exagerados. Para mi sorpresa, descubr¨ª en Steck a una persona sumamente precavida. Cuando renunciamos por dos veces a la cima, ¨¦sta estaba a 200 metros de distancia, pero una mirada nos bast¨® para dar media vuelta: sab¨ªamos que no bajar¨ªamos de forma segura si segu¨ªamos adelante¡±. La conversaci¨®n con Goettler deriv¨® enseguida hacia aquello que m¨¢s le un¨ªa a Steck: el placer et¨¦reo de recorrer paisajes salvajes de monta?a a gran velocidad, tratando de conservar el delicado equilibrio entre la perfecci¨®n t¨¦cnica, la fortaleza f¨ªsica y el absurdo papel del destino.
R¨¦cords de velocidad de otra dimensi¨®n
Ueli Steck sali¨® del anonimato en 2007, cuando escal¨® la cara norte del Eiger en 3 horas y 45 minutos, en solitario y autoasegur¨¢ndose con una cuerda en un par de largos. Un a?o despu¨¦s, el 13 de febrero, rebaj¨® su marca hasta dejarla en un registro incre¨ªble: 2 horas 47 minutos y 33 segundos. La cara norte del Eiger, en su ruta cl¨¢sica, tiene 1.800 metros de desnivel y un recorrido de 2.500 metros, am¨¦n de serias dificultades t¨¦cnicas. El 16 de noviembre de 2015 destroz¨® su registro: 2 horas, 22 minutos y 50 segundos. Ni siquiera llevaba cuerda o arn¨¦s.
Entre medias, el suizo invirti¨® 2 horas y 21 minutos en escalar la v¨ªa Colton-McIntyre en las Grandes Jorasses (1.200 metros de desnivel), en 2008, y apenas una hora y 56 minutos en apuntarse los 1.100 metros de la cara norte del Cervino por la v¨ªa Schmidt (2009).
Posiblemente, ninguno de sus registros, por fant¨¢sticos que sean, igualar¨¢n su viaje de ida y vuelta a la cima del Annapurna: 28 horas. El suizo perdi¨® su c¨¢mara de fotos y no pudo probar que holl¨® la cima. Pocos creen que mintiese, no obstante.
Tambi¨¦n de r¨¦cord result¨® su cabalgada alpina: todas las cimas de los Alpes en 62 d¨ªas de frenes¨ª, como tambi¨¦n lo fue el recorrido de la emblem¨¢tica arista de Peuterey al Mont Blanc: 4.500 metros de desnivel en apenas 16 horas¡
Fue en la sur del Shishapangma donde el suizo ejecut¨® por vez primera su plan de trasladar a los ochomiles su concepci¨®n de la escalada de velocidad: en 2011 recorri¨® los 2.000 metros de desnivel hasta su cima en 10 horas y 30 minutos.
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