Williams exhibe su muestrario

M¨¢s all¨¢ de la necesidad de ganar del Athletic en su largo trayecto hacia Europa, de la necesidad del Celta de entrenar la moral para la semifinal europea del jueves, m¨¢s all¨¢ de la presi¨®n que ambos equipos practican con una fe inquebrantable, el Celta y el Athletic practicaron el mejor argumento futbol¨ªstico conocido: la alegr¨ªa. Desde ah¨ª construy¨® el f¨²tbol sobre todo el Athletic, m¨¢s urgido por los resultados ajenos, m¨¢s ambicioso, m¨¢s intenso. De la necesidad hizo virtud y encontr¨® en Ra¨²l Garc¨ªa el puntillero necesario para las estocadas de Williams y el virtuosismo de Muniain o Be?at.

Williams ocup¨® el lugar en el campo de Aduriz y Ra¨²l Garc¨ªa su lugar en el gol. Era como tener dos Aduriz sobre el terreno de juego aunque el verdadero estuviera en el banquillo. El Celta dosific¨® el equipo, como se preve¨ªa, pero poco a poco fue dosificando el juego, como si cada gol rojiblanco se le clavara en el alma y le quitase el aliento. Por si algo faltaba, Williams ten¨ªa su mejor d¨ªa como delantero centro: acreditado por su velocidad, en Bala¨ªdos fue mucho m¨¢s. Fue inteligente para quebrar a los centrales, decidido para disparar aunque se encontrase cuatro, cinco veces con los brazos de Sergio y su cuerpo como un muro infranqueable. Con un poco m¨¢s de picard¨ªa que de potencia, Williams se hubiera doctorado cum laude en Vigo, que es aula magna acreditada.

El Celta resisti¨® medio tiempo, donde el Athletic le presion¨® tanto y tan arriba, que le oblig¨® a jugar al contragolpe, en ida y vuelta, algo que forma parte de la gen¨¦tica futbol¨ªstica del club rojiblanco. O sea, miel sobre hojuelas. Lo busc¨®, ofuscado, Bongonda, y atolondrado Beauvue, ambos presas f¨¢ciles para la defensa del Athletic. El Celta solo estuvo a partir de los 20 minutos, cuando decidi¨® retener el bal¨®n con el objetivo de que no lo tuviera el rival. Y cuando lo estaba consiguiendo, lleg¨® el gol de Ra¨²l Garc¨ªa, aunque Williams ya hab¨ªa ense?ado el muestrario de sus cualidades con un disparo rechazado por Sergio y otro al poste.

Hab¨ªa mucha psicolog¨ªa en la pizarra de los entrenadores. Berizzo refresc¨® el equipo para proteger a sus titulares de forma que mantuvieran ante el Athletic el nivel f¨ªsico del partido. Valverde, a cambio, le meti¨® dos velocidades m¨¢s al partido para que el Celta entendiera la dificultad del camino. Prevaleci¨® lo segundo, porque en este caso la del Athletic fue una fe con obras. Fe de Willams para volver a disparar cuando Sergio amenazaba con comerle la moral y obras de Ra¨²l Garc¨ªa, que puso el pie para elevar el bal¨®n lo justo para dejarlo en la red.

El Celta se qued¨® sin alegr¨ªa, como si la guardara en los bolsillos para un jueves apote¨®sico. Tiene mucho que ganar ante el Manchester United y no ten¨ªa nada que obtener ayer. As¨ª que Williams sigui¨® tirando de muestrario, Ra¨²l de oficio, Be?at de sabidur¨ªa y Muniain de picard¨ªa. Aunque para todo ello sintieron siempre la red protectora de San Jos¨¦, que rob¨® en el centro cuanto pudo y, avaricioso ¨¦l, no regal¨® nada. Y cosas del destino, el tercer gol lo marc¨® Mikel Rico, que acababa de saltar al campo como un homenaje a los meritorios.

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