Cristiano Ronaldo, el supervillano
Cualquier otro se hubiese derrumbado hace tiempo ante la incuestionable superioridad de Messi
![Cristiano Ronaldo contra el Atlético.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LLXWD4WOZNEZO4VFACPZ5ZHUBU.jpg?auth=a022eb7c0a4712fad3ac36f717936ec012cad59853b27c090160f91cb8c61ea5&width=414)
Nunca entro en el dichoso debate, por principios. Tratar de equiparar a Cristiano Ronaldo con Leo Messi me parece tan absurdo que cuando alguien me plantea la cuesti¨®n finjo no hablar castellano, un repentino c¨®lico intestinal, catalepsia¡ Cualquier cosa que se me ocurra con tal de no embestir el enga?o y contribuir, de alg¨²n modo, a perpetuar tan rid¨ªcula porf¨ªa. Es una costumbre que, por otro lado, me ha costado no pocos disgustos. Adoptar esta postura conlleva la insinuaci¨®n de ciertas taras mentales en tu interlocutor o auto elevarse a un plano de superioridad moral bastante desagradable, una actitud poco aconsejable y muy peligrosa pues comienza uno dando por sentada la supremac¨ªa futbol¨ªstica de Messi y termina coreando el ¡°B¨®dalo, preso pol¨ªtico¡± en Vistalegre.
Nunca entro en el debate porque, sencillamente, no hay debate. Y sin embargo, para descr¨¦dito de todos cuantos mantenemos esta pose tan engolada, es el propio Messi el primero en alimentar la comparaci¨®n sin necesidad, siquiera, de referirse a ella en p¨²blico. Quienes lo conocen saben de su extra?a obsesi¨®n por el portugu¨¦s, de su inquietud bien disimulada cuando el divo blanco hace saltar la banca de los goles, de su autosugesti¨®n basada en el impulso animal de superar a la supuesta n¨¦mesis tanto en lo colectivo como en lo individual. Por m¨¢s que sus firmes devotos nos empe?emos en mirar hacia otro lado y negar lo evidente, a Messi le preocupa la competencia incansable de Cristiano Ronaldo y, lo que es peor, siente que lleva demasiado tiempo perdiendo batallas.
Cualquier otro se hubiese derrumbado hace tiempo ante la incuestionable superioridad del argentino pero no es el caso de Cristiano Ronaldo: un futbolista de edici¨®n limitada, un competidor fam¨¦lico e insaciable, un portugu¨¦s por los cuatro costados y hasta las ¨²ltimas consecuencias. Cualquiera que conozca la idiosincrasia del pa¨ªs vecino sabe que sus gentes siempre se han caracterizado por combatir la desdicha con empe?o, de enfrentar sus miserias con orgullo, de no dar nunca el brazo a torcer aunque la realidad aconseje ofrecer la mano y entregar hasta la camisa. Hay qui¨¦n ve en los ademanes de Cristiano Ronaldo a un personaje prepotente y engre¨ªdo, casi despreciable, pero yo solo veo en ¨¦l un buen ejemplo m¨¢s de aquellos j¨®venes portugueses que se paseaban por Sanxenxo con sus Golf GTI y la ropa bien planchada, inundados de amor propio y logos de Versace: nunca se trat¨® del c¨®mo sino del qu¨¦.
Cristiano est¨¢ donde nadie imagin¨® encontrarlo a estas alturas del partido: con medio cuerpo asomando tras un escal¨®n del podio que parec¨ªa reservado, en exclusiva, al genio de Rosario. No tiene ninguna posibilidad de alcanzarlo, la historia siempre lo situar¨¢ un pelda?o por debajo de Messi, Pel¨¦ o Maradona, pero la suya es una sombra capaz de incomodar al ¨²nico elegido que puede volar por encima del sol. Y esa es, precisamente, la verdadera dimensi¨®n de este supervillano de leyenda: olvidarse del disfraz de Batman para convertirse en el mejor Joker de siempre, por m¨¢s que rehuyamos el debate las viudas de Leo Messi y del infortunado Heath Ledger.
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